miércoles, 13 de marzo de 2013

Amor por Brahms


Reconozco que Johannes Brahms (1833-1897) es un músico que tardó en penetrarme. Al principio de mi clásica pasión llegué a evitar su música; me parecía insulsa y fría, poco atractiva (dejando aparte sus piezas más ligeras, como la Canción de cuna o la Danza húngara nº 5). Ahora el hamburgués es uno de mis compositores preferidos. Creo haber llegado a comprender la equilibrada belleza de su sonoridad, su variada armonía, su magistral dominio de las formas sonoras, donde la música escénica no tiene cabida (para él "ni ópera ni matrimonio"). Su romanticismo es contenido, pero no frío; es como si quisiera reservarse parte de su yo más íntimo (parece el reverso de Tchaikovsky, Mahler o Rachmaninov, que se desnudan sin pudor). De su inmenso catálogo compositivo, tengo especial predilección por la Primera Sinfonía (¡vaya final!), el Doble concierto –para violín y violonchelo–, las Variaciones sobre un tema de Haydn, el Segundo concierto para piano, el Réquiem alemán y el Quinteto para clarinete y cuerdas, sin olvidar sus Lieder. Hoy, podría decir que no puedo vivir sin Brahms.

Y como de muestra vale un botón, escuchemos el inicio del tercer movimiento del Segundo Concierto para Piano. Pura magia…


PD. Me hago este regalo de cumpleaños.
***
Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluasJohannes Brahms

ANEXO BRAHMSIANO
Leo en una reseña biográfica de Brahms que este compositor tenía un carácter difícil e introvertido, y que llevó una vida tranquila y solitaria en Viena. Evitaba viajar y sólo durante los veranos iba a Italia o a los Alpes. No obstante, tenía sus amistades y una buenísima relación con el matrimonio Schumann, Robert y Clara. Su estilo compositivo, aunque personal, seguía la tradición marcada por Bach, Mozart y Beethoven. En su tiempo, los partidarios de su música conservadora eran contrarios a los de la música renovadora de Wagner, tan diferente y propiamente operística, cuando él renegaba de la ópera. La introversión de su carácter se refleja en sus composiciones, en cualquier caso expresadas con una consistencia intelectual y melancolía románticas que las aleja de la frialdad y las hace conmovedoras, al menos las de mayor calado.

Me hace el efecto de un viejo religioso ruso y lamento mucho no haber sabido aficionarme a su música. Los alemanes le ponen por las nubes, pero para mí no tiene el menor encanto. Le encuentro oscuro, frío, pretencioso y sin profundidad. Su concierto para violín no me gusta más que sus otras obras. Brahms es indudablemente un gran músico, incluso un maestro, pero en él la maestría ahoga a la inspiración. Tantos preparativos y circonloquios para expresar lo que debería decirse sencillamente, acaba por aburrir.

Johannes Brahms (1866)

6 comentarios:

  1. Felicidades, Pepe. A tus 27 años, pegaría más que te gustasen Lady Gaga, el hip - hop y cosas así, pero, bueno, los gustos son libres. Un abrazo.

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    1. Gracias, Pablo. Ya sabes que, aparte del 13, el 7 es mi número y que mi gusto es ecléctico. Además ahora tengo la referencia papal. Por otro lado, aunque los años pasen, seguiremos siendo jóvenes, ¿no?
      Un abrazo.

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  2. Felicidades! Y que cuuuuumplas muuuuuchos máaaaaaas! Y si es para seguir enamorándote de Brahms, aquí tienes otro regalo: el quinteto de clarinete y cuerdas. También tiene dos sonatas para clarinete que merece la pena disfrutar.
    Un abrazo.
    http://www.youtube.com/watch?v=3B5wQYhBr58

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    1. Muchísimas gracias, querida Ana. El quinteto para clarinete soberbio.
      Un beso.

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  3. Con cierto retraso, pero de todas maneras un fuerte y cariñoso abrazo amigo por tu día. El concierto 2 de Brahms es sorprendente porque en muchas partes es ridículamente fácil, y en otras busca que el solista no sea la prima donna frente a la orquesta. Este es mi momento favorito de este concierto (en algún momento me animé a estudiar el movimiento, pensando que estaba en mis posibilidades, pero luego me desengañé).

    http://www.youtube.com/watch?v=nQYcHpO7PNQ

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    1. Gracias por tu estimulante presencia, querido Tony. Este momento del concierto de Brahms es especialmente cautivador. ¡Ah!, y compruebo cómo vuela el tiempo al ver la fecha de la interpretación de Achúcarro: hace ya más de treinta años.

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