Diálogo entre el Dr. Abré, médico de familia, y el diputado Vivales:
Dr. Abré.- No entiendo porqué tengo que poner mis medios para realizar un servicio domiciliario público.
Sr. Vivales.- Es que le va en el sueldo.
Dr. Abré.- Creo que el complemento de dispersión geográfica trata de compensar la penosidad del desplazamiento, en ocasiones fuera de la jornada, no la gasolina.
Sr. Vivales.- Es posible…
Dr. Abré.- ¿No está claro?
Sr. Vivales.- Aquí casi nada lo está.
Dr. Abré.- Cuando estudié la carrera nadie me dijo que para ejercer como médico necesitaba tener un vehículo, ni siquiera carnet de conducir.
Sr. Vivales.- Bueno, hoy en día todo el mundo…
Dr. Abré.- Además, ese complemento se imputa en la declaración de la renta; en cambio usted no tiene que declarar sus dietas y primas por kilometraje.
Sr. Vivales.- Es la ventaja de ser político.
Dr. Abré.- Entonces… me equivoqué de carrera.
Sr. Vivales.- (Silencio y sonrisa cínica.) C’est la vie!
Este diálogo, con el que doy comienzo a una nueva sección, ha sido inspirado por dos noticias (recientes) sobre las dietas por kilometraje de los diputados: “Los diputados cierran filas en la defensa de las dietas de kilometraje” (en esto no hay color político) y “El Parlamento de Galicia reformará las dietas a diputados” (cada diputado gallego tiene un coste medio de 218.726 euros, al parecer menos que en otras CCAA)*. Y oportunamente ha llevado a otra (de hace unos años) sobre la larga reivindicación de vehículos para la asistencia domiciliaria, en busca de una solución para el transporte domiciliario: “Negativa de trabajadores sanitarios a realizar las visitas domiciliarias con sus propios vehículos”.
*Según el artículo 17.2b de la Ley 35/2006 (del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas), diputados y senadores, miembros de las asambleas legislativas autonómicas, concejales de ayuntamiento y miembros de las diputaciones provinciales, cabildos insulares u otras entidades locales, quedan excluidos de tributar por la parte que se les asigne para gastos de viaje y desplazamiento.
¡La de "avisos" que he tenido que hacer, querido "Dr. Abré" sin "coche oficial" ni nada! ¡Ni siquiera una humilde "bicicleta oficial"! A veces, por caminos sin asfaltar, hundiéndome en el barro... Y, si se estropeaba el vehículo privado había que buscarse la vida...
ResponderEliminarPor suerte para mí, pude salir de "aquello". Pero me has hecho recordar...
Un abrazo.
En tiempos de maricastaña a lsindicalistas les preguntamos por qué no pedian para el personal sanitario que a la hora de comprar coche se nos quitara el iva por ser el coche un instrumento de trabajo...en 2010 aun estoy esperando la respuesta
ResponderEliminarEstupenda entrada, Jose Manuel, no sé si les llegará el post a su señores diputados, pero debería. Tenemos de alguna manera que hacerles ver las incongruencias e hipocresías de sus señorías. Que no nos tomen el pelo, como ciudadanos que somos.
ResponderEliminarGracias
Yo también me hundí en el barro -y en algo más-, caminando por "corredoiras" en duros inviernos, e insté más de una vez a nuestros teóricos representantes a reclamar medios o compensaciones. Esta entrada es el comienzo de un nuevo enfoque, directo y melodramático, para tratar algunos temas sanitarios. Gracias, Francisco, Anónimo y Enrique, por vuestras interesantes aportaciones.
ResponderEliminarEn nuestro país el bolsillo del médico muchas veces financia no solo su desplazamiento hasta locales distantes en los Andes, mas también la implementación de algunos servicios en la posta de salud a la que es destinado. Mientras que nuestros congresistas ganan bonificación por escolaridad, a pesar que algunos carecen de hijos. Una congresista no quería reembolsar dicho fondo "porque lo estaba usando para curar a su padre enfermo"...
ResponderEliminarEn todo sitio se cuencen habas, pero con sazón diferente.
Ciertamente, Tony, en todos los sitios se cuecen habas, aunque sea con diferente sazón. Y los privilegiados son, acá y allá,los mismos a los que se les llena la boca proclamándose "servidores" del pueblo, mientras se les endurece más la cara conforme más tajada sacan de su ventajosa situación (todo porque se les deja y consiente).
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