lunes, 3 de marzo de 2014

Tríptico formativo en salud




Nota.- Este tríptico sobre la formación médica es mi aportación personal al tema "Formación y aprendizaje en salud ¿Son posibles otros modelos?" propuesto en #CarnavalSalud

1. Punto de partida: Educación médica

No hay duda de que para desarrollar con competencia cualquier actividad profesional se precisa una mínima base teórica. La medicina no es excepción; mejor dicho, precisa de una mayor base teórica que la mayoría de actividades humanas. La Educación Médica implica la transmisión de conocimientos en salud.

Desde los inicios de la carrera universitaria, pasando por la licenciatura y los estudios de posgrado, hasta el final de nuestra actividad profesional no dejaremos de aprender. Nos veremos obligados a una puesta al día mediante una formación continuada, porque los avances y los descubrimientos no cesan. 

La formación continuada supone una instrucción constante, imprescindible en medicina para mantener la competencia profesional. Sus objetivos: actualizar conocimientos –técnicos, éticos, legales, sociales y económicos– y favorecer la comunicación entre los profesionales. Corregiremos errores, tomaremos buena nota para el futuro y afianzaremos nuestra seguridad. Así siempre, en avance inacabable.


2.  Implementación: Método de aprendizaje 

Primeramente, no podemos olvidar los medios tradicionales de aprendizaje o apoyo: diccionarios médicos, libros y revistas especializadas, tesis… y, por supuesto, la fortuna de contar con buenos maestros que nos transmitan su experiencia y su saber. Complementariamente, nos valdremos de los soportes audiovisuales que puedan contribuir a la adquisición o mejora de habilidades médicas.

Sin duda, la tecnología contribuye en gran manera al aprendizaje, pero de nada vale en medicina sin se desliga de la formación humanística. Si renunciar a la tecnología es anclarse en el pasado, contemplar la técnica y descuidar la calidad humana es frenar el avance de las ciencias de la salud.

Creo que nadie puede cuestionar que la formación participativa es más eficaz que la mera asistencia pasiva a disertaciones teóricas. El debate, la discusión, las propuestas, el compartir experiencias… es la mejor forma de adquirir un buen bagaje de capacidades para desarrollar una buena calidad asistencial. Idealmente de manera presencial, sin olvidar en cualquier caso el poder de las TIC.

Y si hemos de censurar tanto el turismo congresual como el mero objetivo de créditos valorativos, también hemos de exigir que la formación médica continuada se realice dentro de la jornada laboral, no a costa del tiempo de quienes han de brindar un servicio a terceros, y desde luego sin coste cuando el fin es un servicio público. Una cosa es la entrega profesional y otra la improcedente renuncia.


3.  Aplicación: Práctica médica

Del interés y el entusiasmo que pongamos en el aprendizaje, que nunca cesa, vendrán los frutos que definan nuestra aptitud. Una buena instrucción es la base para alcanzar una adecuada capacitación. Sin embargo, habrá de ser nuestra actitud la que determine si mereció la pena el esfuerzo del estudio, la amplia adquisición de conocimientos teóricos y destrezas o habilidades médicas (exploración física, técnicas, comunicación).

Por otro lado, de nada vale la formación médica si no es posible aplicar los conocimientos adquiridos. Bien sabemos del habitual divorcio entre teoría y práctica al que habitualmente nos obliga el sistema sanitario. La abundancia de tareas impropias e inútiles impide una labor médica eficaz y eficiente. Imaginemos a un cocinero que en vez de cocinar tuviese que emplear su tiempo en darles vueltas a los platos. Corregir este craso error corresponde a los gestores sanitarios; y a los profesionales que están a pie de obra, inmersos en la asistencia diaria, hacérselo saber (si es que todavía no han reparado en ello).

La visita al hospital (1889) de Luís Jiménez Aranda

Lo ideal sería aprender haciendo (learning by doing).

Formación médica continuada en Extremadura

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