BERGANZA.- Desa manera, no haré yo mucho en tener por señal portentosa lo que oí decir los días pasados a un estudiante, pasando por Alcalá de Henares.
CIPIÓN.- ¿Qué le oíste decir?
BERGANZA.- Que de cinco mil estudiantes que cursaban aquel año en la Universidad, los dos mil oían Medicina.
CIPIÓN.- Pues, ¿qué vienes a inferir deso?
BERGANZA.- Infiero, o que estos dos mil médicos han de tener enfermos que curar (que sería harta plaga y mala ventura), o ellos se han de morir de hambre.
De El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes
En este fragmento de la novela ejemplar de Cervantes, advertimos la querencia ya de antiguo por los estudios de Medicina y que, en previsión de tanto médico potencial, no habría de haber pacientes suficientes para todos los galenos. Pensemos que en ese tiempo solo estudiaban hombres, quedando las mujeres relegadas a sus labores hogareñas. Tampoco había una industria de la salud con intereses como los de hoy en día. De ahí que de la conclusión puesta en boca de uno de los perros habladores, Berganza, varios siglos después podamos inferir nosotros la necesidad de aumentar la clientela para beneficiar a dicha industria. ¿Cómo? Etiquetando a más individuos de enfermos. Lo hemos visto al hablar de víctimas de salud y de la creación de enfermedades. Sin necesidad de llegar a la radicalidad expuesta por la doctora Ghislaine Lanctot en La mafia médica ("De manera oficial, el sistema [de salud] está al servicio del paciente pero, en la realidad, está a las órdenes de la industria que mueve los hilos y mantiene un sistema de enfermedad para su beneficio"), no puede pasar inadvertida la estrategia censurable de aumentar el número de enfermos, es decir, la clientela, de manera tan poco ética.
Y la creación de enfermos nos lleva, sonoramente, a esa gran Creación...
Y la creación de enfermos nos lleva, sonoramente, a esa gran Creación...
"Dueto de Adán y Eva", de La Creación - Joseph Haydn
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