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jueves, 18 de marzo de 2010

Estudios folklóricos, cancioneros y archivos

Los estudios folklóricos se iniciaron en el siglo XIX, con los folkloristas románticos. En España, el movimiento folklorista dio comienzo con el ilustre musicólogo Felipe Pedrell (1841-1922), pilar decisivo en la concienciación de las raíces propias, a quien habrían de seguir Albéniz, Granados, Falla y Turina. En su faceta de recopilador de canciones folklóricas, con la inestimable ayuda de colaboradores, su Cancionero Musical Popular Español (1919-1922), editado en cuatro volúmenes, supuso el culmen de sus desvelos.


El de Pedrell es una buena muestra de los cancioneros, colecciones de cantos folklóricos que vienen publicándose especialmente desde el Romanticismo hasta nuestros días (aunque hay buenas muestras de recopilaciones de canciones y villancicos procedentes del Renacimiento: C. de Palacio, C. de la Colombina, C. de Upsala, C. de Medinaceli). Otras colecciones de piezas del folklore hispano fueron editadas aquí y allende nuestras fronteras. De las publicadas en nuestro territorio, basten dos buenos ejemplos: el Cancionero Musical de la Lírica Popular Asturiana (1920), de Eduardo Torner (1888-1955), y el Cancionero Musical de Galicia (1942), de Casto Sampedro (1848-1937).

Desde el comienzo de los estudios folklóricos musicales se realizaron grandes esfuerzos por recoger y grabar cánticos de cada pueblo antes de que se extinguiesen para siempre. En este campo han destacado notablemente los países escandinavos y rusos, además de Alemania, Austria, Bohemia, Hungría, Rumania, Bélgica, Holanda e Inglaterra, creándose archivos folklóricos como los de Upsala, Lund –ambas ciudades de Suecia–, Helsinki, Copenhague, Oslo y Dublín, para el adecuado almacenamiento del legado documental referente a la música tradicional; vendrían a ser equivalentes a los más conocidos archivos históricos.

¿E Hispania? En este apartado, como en otros, el país con el mayor patrimonio folklórico musical de Europa parece haberse quedado bastante descolgado, a pesar de los esfuerzos en investigación.


La investigación de la música tradicional o etnomusicología (originalmente denominada “musicología comparada”) es una disciplina apasionante. Considero la busca y recuperación de tesoros desaparecidos del folklore musical una labor encomiable, envidiable y benefactora: el esfuerzo placentero de desenterrar, transcribir y divulgar sonoridades del pasado para enriquecer sonoramente el futuro. La diversidad descubierta podrá ser entendida por propios y extraños, siendo el lenguaje musical universalmente asimilable a través de lo sensible.

Por lo tanto, convendrá difundir y compartir los propios tesoros, la particular belleza sonora comúnmente comprensible. Porque aunque cada país considera las canciones folklóricas como patrimonio nacional, parafraseando a Edwin J. Stringham podemos afirmar que la canción popular trasciende las fronteras, tiene la sencillez y universalidad que resume la experiencia humana en unos cuantos rasgos, y va directa al corazón en un lenguaje que todo el mundo puede entender.
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Esta es una parte de un ensayo publicado en Filomúsica (revista electrónica de música culta), al que puedes acceder si te interesa el tema:

4 comentarios:

  1. Mi más sincera felicitación por tu ensayo, José Manuel.
    ¡Interesantísimo!

    Un abrazo.

    ¡Ah! y ya que me retrasé un día en felicitarte el cumpleaños, hoy, no se me olvida hacerlo con la onomástica (al menos en lo que a su primera mitad se refiere).

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  2. Rescatar las melodías de nuestros pueblos es una de las tareas más importantes, ya que no hay arte tan sublime y universal como la música, una gran entrada amigo José Manuel.

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  3. Agradecido, Francisco y Tony, por vuestra valiosa aprobación.

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  4. por k no ponen k es la melodia folklorica eeeeeeeeeeee.................

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