martes, 26 de julio de 2016

Para la isla desierta: Séptima sinfonía de Sibelius


El compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957), a cuya figura ya nos hemos referido aquí, es un extraordinario sinfonista. Sus poemas sinfónicos y sus siete sinfonías tienen una belleza incontestable. Si nos quedamos con la gran forma musical y nos planteamos una única elección, como cumbre de una progresiva evolución compositiva que, compartiendo otras opiniones, no tiene desperdicio, habremos de llevarnos a la isla la última de la serie. Y no es que, siguiendo un orden cronológico, cada sinfonía supere a la anterior, porque todas tienen su valor. Como decíamos en su momento, la Primera está próxima al sentir de Borodin y Tchaikovski, e incluso la popular Segunda, aunque ya aparece tempranamente la impronta personal que hará su música inconfundible. Su evolución lo lleva a la ruptura estilística de la Tercera, al sorprendente desafío sonoro de la Cuarta, a la explosión sonora de la Quinta, a la extrema sutileza de la Sexta y a la plenitud deslumbrante de la Séptima, la cumbre de su sabiduría sinfónica, en la que consigue unificar las diferentes partes de la forma clásica en un único movimiento sinfónico. ¡Impresionante! Es por tanto ésta breve pero inmensa sinfonía la que, obligados al sacrificio de las demás, nos llevaríamos como parte de nuestro bagaje melódico. [v. Composiciones de Sibelius]


Patobiografía sibeliana.- En un blog como éste cabe decir que el padre de Jean Sibelius era médico de profesión (falleció cuando el futuro compositor solo contaba tres años de edad) y que el compositor tuvo problemas con el alcohol y el tabaco. Pero a pesar del consumo inmoderado de puros y de espiritosos (bien patente en las imágenes del enlace), alcanzó la edad de 91 años, sin que al parecer se haya visto mermada su capacidad compositiva. No por ello hemos dejar de censurar los malos hábitos ni de alabar las bondades de la música, en este caso la de Sibelius, un creador decisivo en la historia de la sinfonía.

Disfrutemos ahora de la Séptima sinfonía (1924) de Sibelius, misteriosa y envolvente, sombría y luminosa, mágica, en una extraordinaria interpretación.

Séptima sinfonía de Sibelius
Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert von Karajan
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Recomendación final: y ya puestos, de Sibelius paladeen también si pueden el resto de las sinfoníaslos poemas sinfónicos y el concierto para violín. Y no nos resistimos a enlazar la única grabación que se conserva del propio Jean Sibelius, dirigiendo su "Andante festivo", para cuerda y timbales. ¡Emocionante!


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2 comentarios:

  1. Querido Jose Manuel, sin duda una obra para llevarse a la isla y en el alma. Una obra inmortal. Gracias.

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    1. Celebro que compartas mi elección, amigo Julio.
      Un sibeliano saludo.

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