miércoles, 25 de marzo de 2009

Anecdotario médico 1


Todos los médicos hemos vivido, y vivimos, situaciones sorprendentes que nos han hecho reír o nos han dejado estupefactos; oscilando entre el buen humor y la seriedad, sin salir del asombro. Al cabo de la jornada, se olvidaron o quedaron grabadas a la espera de una oportuna rememoración. Son incidentes que entran en la categoría de anécdota, y que entronco bajo la etiqueta de anecdotario médico. Las anécdotas que voy a referir (entre paréntesis concreto su temática o lo que me sugieren) fueron vividas personalmente o, si son ajenas, se asemejan a otras que me han sucedido. Os dejo la primera decena:

(Dolor y fe) Mientras le suministraba un analgésico intramuscular, el paciente exclamaba complacido: “¡Cómo me alivia, doctor...!”. En verdad, la fe calma.

(Nesciencia) Un paciente acude por encontrar dificultades con la posología de un medicamento: “¿No me dijo que tomara 1/8 por hora?”. Tratando de contener la risa y de dar un tono de normalidad a mis palabras, le respondo: “¡No, hombre, no: 1 cada 8 h!”.

(No comment) En una consulta masificada y sin altavoz en la sala de espera, le indico al paciente que sale: “Hágame el favor, ¡que pase Eleuterio...!” Pero el receptor parece no entender bien: “¿Cómo dice que es, Ele…?”. Se lo repito: “Sí, Eleuterio... ya sabe, como El Lute”. Y al salir exclama: “¡Que pase Ele...Ele... El Lute!”.

(Prisa repentina) Un sujeto de mediana edad solicita un volante urgente por un dolor en el vientre. Le pregunto desde cuándo lo siente. Y responde sin vacilación: “Pues desde hace varios años”.

(Patético) Envío de urgencia al servicio psiquiátrico del hospital de referencia –con el correspondiente informe– a un hombre relativamente joven que manifiesta una ideación suicida. Por saturación, ausencia de especialista o acaso confusión, le dan cita para otro día en consulta ordinaria. Herido en su fuero interno, el afectado se va para su casa, coge una escopeta de perdigones, duda… y acaba disparándose en la boca. Resultado: lesiones graves en labios, carrillo, paladar...

(Humor oftalmológico) Tras consultar una anciana por un sinnúmero de achaques me dispongo a prescribirle, pero multitud de papeles ocultan los datos de su vieja cartilla del seguro. Finalmente consigo ordenar aquel revoltijo y le comunico: “Ya está Mariana, su nombre queda a la vista”. Y me responde: “Sí doctor, de la vista también padezco…”.

(Lógica mundana) Pregunto a una paciente qué pierna le duele y he aquí la respuesta: “Me duele la que no me va bien”.

(Soledad) Visito a una señora mayor que vive con su hijo, de cincuenta años, pero que se queja de sus largas ausencias. Me dice: “Cuando el niño no está me duele todo y nada me alivia, ni esto último que me han dado”. Me muestra un envase de opiáceos y comprendo… En compañía de su “pequeño” no habrá de precisar ni paracetamol.

(Desconfianza) Acudo a un domicilio… Un hombre ansioso, al parecer por el ingreso hospitalario de un amigo, está echado en un sillón sin voluntad para moverse. Tras atenderlo, solicito la cartilla del seguro para prescribirle un ansiolítico, y se levanta como un resorte (¡sus familiares ni se inmutan!) diciendo: “Tengo que ir al piso de arriba, donde lo guardo todo bajo llave”.

(Preocupación final) Serafín, que está a punto de cumplir cien años: “Doctor, dicen que usted se va a marchar del pueblo… Entonces, ¿quién me va a hacer el certificado de defunción?". A veces preocupa más la muerte que la vida.

3 comentarios:

  1. Hola Jose Manuel,

    El otro dia entré en un centro de salud de un pueblo asturiano cerca de Cangas de Onís, estaban 2 señoras sentadas, supuse yo, esperando al médico. Hablaban de sus asuntos tranquilamente. Las saludé y les dije ¿les importa que vea al Dr. un momentito?
    Una de ellas, una paisana octogenaria, de marcados rasgos de sufrimientos pasados en su cara, se levantó y me dijo: Pase, pase usted que yo me estoy empezando a encontrar mal y me voy a mi casa...

    Saludos Pedro P-B

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  2. Muy bueno tu blog, supercompleto, atractivo, filosófico, histórico, humorístico...Supercalifragilisticoexpialidoso

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  3. Gracias Pedro, me alegro de que te guste este blog, al que procuro darle variedad y un mínimo de atractivo; conforme avanzo en esta aventura bloguera más me cuesta, pero palabras de aliento como las tuyas me animan a seguir y compensan el esfuerzo. La anécdota que cuentas revalida la viñeta que decora la sala de espera de mi consulta. “Varios pacientes añosos en un centro de salud están sentados, esperando su turno, y uno de ellos le dice a otro que llega: ¡Hombre Cosme, no viniste ayer por aquí, ya pensé que estabas enfermo!”. Este espontáneo modo de proceder debe ser una particularidad sociológica que nos diferencia, la del ambulatorio como lugar de encuentro o medio para matar el aburrimiento.

    Un saludo cordial.

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