lunes, 12 de enero de 2015

Ideas para evitar colapsos en el sistema sanitario


Las ideas que los hombres tenemos deben ser como piedras, y los cargos que ejercemos, como cántaros: ocurra lo que ocurra, debe romperse el cántaro.
Ángel Ganivet

Toda estrategia aplicada al buen funcionamiento de los servicios sanitarios precisa, como es lógico, un estudio profundo para evaluar los problemas de fondo y aplicar después las medidas correctoras oportunas. Sin embargo, hay factores causales de mal funcionamiento tan evidentes que a lo mejor pasan desapercibidos (a veces los árboles no dejan ver el bosque), por lo que se hace preciso refrescar las ideas y hacer algunas pertinentes aportaciones. 

Veamos…

En el actual periodo invernal, las infecciones respiratorias son parte importante del problema de los colapsos en las urgencias hospitalarias y de la sobrecarga de la atención primaria, que no olvidemos asume toda la demanda urgente junto a la ordinaria programada. Se envía continuamente el mismo mensaje: “Acuda primeramente a su centro de salud”. La teoría está muy bien. Pero ¿qué pasa cuando el centro de salud se ve desbordado por demandas urgentes (reales y ficticias), incluyendo las que obligan a salir del propio centro? No, la solución no pasa por contemplar los dos niveles asistenciales de modo independiente; es necesario el buen engranaje de ambos para lograr mejoras sustanciales. Los dos niveles acusan las carencias de recursos en los momentos críticos (su carga de trabajo se redobla en las ausencias de personal no cubierto). De nada valen entonces los parches puntuales, sin hacer previsión ni establecer medidas organizativas eficaces. Me parece necesario incidir en los problemas organizativos y en las carencias, materiales y humanas. 

Por mi parte, propongo ahora tres actuaciones básicas.

Primera medida: Información sanitaria, a través de los medios de largo alcance, sobre las patologías más frecuentes que sobrecargan el sistema de modo dramático, en este momento las infecciones respiratorias. Información breve, clara y continuada (ej.: consejos en catarros). Ha de dejarse claro lo que es mínimamente urgente y lo el sentido común rechaza como tal (“Su moco no es una urgencia…”). Los médicos de urgencias (hospitalarias) piden que se haga un uso juicioso de los servicios de urgencia, pero el mensaje hospitalocentrista por sí solo no basta. Es preciso implementar la educación sanitariaEn este sentido, pueden ser útiles los folletos informativos como método de intervención indirecta, y aunque no tengan el mismo impacto que la información de los medios traigo aquí el que ya hemos editado sobre infecciones de vías respiratorias altas.

(pinchar imagen para ampliarla)

Segunda medida: Dotación adecuada de los servicios de urgencia hospitalaria y establecimiento de puntos de urgencia extrahospitalaria permanente. Al plantearse "por qué se colapsan las urgencias" en los hospitales, se han señalado deficiencias en los circuitos asistenciales y falta de formación específica del personal de urgencias, y se ha aconsejado la activación de recursos extraordinarios en periodos de sobredemanda, como sucede en las epidemias respiratorias invernales. Respecto a los puntos de urgencia extrahospitalaria, pueden ser los mismos puntos de atención continuada (PAC), pero con la denominación expresa de “atención urgente”. Esto me parece crucial para evitar equívocos. No digo que los centros de salud no asuman procesos agudos, pero si la atención programada es entorpecida por la que no admite demora se verá perjudicada. Es lo que está pasando, un deterioro de la atención ordinaria, condicionada por la urgente. Hay que reprobar las actuales condiciones de apresuramiento, porque obligan a tomas de decisiones precipitadas e inducen a errores, que pueden requerir posterior asistencia hospitalaria y, con ello, incrementar el gasto sanitario que se pretende frenar. Las decisiones clínicas precisan tiempo y deben estar desprovistas de una excesiva presión asistencial.


