Quién pudiera estar así, tumbado a la bartola, echado en una hamaca o sobre esa cama típica de la India, hecha de madera, cinchas y cuerdas ligeras, tan sencilla y a la vez tan práctica, que llaman Charpai o Charpoy. ¡Quién pudiera! Sobre todo en una tarde calurosa, de esas que invitan a estar a la sombra y sin pensar en nada; o después de una mañana agotadora, tras la que uno queda rendido por trabajar acelerado y a destajo. Debe ser muy cómodo y relajante el charpoy. No debe estar nada mal cuando inspiró al gran Duke Ellington, o más exactamente a su alter ego Billy Strayhorn. Viéndolo me entran ganas de echarme una siestecita. Y escuchando las sordinas de la maravillosa orquesta del duque... ¡ahhhhhh!, ya empiezo a bostezar...
Sí, dan ganas de echarse una siestecita, pero la pipa que tiene al lado el gachó seguro que ayuda a hacer conciencia plena, jeje.
ResponderEliminar¡Vaya! ¿Eres el Willy que creo? Pues, ¡venga!, con pipa de agua o sin ella, así tumbadito después de comer presta más la digestión.
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