El trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo.
Gregorio Marañón
Ningún médico puede hacer nada en diez minutos (*) por una persona llena de confusiones, de temores y de ansiedades y que necesita en grado sumo hablar con alguien que le escuche con aire comprensivo. W.C. Álvarez. Viva en paz con sus nervios.
(*) Imaginemos con menos, lo habitual aquí (ver: La agenda racional).
Leo en un foro médico de atención primaria sobre la conveniencia de la calma en el ejercicio de la medicina. Es la reiteración de una eterna demanda; ningún médico rechaza esta propuesta sensata. Si la prisa, en general, es mala consejera, en medicina es calamitosa (salvo en la urgencia y con sentido de rapidez controlada). A los pacientes hay que verlos sin apremio, sin presión, sin agobio, empleando el tiempo preciso para ser eficaces, eficientes y seguros en actuaciones que incluyen valoraciones diagnósticas, peticiones de pruebas, prescripciones y derivaciones a especialistas; o de otro modo, para minimizar errores y evitar sobretratamientos. La medicina sin prisa favorece la seguridad del paciente y ahorra costes sanitarios. ¿Cuántas de las urgencias hospitalarias no son consecuencia de la medicina ambulatoria apresurada? Y la medicina sin prisa es más humana.
Pero una medicina más humana y segura y menos costosa, de calidad, es una quimera en el actual sistema sanitario hispano (o en sus 17 servicios autonómicos diferenciados). Porque en el primer nivel asistencial los tiempos de consulta vienen impuestos y la demanda –en demasiadas ocasiones burocrática– es ilimitada. También por el uso abusivo de la "demanda sin cita" (demanda forzada como urgencia sin serlo) en los centros de salud, pues supone un aumento de la presión asistencial, una sobrecarga que obliga a tomas de decisiones precipitadas y, por ello, poco seguras. El clima de impaciencia, de querer resolver todo de inmediato, es reflejo del ritmo social desaforado. En consecuencia, la atención es forzosamente apresurada, deficiente, irracional, insostenible.
Entonces, de cara a una atención médica sin prisa, eficaz, eficiente, segura y humana, se imponen cambios de mentalidad, en dirigentes, profesionales y ciudadanos. Necesitamos calma...
The Calm