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miércoles, 24 de enero de 2018

La psiquiatrización de la sociedad

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Nos están vendiendo enfermedades psiquiátricas con el fin de vendernos píldoras de la felicidad. Nos estamos convirtiendo en una sociedad de adictos a las pastillasAllen Frances

Allen Frances, uno de los psiquiatras más prestigiosos de EEUU, ha estado recientemente en España hablando de la psiquiatría y cómo está relacionada con la sociedad. (...)

El doctor Frances está involucrado en la elaboración del libro DSM, manual estadounidense dónde se recogen los diagnósticos de las enfermedades. Colaboró en la tercera edición y dirigió la cuarta. En la quinta edición no ha participado y es la que más críticas está levantando. En esta última edición se han categorizado enfermedades que el doctor Frances no considera como enfermedades reales, un ejemplo de ello sería la adicción al sexo. Según su punto de vista y el de muchos otros especialistas, lo que se pretende es psiquiatrizar a la sociedad

¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la Psiquiatría (Ariel) es como se llama su libro y el motivo de su visita a Madrid. En él afirma que si siguiese los patrones del nuevo DSM, él mismo padecería un trastorno neurocognitivo menor ya que según se hace mayor se olvida de algunas cosas, también sufriría el síndrome de atracones ya que le gusta comer y todo lo que ve o tiene a su alcance se lo come. 

Además del manual, también es muy culpable de querer achacar enfermedades a todo el lobby de la industria farmacéutica. (...) Por ello se necesita una reeducación que afecte a toda la población. Muchos pacientes se sienten mal y piensan que por ir al médico y que éste les recete una pastilla van a estar mejor y no siempre es así. 

Su homólogo el doctor Peter Gotzsche, director del Nordic Cochrane Center (centro dedicado a evaluar la evidencia científica en tratamientos médicos, denuncia que el uso de medicamentos prescritos es la tercera causa de muerte después del cáncer y de las enfermedades cardíacas. (...) “algunos medicamentos, como los antidepresivos, tienen una eficacia similar a la del placebo”. 

Según las estadísticas, España ocupa el segundo puesto en consumo de tranquilizantes. Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense afirma: “No somos un país con más trastornos de ansiedad. Tendemos a psicopatologizar algunos problemas de la vida, por ejemplo, el duelo. La tristeza es normal tras perder a un ser querido. Ir al médico a sabiendas que te va a dar una pastilla es patologizar un problema que no es una enfermedad. La OMS dice que en los duelos no se deben dar psicofármacos. No lo dice por cuestión ideológica sino porque hay personas que se pueden enganchar para toda la vida”. 

Otro problema que puede derivar al uso incontrolado de los fármacos es la atención primaria. Los médicos de esta unidad tienen aproximadamente tres o cuatro minutos para atender a cada paciente. (...) En España, ha aumentado el consumo de ansiolíticos e hiptnóticos en un 57,4% entre el año 2000 y 2012. Muchos de los problemas emocionales o psiquiátricos están derivados de la crisis económica: ansiedad y depresión por el paro, situación económica, fracaso escolar, etc.


Vemos por tanto una preocupante afectación de la salud mental de la población; y la psiquiatría, como ciencia médica, tiene mucho que decir... o que callar (el exceso farmacológico y la desatención de los factores sociales, nos hacen reparar en la  antipsiquiatría). Además, como parte de la medicalización de la vida, se habla de psiquiatrización de la vida, en el sentido de que todo malestar psíquico se interpreta como algo patológico. La educación y la información, o más bien la deficiencia educativa y la intoxicación informativa, contribuyen a este nuevo mal. Cabe plantearse el dar un nuevo enfoque a la atención a la salud mental (con los ‘necesarios’ psiquiatras y psicólogos clínicos), en este contexto de psiquiatrización de la vida, que conlleva muchísima demanda y desborba los servicios de salud. Necesitamos calidad de atención, no cantidad.

SALUD MENTAL. Estado de bienestar mental, que ha ido empeorando por diversos motivos: exceso de información (los ignorantes parece que son más felices), especialmente con la llegada de Internet, con la desmembración familiar y con el envejecimiento poblacional (tendencia a la marginalización del anciano). Podríamos concluir, de modo dramático, que vivimos en un mundo de locos –del que el médico no se escapa–, sin que las auténticas enfermedades mentales hayan aumentado. Pero si no hay bienestar, por definición tampoco hay salud… ¡Vaya lío!

Allen Frances: Abusos de la Psiquiatría y algunas enfermedades inventadas
Los médicos están prescribiendo pastillas como si fueran caramelos.
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La psiquiatría, rama de la medicina que se encargaba del estudio de las enfermedades mentales, se llamó frenopatía [etim.], que también significa «enfermedad mental».

Caminamos hacia una medicina por protocolos y hacia una sociedad de enfermos, porque lo que antes era normal –ahora siguiendo el esquema de salud que auspició la OMS–, ha pasado a ser enfermedad. Según ese esquema, nadie está sano: un adolescente por ser adolescente, una persona mayor, por ser mayor; algo absurdo.
La sociedad desquiciada
En su clásico «La sociedad sana» (1955), el psicólogo Erich Fromm proponía que no los individuos, sino las sociedades enteras «puede que estén careciendo de cordura». Fromm argumentaba que una de las características más decepcionantes de la vida social entraña «la validación consensual». «Se asume ingenuamente que el hecho de que la mayoría de la gente comparta ciertas ideas o sentimientos prueba la validez de esas ideas y sentimientos. Nada más lejos de la realidad… De la misma forma que existe la «folie à deux» [locura de dos: trastorno psicótico compartido] existe la «folie à millions» [locura de millones]. El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no hace de esos vicios virtudes, el hecho de que compartan tantas equivocaciones no convierte esas equivocaciones en certezas, y el hecho de que millones de personas compartan la misma forma de patología mental no los convierte en cuerdos». Fromm concluía que la sociedad occidental moderna estaba perturbada, y que esta locura amenazaba a la mismísima supervivencia de la especie humana.

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