Águila herida |
El mejor médico es aquel en quien el escepticismo no ha destruido la esperanza. Después de la religión, la Medicina es la actividad humana en la que más se usa la palabra fe. Florencio Escardó, "El alma del médico"
A diario asistimos a manifestaciones de profesionales de la
medicina que expresan su entusiasmo por escrito. Dejan oír su optimista voz silenciosa que se
transmite mediante la magia de la electrónica, para llegar a otras almas y
acaso reavivarlas. Lo hacen en foros, en blogs, en las redes sociales, en los
nuevos medios de comunicación que alcanzan una gran difusión -no hace tanto
inimaginable- y, por ello, llegan a muchísima gente. Difunden sus experiencias,
sus conocimientos, sus aspiraciones, su confianza en venideras mejoras.
No pocas veces los más optimistas, aquellos que nunca ceden
al desaliento, han elevado mis comisuras y alzado mi espíritu. Pues lo mismo
que unas palabras energizantes, una mirada estimulante o una palmadita en la
espalda, una misiva calurosa, un artículo euforizante o un ensayo alentador
pueden surtir el mismo efecto benefactor. Los individuos sumidos en un estado
pusilánime necesitan muchas veces de positivos estímulos externos, de otros sujetos más enérgicos que los hagan salir de
su marasmo. Y lo mejor es escapar cuanto antes de las situaciones de abatimiento.
Sin embargo, también podemos comprobar declaraciones de
otros médicos que, por desgracia, han caído en una profunda postración.
Se expresan a través de los mismos medios que los entusiastas, pero con una voz
amarga: se sienten maltratados y emocionalmente agotados. Apuesto que son galenos entregados, vocacionales,
de espíritu humanista, en otro tiempo fervorosos, que en lo profesional ya han
tocado fondo por adversas circunstancias, víctimas de una mala gestión sanitaria y una errónea aplicación de la economía de la salud. O de otro modo, profesionales quemados, largamente estresados, cuya frustración los priva de toda
expectativa. (*)
Bien sabemos que las circunstancias por sí solas, no siendo
extremas, no bastan para doblegar las voluntades. Son las personalidades
incapaces de adaptarse las que ceden a los influjos negativos. Es más, se llega
a decir que el espíritu no sufre discapacidad. Con todo, el desgaste
profesional está propiciado a menudo por la opresiva carga laboral, especialmente en el primer nivel del sistema sanitario,
desprovisto de incentivos, de acicates, de alicientes, que impide toda
posibilidad de mejora y donde campea la mayor desconfianza.
Desde aquí toda mi comprensión para quienes sufren los
avatares de un medio sanitario desnortado, que frustra las legítimas aspiraciones y conduce al más insulso
adocenamiento. No olvidemos que los médicos también enferman, que también son pacientes; y un
médico enfermo lo está doblemente. Y por supuesto mi ánimo a los compañeros
profesionalmente malheridos, cuyo vuelo ha sido detenido, con el deseo de que no echen todo al abandono,
que logren blindarse de malos mandatos y salgan a flote, con ayuda y/o por su propia voluntad,
felizmente renovados.
(*) El profesional de la medicina, rehén de su "monocompetencia", desearía entonces ser polivalente o policompetente; sabiendo hacer otras cosas, tendría la posibilidad de otras opciones laborales, acaso más gratificantes.
Un tema sensible y que es de actualidad esto del burnout. Si las condiciones laborales mejorasen... otro sería el cantar, pero solo en parte. Hay otros factores complejos en la génesis de estos fenómenos, tanto de orden externo como interno.
ResponderEliminarAunque, si al menos dispusiese de más camas en mi servicio de emergencia...
Un abrazo, amigo José Manuel y gracias por tu sensibilidad a este problema y tu aliento.
Lo peor, amigo Lizardo, es que en algunos casos sean tan decisivos los condicionantes externos. En todo caso es decisiva la fortaleza personal para no llegar al desgaste profesional.
EliminarUn fuerte abrazo antidesgaste.
Es posible que nuestro amigo Burnout no existe sólo en los hospitales y consultorios, también en la aclamada salud ocupacional, en dónde se cuestiona al equipo de salud ante los diagnósticos de un accidente de trabajo, en donde se satura de papeleo y trámite administrativo, en dónde es más importante un reporte que el paciente mismo, una prima de riesgo que la prevención de accidentes, como si estuvieran ahí para arreglar máquinas y no para dar salud a los trabajadores...
ResponderEliminarDesde luego, Daktari. Existe en todos los ámbitos, condicionado por inconvenientes como los que señalas y primando los intereses financieros sobre lo humano.
EliminarUn saludo y gracias por tu comentario.