No quisiera que mis intentos de haiku se quedasen sin su canto de optimismo, por eso ahora echo a volar otros siete micropoemas, todos ellos cargados de ilusión, de jovialidad, de alegría, de entusiasmo. Y es que en la inmensa brevedad también puede haber una chispa inacabable de felicidad.
Quiero reír / siempre a tu lado, amor. / Ríe conmigo.
Es una suerte / estar vivo y sentir. / Vive sin miedo.
Otro ya dio / su “gracias a la vida”. / Libre me sumo.
Estoy alegre / y canto una canción. / Alegre lloro.
Mi ojos brillan, / pues sé que nada muere. / ¡Viva la vida!
¿A dónde va / mi canto de optimismo? / Hacia el amor.
Bella la noche. / Sonríen las estrellas… / Y ya amanece.
Pasacalle de La alegría de la huerta, de Federico Chueca
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