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lunes, 27 de septiembre de 2010

A través de la historia de la música (1): La denominada música antigua


En los primeros tiempos la música tenía una finalidad religiosa, ya en el paganismo griego y romano. El año 476, con la caída del Imperio romano, establece una referencia: el fin de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media. Nada se sabe de cómo sonaría la música de la Antigüedad, anterior a la fecha señalada, puesto que al no existir notación escrita permanece desconocida. En cambio, tenemos conocimiento de la música medieval, y con ella comenzamos nuestro recorrido histórico.

En la liturgia cristiana se impuso un canto monódico sin acompañamiento, influido por la música de la sinagoga judía y de las canciones profanas, que sería conocido como canto gregoriano debido al impulso del papa Gregorio I (540-604); con este hito comienza la historia de la música occidental. Se utilizaban por entonces los signos musicales más antiguos conocidos: los “neumas”, o sea los embriones de la notación musical moderna. La otra música meramente mundana, aun conviviendo con la religiosa e influyéndola, no habría de adquirir la debida aceptación oficial hasta que, ya en el Renacimiento, algunos maestros de capilla, entregados a composiciones destinadas al culto o para celebrar cualquier acto de contenido religioso, la fueron introduciendo, en ocasiones casi subrepticiamente bajo la mirada recelosa del obispo de turno.

Después de la simple melodía sin acompañamiento que supone el canto gregoriano, a partir del s. IX se inició la búsqueda de una música más elaborada, comenzando a desarrollarse contramelodías sobre la base melódica, lo que habría de dar lugar a la polifonía (varias voces), característica de la música occidental. Al mismo tiempo la notación musical evolucionó, empleándose líneas paralelas y espacios para facilitar la interpretación de varias voces simultáneas, aparte de otros elementos referentes a la duración de las notas que no vienen ahora al caso; digamos tan sólo que a finales del s. XIII ya estaba impuesto el sistema moderno. Además, con la música religiosa convivió otra profana, menos elaborada: la monodia profana (una sola voz con acompañamiento instrumental) de los músicos itinerantes: juglares y posteriores trovadores. Como imperecedero legado de este siglo podemos señalar las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio, y las 6 Cantigas del juglar gallego Martín Códax.

Iniciado el s. XIV se verificó otro cambio estilístico: el ars nova o arte nuevo (hacia 1320), que aportó una mayor complejidad y libertad rítmica, entretejiendo una trama melódica contrapuntística sobre un mismo ritmo (isoritmo). Se compusieron “motetes” y “misas” basados en esta innovación musical, pero sobre todo se prestó más atención a la música profana; las melodías sin armonizar de juglares y trovadores cedieron ante las canciones a dos y tres voces, determinadas por la estructura métrica y estrófica del texto, como las “baladas” al uso en Francia o los “madrigales” en Italia. El ars nova supone el tercer punto de referencia de la música medieval, junto con la polifonía (s. IX) y el canto gregoriano (s. VI).

La música en la Edad Media

Llegado el fin de la Edad Media, comenzó el Renacimiento (aproximadamente desde 1400 o 1450 hasta 1600) con sus ideas renovadas. La música renacentista restó importancia al contrapunto previo –se impuso el contrapunto imitativo–, prefiriendo la sencillez, la suavidad melódica y la elegancia. Cobró gran importancia la “misa” como composición, con una característica de la era renacentista: la clara influencia de elementos profanos. Y nació la “ópera”. Nuestro principal músico renacentista, Tomás Luís de Victoria (1548-1611), autor de piezas religiosas de extraordinaria profundidad, es para muchos el representante supremo de la música hispana. Palestrina (1525-1594) y Monteverdi (1567-1641) son representativos de esta época, y el último personifica la transición a la música barroca.

La música en el Renacimiento

Resumiendo, en la denominada música antigua occidental, el monódico canto gregoriano, la polifonía y el ars nova o arte nuevo, que dio lugar a motetes y misas, supusieron tres hitos consecutivos de la música sacra, imperante pero coexistente con otra profana: en el Medioevo la monódica de juglares y trovadores, mucho menos elaborada y trascendente, y en el Renacimiento la polifónica de los madrigales y la ópera, la forma musical más compleja.
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Enlaces externos relacionados:
Entre otros: Juan del Encina, Francisco de Peñalosa, Mateo Flecha, Cristóbal de Morales, Antonio de Cabezón, Tomás Luis de Victoria.
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4 comentarios:

  1. Me matriculo en este Curso de Historia de la Música. Con tan excelente Maestro el interés está asegurado.

    Un abrazo.

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  2. Pues mucho me alegro, querido Francisco, de tener tan sensible e ilustrado seguidor.

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  3. En la historia de la música tenemos pocas compositoras, pero ha llegado hasta nuestros días algo de una de la edad media: Hildegard de Bingen, nacida a finales del siglo XI. Mujer prodigiosa y polifacética, adelantada a su tiempo. Recientemente se estrenó una película biográfica "Visión" en la que suena alguna de sus canciones. También hay una página web en las que se puede escuchar.
    Muchos saludos Jose Manuel.
    Conchi.

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  4. Se te echaba de menos, querida Conchi, por este espacio médico-meléodico. Y ahora que hablas de la compositora Hildegard von Bingen, compruebo que en la relación de compositores figuran otras mujeres: Kassia o Santa Casiana (810-c. 867), Francesca Caccini (1587-1640), Clara Schumann (1819-1896)… No son muchas las reconocidas, pero hemos de pensar que detrás de muchos grandes compositores había posiblemente alguna mujer inspiradora.
    Gracias por tu aportación, que tendré en cuenta para una futura entrada sobre mujeres compositoras. Un bico.

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