En el interesante estudio "POR QUÉ ACUDEN LOS PACIENTES A URGENCIAS HOSPITALARIAS", publicado en la revista científica de la sociedad española de medicina de urgencias y emergencias, se concluye principalmente que una parte significativa de los pacientes que acude al servicio de urgencias no presenta patología urgente, que lo hace por razones socioculturales (es de suponer que se incluyen la educativas). Yo añadiría que también por problemas organizativos del sistema. En este mismo estudio se dice que el uso de la atención urgente en España por parte de los usuarios es homogéneamente creciente, siendo habitual la sobrecarga y la saturación de los servicios de urgencias de los centros hospitalarios, lo que provoca una disminución de la calidad asistencial y es fuente de estrés para el personal sanitario. Y yo digo para completar el urgente panorama: aplicado esto a los servicios de atención primaria, más de lo mismo.

Tercera medida: Simplificación de las actuaciones burocráticas urgentes. Sólo pensar en el actual parte de lesiones electrónico es para echarse a temblar. Un tríptico farragoso e infumable, que incluso obliga al facultativo a hacer un atestado policial, recogiendo datos que salen del mero informe médico; puede llevar tranquilamente media hora cubrirlo, lo que me parece intolerable. Llevado a otras cuestiones burocráticas, incluyendo procedimientos de facturación a terceros, puede deducirse la pérdida tiempo que todo el papeleo supone, sin apoyo auxiliar.


Podríamos añadir la medida dolorosa del copago por atención urgente, pero eso ya entrañaría un profundo debate.

De momento, el problema de los colapsos en urgencias está ahí, mientras los políticos se acusan unos a otros, alternativamente, según gobiernen o sean oposición. Y seguirá igual, si no va a peor, en tanto no se realice la adecuada información/educación sanitaria, sea insuficiente la dotación de los servicios de urgencia (desatendiendo la mejora de los circuitos asistenciales, la formación especifica en medicina de urgencia, la activación de recursos extraordinarios en momentos clave y el establecimiento de puntos permanentes de urgencia extrahospitalaria) y no se simplifiquen las actuaciones urgentes. ¿Hasta cuándo?

*** 
Los colapsos son generalizados, en todo el territorio, a tenor de los que se difunde por los medios. Veamos algunas noticias de prensa:

«...escasez de personal... consecuencia de la política de recortes.»
«Cada vez se demoran más las citas, y al no tener una solución rápida a sus problemas, la gente tiene que ir a urgencias.»
«incremento "histórico" de la demanda asistencial urgente que se viene produciendo en estos días debido fundamentalmente a procesos infecciosos de las vías respiratorias, que no es gripe, a causa del descenso de las temperaturas.»
«Los trabajadores de los centros sanitarios públicos llevan días denunciando que las urgencias están colapsadas.»
Caos en Urgencias, con pasillos colapsados y largas esperas (León)
«Según los pacientes el problema llega a ser incluso de "espacio físico" porque "en la sala de espera ya no se entra y la paciencia dura lo que dura.»

2 comentarios:

  1. Los consejos me parecen bien, salvo lo de la aspirina y los antitusivos; la aspirina porque muchos de nuestros pacientes ya toman a dosis antiagregantes y no deben subir más dosis y más riesgo gastrointestinal, y lo de los jarabes , pues ya se sabe que no tienen evidencia y además la EMA acaba de alertar del mucosan y el bisolvon por reacciones graves de la piel (mejor la miel que además está más rica).

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    1. Hay que tomar estos consejos farmacológicos como generales, May, sin entrar en las contraindicaciones que pueda haber en cada caso, que todos los medicamentos las tienen. Se hace referencia por un lado a los dos antipiréticos más comunes (AAS y Paracetamol), dejando fuera el Ibuprofeno del que tanto se abusa, y por otro señalamos antitusivos o antitusígenos puros (Codeína, Dextrometorfano), entiéndase para tos seca o irritativa, sin flema; no se mencionan mucolíticos o expectorantes, de dudosa eficacia (comparable a placebo), aunque por otro lado nadie ignora que se dispensan libremente jarabes “para la tos” (y se publicitan) en combinaciones de varios fármacos más que discutibles, incluso peligrosas. Habría que confiar en una dispensación responsable en farmacias, que dista mucho aquí de ser la ideal, pero de cualquier manera mejor emplear los remedios de la abuela que productos sintéticos, para no asumir demasiados riesgos.
      Saludos y gracias por tu comentario.

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