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miércoles, 22 de junio de 2016

La humana fragilidad


[Microrrelato]

Había rebasado la barrera de los 90 y todavía se mantenía ágil. Jugaba a las cartas con otros jubilados, realizaba a diario buenas caminatas, se defendía cocinando y razonaba lo suficiente para no ser etiquetado de sujeto con demencia. Se mantenía joven en su edad provecta. Era mi abuelo, antaño ferroviario, un hombre sano hasta poco después de entrar en su décima década; mantenía una buenísima funcionalidad en comparación con la mayoría de los de su quinta. Pero un día perdió sus facultades físicas, que no las mentales, y se fue deteriorando con una rapidez inusitada. Se convirtió de la noche a la mañana en un anciano frágil, demasiado vulnerable, en un ser que precisaba ayuda, cuidados que hasta entonces no había necesitado. Cosas del sensor del envejecimiento y del tumor pancreático que comenzaba a manifestarse con toda su crudeza hasta acabar con su vida. 

Por mucho que uno lleve una vida “sana”, todo tiene un límite


La pérdida de la funcionalidad y el comienzo de la fragilidad en los ancianos no siempre es obvia. Se intuye con la edad muy avanzada, las caídas frecuentes, las hospitalizaciones, la debilidad muscular (la sarcopenia: pérdida de masa y fuerza de la musculatura esquelética), la pérdida de habilidades, la dificultad para realizar tardas cotidianas… y se constata con el deterioro de órganos y sistemas corporales, con la discapacidad manifiesta y la dependencia absoluta. El anciano frágil es un individuo discapacitado y dependiente, inestable y ya poco o nada adaptable, que necesita de muchos cuidados, de particular protección, de un mimo especial. La expectativa de vida ha aumentado mucho y, en consecuencia, el número de individuos frágiles que requieren atención geriátrica. Morir en plenitud de facultades a una edad muy avanzada no es moneda corriente.

Al fin y al cabo, todos somos frágiles hombres de hojalata...

Tin Man - America
[Vídeo post. por eliminación del previo]

Y el mismo Hombre de hojalata muchos años después:

Nota melódico-cinematográfica.- La canción “Tin Man” (Hombre de hojalata), toma el nombre de El mago de Oz, la película favorita de Dewey Bunnell, vocalista y guitarra del grupo America, además de autor de esta pieza. Me quedo con un análisis del blog Ekelele Kua, en el que se puede leer: 
Oz cuenta la historia de alguien que descubre por sí misma el poder que posee en su interior, y a la vez ayuda a sus amigos a encontrar lo que ellos piensan les falta, pero que en realidad nunca han dejado de tener. Es una historia de empoderamiento, a través de los 4 sentimientos esenciales a la naturaleza humana: el coraje, el corazón, la espiritualidad y la honestidad. 
Y sobre la canción en particular:
...la mayoría de la gente, incluyéndome a mí, no entiende bien del todo lo que se pretende decir con la letra. Sin embargo, este verso habla por sí mismo: “Oz nunca le dio nada al hombre de hojalata que él ya no tuviera”. Ese es el coro principal y todo el eje de Tin Man, del grupo America... Perfecta sincronización de instrumentación, voces y sobre todo, una melodía que transita en un tono reflexivo, invitando a la meditación. Especialmente sobre uno mismo.

3 comentarios:

  1. Tienes razón
    Es como amanecer un día con la edad auténtica de tu DNI en la cara.
    Como caer de un estado de potencial fragilidad a un estado donde las perdidas de algunas capacidades de alguna forma condicionan tu vida y tu autonomía.

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  2. Tienes razón
    Es como amanecer un día con la edad auténtica de tu DNI en la cara.
    Como caer de un estado de potencial fragilidad a un estado donde las perdidas de algunas capacidades de alguna forma condicionan tu vida y tu autonomía.

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    Respuestas
    1. Sí, Juan, es como sentir un pellizco que te despierta a la realidad o recibir un puñetazo que te deja definitivamente noqueado.

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