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lunes, 26 de octubre de 2009

Louis Armstrong, el comienzo grande del jazz

Amo a Pops, amo la forma en que canta, la forma en que toca, todo lo que hace, excepto cuando dice algo en contra de la música de jazz moderna. Miles Davis

Louis Armstrong (1901-1971), en quien convencionalmente se establece el punto de partida de la historia del jazz –en la ciudad de Nueva Orleans, donde nació– fue el principal responsable de que el Jazz dejara de ser un estilo colectivo para transformarse en un arte de solista. Su genio y su capacidad interpretativa son únicos, su voz ronca y su trompeta intensa inconfundibles. Habría que esperar a dos saxofonistas, Lester Young, a finales de la década de 1930, y sobre todo a Charlie Parker, a mediados de la década de 1940, para que se reconociesen y desarrollasen sus ideas brillantes de fraseo y ritmo melódico.

El talento de este cantante y trompetista enérgico y vital, conocido como “Satchmo” (boca grande), “Satch” y “Pops”, se revela en su virtuosismo y su gran capacidad de improvisación. Nada tocable parecía resistírsele (¿qué fue lo que no tocó o cantó este hombre?) y todo lo interpretaba con mucha expresividad y un gusto exquisito. Pero además de tener un gran oído musical, su personalidad era irresistible. Creo que representa la extrema vitalidad del Jazz, junto a Dizzy Gillespie y Lionel Hampton. Satchmo es uno de esos músicos imprescindibles y entrañables sin los cuales la historia de la música no sería la misma.


La figura única de Louis Armstrong me inspiró hace mucho una composición pretendidamente poética


LOUIS ARMSTRONG

“Parabá-parabá”
El aire pasa nítido,
se contornea y danza,
aviva hasta la médula
en su infinito ritmo,
entrando por las venas
inacabable y distinto.
De la trompeta mágica
pasión y humor y gran ternura.
Jamás monotonía
en melodías espontáneas
que fluyen transparentes
sin esperar la muerte.

“Ah dubi-dubi-dá”
¡Y la quebrada voz tan cálida!
Es maternal susurro,
amigable encuentro,
bocanada amante,
enorme lago negro
inmerso en noche sosegada.
Un modo de comunicar
inconfundible.
Sólo esa boca irrepetible
para boquilla deseosa,
sólo esos dedos como mazos
para pistones expectantes.

¡Oh Satchmo! ¡Toca fuerte!
Ya sé el secreto del sonido
extraordinario
y del relato proverbial
de tu metálico instrumento:
el trato que es dulzura,
el alma que le insuflas,
la vida entre las amplias manos.
¡Oh Satchmo! ¡No nos dejes nunca!
¡Viva por siempre
en los espacios celestiales
la vibración multicolor
de tu negrísima garganta!

[1998, oct.]
____
A continuación una sintética biografía audiovisual de Louis Armstrong.


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***

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