domingo, 8 de diciembre de 2013

El misterio de PF

    La mañana del domingo me veía apresado entre las sábanas, inmovilizado por una extraña parálisis que atenazaba mis miembros y mi voluntad. Y extrañamente, en mi cabeza batían dos letras, o una sigla, sin saber a qué correspondían: “PF”. Nefastamente, pensé que aquello era una señal: punto final, de una etapa o de la existencia toda. El sábado había descansado lo suficiente, libre de quehaceres profesionales, desatado de compromisos, despejado de preocupaciones. Había pasado el día suficientemente relajado, respirando una inhabitual frescura en medio del insano asfalto de Vicus y aspirando lo mejor de la naturaleza circundante. Recordaba la inconmensurable paz sabatina, junto a mi mujer, Rita, y mis dos hijos, Nicolás y Elena.

Al despuntar el alba salimos los cuatro hacia un acogedor espacio recreativo a orillas del río Nusio, humilde y a la vez grandioso, como otros y sin embargo muy especial. Pertrechados con navajas y cestos de mimbre, nuestra idea era comer en el lugar y recolectar las primeras setas del incipiente otoño. Apurando los últimos compases de una canción festiva, llegamos sonrientes al lugar escondido en medio de un soto placentero y encantador, alejado del ruidoso trasiego ciudadano. Ataviado de mesas, asadores, puentes de madera y una casita tradicional a escala, para disfrute de los más pequeños, ese mágico rincón tiene un discreto toque de refinamiento.

Sorprendentemente, todo estaba a nuestra disposición. Los chavales andaban holgados, sin las limitaciones de un piso moderno y sin fastidiar a los vecinos con sus chillidos. Nos pusimos enseguida a buscar los hongos codiciados y disfrutamos de nuestras viandas. Todo salió como habíamos planeado. Regresamos a Vicus con nuestros trofeos y, encantados, decidimos repetir al día siguiente. Cenamos temprano y los niños se acostaron pronto, ajenos a la llamada televisiva. Rita y yo salimos de copas con una pareja amiga y regresamos poco después de medianoche. Sé que me dormí al instante y tengo la sensación de que mi mujer insistió en que me levantase. Creí oír: “Eduardo, ¡vamos!, que ya es hora”. O un cambio de planes: Rita me decía que se iba con los niños al parque y que allí me esperaban. Todo era demasiado dudoso... 

Sumido en la confusión, recordé que en la fachada de la casita de aquel bello recoveco del Nusio había un letrero que rezaba: “Paraíso Forestal”. Entonces deduje que habría de ser ése el origen de las letras PF, iniciales al fin y al cabo de la paradisíaca floresta que tanto nos atraía. Menos confundido, encendí la radio que sobre la mesita de noche dispone también de despertador y sintonicé RNE (curiosamente, estas tres letras se corresponden con la iniciales onomásticas de mi mujer y mis hijos). Acostumbro a escuchar esa emisora los fines de semana, salvo cuando salimos y, caminando o en el coche, nos abandonamos a los cantos en familia. De modo que la entrañable voz de la locutora acarició la mañana, como en tantas ocasiones. 

Pero ¿cómo no me había dado cuenta? El misterio estaba resuelto. 

Eran las iniciales de ese Programa Fabuloso que conjuga música y palabra, seriedad y humor, emoción e inteligencia. Me dejé llevar por su estimulante intensidad y su acariciadora serenidad. La melodiosa voz femenina que conduce y coordina los diferentes apartados me subyugaba, como de costumbre. Arte y literatura, política y economía, salud y educación, justicia y religión, teatro y cine, deporte y tiempo libre... tuvieron su protagonismo en el discurrir del peculiar abanico horario, formativo y entretenido. Casualmente, se habló de gastronomía y las setas comestibles fueron protagonistas; lactarios, boletos, lepiotas, rebozuelos… me evocaron los colores del bosque y activaron mis papilas gustativas. 

