Las muchas promesas disminuyen la confianza.
Horacio
Más vale un ‘toma’ que dos ‘te daré’. Refrán
Sabemos que sobran promesas electorales para incumplir. Bastaría un programa concretado en el firme propósito de acabar con los singulares males de Hispania:
Nos esforzaremos en combatir la chapuza, la improvisación y la picaresca
Esto incluiría el rechazo al latrocinio, al nepotismo y a los privilegios. Y supondría seriedad, transparencia y rigor (disciplina). Aunque quizás convendría explicitar:
Procuraremos el bien común, el reconocimiento del esfuerzo y el progreso general
Sobrados de envidia, de aristofobia (odio a los mejores) y de andar a la greña entre partidos de diferente signo, tampoco estaría mal un anexo que recogiera:
Y habrá de movernos la honradez, la sinceridad y la cortesía
Quién sabe si el buen ejemplo de los políticos mejoraría la conciencia ciudadana, rebelándose contra el fraude, el absentismo laboral y el incivismo. Pero, ¡ay!, cuesta creer que desaparezcan de la noche a la mañana todos los humanos vicios socio-político-económicos: las prerrogativas de políticos y banqueros, la anulación sindical, la injusta justicia, la penalización del trabajo legítimo, la desigualdad de oportunidades, la negación de la libertad..., mientras se vocea la igualdad mal entendida (¡ah, Cambalache!), se expande la corrupción y se afianza la cultura del pelotazo. ¿Será posible cambiar el rumbo de la historia?
The Promise of the World
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Y las promesas electorales incluyen, por supuesto, las sanitarias:
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