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miércoles, 24 de febrero de 2010

Aforismos médicos 5


En esta quinta parte presento otras sentencias concisas y frases extraídas de escritos diversos que he convertido mediante el juego del lenguaje en aforismos, considerando lo expuesto en la primera parte. De la mayoría dejo constancia de la autoría; de los que no tengo certeza prefiero dejarlos como anónimos. Comulgando o no con ellos, os dejo otra docena sobre la vejez y la muerte:
  • Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos. (G. C. Lichtenberg)
  • Lo más triste de la vejez es carecer de mañana. (S. Ramón y Cajal)
  • El anciano propende a enjuiciar el hoy con el criterio del ayer. (S. Ramón y Cajal)
  • Médico viejo, cirujano joven y farmacéutico cojo. (Refrán)
  • No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. (Epicuro de Samos)
  • La vejez es un trasunto de la muerte. (D. García Sabell)
  • Gracias al impulso tanático resulta posible el progreso del mundo. (R. Nóvoa Santos)
  • Si la muerte es un “necesidad instintiva”, la satisfacción de esa necesidad deberá de ser correlativa de un placer o de una emoción de alivio experimentada en la proximidad del desenlace. (R. Nóvoa Santos)
  • El sueño es el noviciado de la muerte. (Plutarco)
  • El cadáver es el fracaso de la medicina. (D. García Sabell)
  • No hay muerte, sino vidas que florecen en la tremenda primavera. No hay muerte. No hay, sino victoria. (F. Jamís)
  • Los médicos, a su pesar, también se mueren. (Anónimo)
***
No todos los individuos envejecen de la misma manera, y aquellos que no mueren prematuramente habrán de someterse a las mudanzas de las sucesivas edades de la vida. Todo cambia (el funcionalismo corporal, las vivencias anímicas, el comportamiento), pero el ritmo varía en función de la constitución psicofísica de cada cual; nos lo enseña la “psicología de la vejez”. Las alteraciones orgánicas van ligadas a las anímico-espirituales; unos al envejecer se hacen bruscos y dominantes, otros más dulces y bondadosos. Las perturbaciones de senectud no obstan para considerar “el arte de vivir”, de envejecer, aunque el arte sea más bien aguantarla. Si la juventud mira hacia delante, cara al porvenir, y el hombre en su madurez contempla un ancho presente donde todo es apremiante, el anciano tiene otra relación con el tiempo: se ve convertido en historia. Rebrotan atesorados recuerdos y pierden validez los sucesos actuales; hay cierta sensación de intemporalidad. Si viésemos desde afuera nuestra vulnerabilidad, nos regalaríamos una sonrisa de indulgencia. Porque al cabo, ¿qué queda, más que la muerte?

1 comentario:

  1. Una más inspirada por el maestro Pitigrilli

    "La fórmula infalible para enamorar a cualquier mujer solo la podemos descubrir en lo más avanzado de nuestra vejez, momento en el cual no no sirve para nada".

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