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jueves, 29 de enero de 2009

Atención Primaria versus Especializada


Parece estar en el ánimo de la autoridad sanitaria aliviar las listas de espera hospitalarias (de Atención Especializada o Secundaria) derivando pacientes a la Atención Primaria. Como desvestir a un santo para vestir a otro, pero en este caso al revés. ¡Esperpéntico, surrealista y triunfalista! Un despropósito sanitario para asombrarse primero, estremecer después y encolerizar finalmente. Aquí alguien está ciego, o ha perdido totalmente el rumbo, o vive en otro planeta.

El actual agobio en las consultas de los centros de salud es tal que de ninguna manera procede tomar medidas destinadas a sobrecargar todavía más a profesionales que están trabajando a contrarreloj –¡a las carreras!– y cada día más quemados. Por el contrario, procede liberar a médicos y enfermeros, de ambos sexos, de algunos quehaceres, en pos de la eficacia y la eficiencia. La Atención Primaria de Salud no puede, ni debe, abarcarlo todo y sin límite; ya sería el colmo adentrarse en áreas especializadas, porque se ahogaría definitivamente el primer nivel asistencial.

El usuario del sistema sanitario público sabe bien de la sobrecarga de su médico de cabecera (general o de familia), no desconoce su aislamiento y constata normalmente cómo ha de asumir el trabajo de otro, teniendo más que suficiente con su propio cupo de pacientes. Hasta se compadece de la mala cara que a menudo se le pone a quien ha de velar para que la suya mantenga un color de rosa. ¡Ay, Señor…!

Los cometidos de Atención Primaria y Especializada difieren, aunque el paciente sea uno y el fin de la sanidad el mismo. Por eso me pregunto: ¿A dónde se pretende ir o qué se desea alcanzar? ¿Acaso la desaparición del médico general y, por tanto, de la Atención Primaria? ¿Quizás el objetivo de Atención Primaria vs. Especializada, en el primitivo sentido latino de versus (“hacia”) o en el espurio actual (“contra o frente”)? ¿Tal vez la utópica creación de un supermédico? Percatémonos de que andamos muy escasos de galenos y no hay visos de que la situación vaya a mejorar. Muchos han optado por la emigración (especialmente a Portugal) en busca de mejores condiciones, y se duda que retornen. El panorama es preocupante.

Entonces, ¿por qué no buscar fórmulas sensatas o copiar del exterior? Si los médicos generales trabajasen en unas mínimas condiciones de dignidad, podrían cumplir mejor sus objetivos y satisfacer las expectativas de los usuarios. Por muchas aptitudes y actitudes que atesoren, por más ilusión y buena voluntad que demuestren y aunque deseen lo mejor para sus pacientes, si no dan abasto y tienen que asumir lo que no les corresponde… mala cosa. Así que, como dice mi amigo Laureano: ¡Sentidiño!
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Inspirado en artículo de La Voz de Galicia, de 24 de julio de 2006, encabezado con este titular:

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