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martes, 31 de diciembre de 2013

Al final de 2013


El año que se va nos ha traído a (casi) todos una merma de derechos y de poder adquisitivo. Los recortes se han cebado en unos más que en otros, pero en general todos hemos perdido. Sueldos más bajos e impuestos más elevados han sido unas de las principales estrategias gubernamentales para corregir el déficit público en Hispania, fruto de decisiones políticas erróneas, de malversaciones y de la codicia de los poderosos. Los ciudadanos han sufrido las consecuencias con mayor o menor resignación. Y los trabajadores en particular (no hablemos ya de parados sin derecho a prestación), han sido golpeados repetidamente con el mazo desmoralizador, hundidos sin piedad en la desilusión, por más que los esfuerzos traten de impedir el pleno desencanto, acrecentado desde mi óptica desde el anterior diciembre.
Es una sensación amarga entre momentos agridulces y verdaderamente deleitosos. Supongo que habrá que confiar en tiempos mejores. Para la Sanidad no van a ser fáciles. Para la Educación creo que tampoco. Para la Justicia, ¿qué quieren que les diga? Para los ancianos enfermos y con pequeñas pensiones el panorama no es el mejor. Para los niños inocentes el futuro se presenta demasiado alargado. Para los jóvenes formados las expectativas se vislumbran afuera. Para las mujeres maltratadas no se advierte el final del violento túnel. Para los hombres soñadores tampoco es ésta la mejor de las geografías, ni mucho menos. El horizonte es turbio para todos aquellos que aquí viven (o sobreviven) y no gozan de privilegios, ni saquean lo público. 
Nada me perturba más que sentirme ciudadano de un país, o de un Estado, que en sus pilares fundamentales hace aguas y cuya turbidez marca la diferencia. Un país en el que cuando sube el precio de los carburantes se le aplica el incremento inmediatamente al usuario, pero cuando baja se le demora descaradamente el descuento. Un país en el se produce un progresivo e imparable incremento del coste de la electricidad, sin que haya un motivo que pueda entender un universitario. Un país en el que la supuesta liberalización de las empresas que brindan servicios elementales funciona en realidad como un oligopolio. Un país que me duele y en el que procuro no desfallecer aferrándome a una aspiración y un reto. Un país que, alejado de toda lógica, parece fruto del mayor absurdo…

Pero no carguemos negativamente el pensamiento: Don't Worry Be Happy! De momento se va el año acabado en trece, un número que, pese a pesar de todo me gusta (quizás porque nací en un día trece). Por lo pronto va a dar comienzo el acabado en catorce, sin que vea ningún significado en ello (allá cada uno con su creencia en la numerología), aunque espero que llegue melodioso. Y como no quiero mantenerme en mis trece, y como además estoy contento porque al final del año he recibido "un dulce dardo", quiero brindar a los lectores de este blog médico-melódico mis mejores deseos de dicha: 

¡Que venga el nuevo año cargado de buenas nuevas! 
¡Salud y paz para todos! 
¡Feliz 2014!



El autor del blog

4 comentarios:

  1. ¡¡Feliz Año Nuevo!! (a pesar de todo)
    Motos bicos, querido José Manuel.

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    1. Sí, querida Lola, Feliz Año a pesar de todo (lo menos bueno).
      Besos a ritmo de Marcha Radetzky.

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  2. Comparto tu reflexión y deseo que 2014 sea suave con los maltratados, soportable para la mayoría y espantoso para los autores de este desaguisado en que vivimos. (Esto último no lo dice nadie, pero lo pensamos muchos)

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    1. Yo también tengo a menudo que frenar el pensamiento, Martin, pero reconozco que en vez de maldecir habría de bastar la madurez ciudadana (a través de la formación de la que, tristemente, carece) para pararle los pies a tanto indeseable. Y me temo que necesitaremos muchos lustros para alcanzar dicha madurez.
      Gracias por tu grata visita.

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