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martes, 3 de noviembre de 2020

Sin horario


Se dice del galeno que es médico las 24 horas. Es decir, que lo es permanentemente. Lo recordaba un ex-consejero de Sanidad, señalando los deberes ajenos y olvidándose de los propios. Pero además obviando los derechos laborales aparejados con una labor ímproba que en ocasiones bordea el límite humano. Sobre esta labor continuada, sin horario, hemos compuesto este poema.


SIN HORARIO

Deseando un lugar ameno
alejado del bullicio incesante del asfalto
—donde alegrar los oídos 
y entretener la mirada en la amplitud de los campos—,
caminaba ensordecido,
ciegamente en la rutina con el paso apresurado.

Crispando apuros y trámites
y aturdiendo obligaciones a la mente sin descanso
—porque no cantaban grillos
ni podían contemplarse animales en los pastos—,
con la vida encadenada
en un aire irrespirable, aún seguía soñando.

Escuché un grito muy cerca,
y al darme pronto la vuelta vi que era un hombre aplastado
—no por la roca de un monte
ni por imprevisto alud ni por gigantesco árbol—
debajo de un camión,
en decúbito e inmóvil en el suelo ensangrentado.

Y hacia allí me fui corriendo
a socorrer al herido que había sido atropellado
—olvidando la campiña,
la fragancia de las flores y el canto de los pájaros—,
llamado por el deber,
en este mar infinito que ama y mata sin horario.

Moments Without Time – Yanni

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