viernes, 23 de noviembre de 2012

Del arte de envejecer

(Texto extraído de un foro médico, con el título de arriba)
Hace poco leía acerca de la andropausia; y de tantas cosas para medicalizar la vida diaria... 
Por mi parte, he comprobado que soy anciano... y no me importaAl subir a un ómnibus, me ofrecen el asiento, incluso señoritas que sonríen afablemente, y me dicen, “¡siéntese abuelo!”. Repito cosas que dije hace apenas un rato, y ni me doy cuenta. Tengo que planificar mis itinerarios de manera de contar con algún baño en un radio temporal de no más de dos horas. No tengo problemas con la "letra chica" de contratos, avisos de riesgo, detalle de contenidos de alimentos y otras. De entrada nomás, solicito que me las lean (aclaro que no traje los anteojos). En el Banco, me hacen pasar primero (en realidad, me envían a la fila de jubilados). Repito cosas que dije hace apenas un rato, y ni me doy cuenta. En lo sexual, se me amplió el rango de preferencias (ahora abarca mujeres de 18 a 65 años); aunque el contacto se limite a una sola (mi esposa). El resto, como mirar los autos de un catálogo. Eso, en la práctica, me evita tensiones, y la necesidad de pastillitas azules. Por las mañanas, no tengo nada que hacer realmente, pero me despierto y me levanto a la salida del sol. No me importan más los protocolos; ni la moda; y puedo vestirme con lo que mejor se adapte a la temperatura ambiente, y al uso en exteriores o interiores. 
Debo haber pasado por la andropausia en algún momento... o no. No me he hecho estudios; ni he sentido sintomatología preocupante. Ta vez sea como mi codo fracturado, que en las radiografías de control se ve artrodesado; pero que la única molestia real (aparte de algún dolor por sobrecarga) es que me cuesta manipular las tostadas con dulce (no así por ejemplo galletitas, maníes, vasos y cubiertos). Referencia al Kamasutra y otras fuentes: hay algunas cosas que no puedo hacer ahora... pero tampoco hace 20 años. Para encuadres filosóficos, sugiero a Lin Yu Tang. Para el cotidiano devenir, recomendaría no acercarse a las consultas por internet... Todos los sitios me redirigen a instituciones que "se dedican con profesionalidad a solucionar los problemas". Y a los médicos, solo visitarlos para compartir un café o una cerveza... ya se sabe que si los visito en consultorio me lo prohibirían.
Una visión sonriente de la entrada a la vejez en el hombre, y de la andropausia. Veamos un vídeo al respecto…

2 comentarios:

  1. Me ha parecido un texto simpático y tierno, querido José Manuel. No resulta fácil envejecer ¿verdad? debemos prepararnos para hacerlo de la mejor manera, dignamente y con sabiduría. Entretanto, disfrutemos de la madurez, je, je.
    Moitos bicos.

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    1. A mí también me lo pareció, querida Lola, y por eso lo traje. Lo mejor es tomarse esta vida perecedera sin dramatizar y riéndose de uno mismo. Aunque con arte al envejecer, no parece tan fácil.
      Besos.

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