El experto micólogo invitado hablaba de especies atípicas, sin la característica forma de paraguas, y al nombrar el globuloso o piriforme lycoperdon perlatum, un hongo diferente, poco distinguido pero simpático, vulgarmente llamado cuesco de lobo, no pude evitar la relajante mueca al rememorar el disfrute de mis hijos mientras reventaban algunos ejemplares, apretándolos o pisándolos, para que expulsaran el polvo negro que albergaban. Nada que ver con las hermosas amanitas muscarias, cuyo atrayente color rojo con lunares blancos contrasta con su oculta peligrosidad, contraria a la de los feos e inocentes cuescos. Las apariencias nos suelen engañar. 

Escuchando feliz, me levanté con fuerzas renovadas hacia el encuentro de los míos. Ya no estaba desorientado; R… N… y E… aguardaban en el Parque Central de Vicus la llegada de un cabeza de familia transitoriamente aturdido. Me reí de mi mismo, tratando de quitarle hierro a esta existencia inexplicable, envuelta en engañosas apariencias. Era un domingo más, pero no era un día cualquiera. Abrí la ventana y dejé que un rayo sonriente reconfortase mi pesimista espíritu, no exento de destellos de optimismo. Dejaron de fluir las inequívocas ondas y le envié un entusiasta saludo a la sin par presentadora. ¡Gracias, PF!


***
—¿Hay alguien ahí? —preguntó el Viajero​...
Pero una multitud de fantasmales oyentes
que habitaban en la casa solitaria
escuchaban en la quietud de la luz de la luna
esa voz del mundo de los hombres... 
W. DE LA MARE, Los oyentes

ANEXO: POEMAS DE MISTERIO [+ Fantasía y Magia]
El aprendiz de brujo, Wolfgang von Goethe –magia [Wiki]
El cuervo (The raven), Edgar Allan Poe –símbolo
Gaspard de la nuit (Gaspar de la noche), Aloysius Bertrand* –fantasía
Gótica, Amado Nervo
Los oyentes (The Listeners), Walter de la Mare
Mi lumía, Oliverio Girondo –amor
Misterio, Octavio Paz
Trilce, César Vallejo** [Análisis AQUÍ]
Ultrahumana, Laura Victoria [y con lectura AQUÍ]

*Gaspard de la nuit, subtitulado Fantaisies a la manera de Rembrandt y Callot, es una colección de breves poemas en prosa. Aloysius Bertrand (1807-1841) parece ser el creador de esta nueva forma de poesía. Esta colección de sesenta y seis poemas (en 6 libros: I. Escuela flamenca, II. El viejo París, III. La noche y su prestigio, IV. Las crónicas, V. España e Italia, VI. Silves) fue publicada póstumamente en 1842. Maurice Ravel escribió una suite del mismo nombre basada en tres de sus poemas: Scarbo, Ondine y Le Gibet (traducidos AQUÍ). [Fantasías de Gaspar de la noche]

**Poema que lleva el título del poemario más reconocido de César Vallejo, Trilce, aunque independiente. Se pensó que el nombre derivaba de tres, pero Vallejo dijo que no quería decir nada, que se había inventado la palabra y que le gustó su sonoridad. Pero según algunos estudiosos resulta de la combinación de «triste» y «dulce». El poemario Trilce, envuelto en el misterio como el poema suelto, está conformado por 77 poemas sin título, numerados con dígitos romanos. Con sus audacias lexicográficas y sintácticas, es el libro de poesía más radical escrito en lengua española, aparecido al irrumpir el Vanguardismo, que traía una renovación estética tras la gran conmoción de la Primera Guerra Mundial. Y debajo de la estética rompedora, según Jorge Basadre, palpita una emoción humana, fraguada en recuerdos e imágenes subconscientes, de fracasos, experiencias de pobreza, prisión y soledad, en una vida que no tiene sentido, en un mundo hostil de dolor y angustia. El poeta Mario Montalbetti se ha referido a esta obra de Vallejo en estos términos: «Es tan experimental que hasta ahora nadie sabe de qué va ese libro».

***Diferentes traducciones de este poema:

Los bosques son bellos, oscuros, profundos.
Pero tengo promesas que cumplir,
y mucho camino por andar sin dormir,
y mucho camino por andar sin dormir.
R. FROST, Un alto en el bosque en una noche nevada
–Lectura AQUÍ y AQUÍ (con animación)

The listeners, Walter de la Mare

No hay comentarios:

Publicar un comentario