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lunes, 8 de junio de 2009

Preservación de la música clásica (1): Educación musical


Gradus ad Parnasum (Ascenso al Parnaso)

No todo el mundo aprecia los valores artísticos de la misma manera, por lo que no debemos extrañarnos de las diferentes sensibilidades: lo que a unos emociona o subyuga, a otros espanta o deja indiferentes. Esto es bueno, porque hace posible la diversidad creadora. Si todos tuviésemos el mismo gusto y siguiésemos la misma línea sensible, permaneceríamos en un tedioso inmovilismo monocorde.

Sin embargo, también la inclinación hacia el “buen gusto” musical se verá facilitada por el aprendizaje. La enseñanza de la música en las escuelas habrá de favorecer desde una temprana edad el entendimiento de las grandes creaciones, y su conocimiento podrá despertar la sensibilidad en los jóvenes escuchantes. La educación en este ámbito es importantísima para la consecución de la apreciación musical.

Tras asistir a un debate sobre periodismo y crítica musical, esta idea se afianzó en quien esto subscribe, impulsándolo a la recreación escrita como Sinfonía Crítica (Filomúsica, nº 84, 2007), estructurada en cuatro movimientos virtuales; el último recoge expresamente este sentir general que, evidentemente, es el propio.

Teniendo un temprano conocimiento del legado musical, muchos niños que de otro modo habrían de permanecer en la ignorancia, serán impulsados a profundizar en sus estudios, bien en escuelas de música o en conservatorios (*). La enseñanza les muestra el camino, pues enseñar es orientar a quienes, carentes de experiencia, permanecen inmóviles y expectantes o andan desconcertados. Los buenos maestros y educadores, a parte de la familia y demás agentes educativos, pueden ser decisivos al respecto.

Con una buena orientación y adecuados estímulos, algunos alumnos que de otro modo habrían de seguir por otros derroteros, dirigirán su vida hacia la melódica senda. De poco valdrá la capacidad innata, la aptitud connatural del individuo, sino se le espolea para que adopte una actitud conveniente. Porque, como diría mi abuela, nadie ha nacido sabido
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(*) Un hecho anecdótico: los hermanos Rubinstein (Antón y Nikolái) fundaron, respectivamente, el Conseervatorio de San Petersburgo y el Conservatorio de Moscú, y por ello fueron muy criticados, porque existía la idea generalizada de que la fundación de un conservatorio, al expender diplomas de acreditación profesional, podría acabar con la proliferación de talentos que había hasta ese momento (como el famoso Grupo de los Cinco), que eran casi todos autodidactas.
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Este artículo es una parte del publicado en Filomúsica (revista de música culta):

Dejo enlaces a dos estupendos blogs de educación musical:

Y otro enlace a un encantador blog sobre inglés y música para niños:

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