Es sabido que próximamente habrá que prescribir medicamentos por principio activo, en función del Real Decreto-Ley 9/2011, dirigido a la reducción del déficit público. Luego en la farmacia dispensarán el producto en forma de genérico (nombre del principio activo con apellido o incluso nombre comercial/de fantasía, en ambos casos con indicación “EFG” = Especialidad Farmacéutica Genérica) o de marca comercial. Un ejemplo: el médico prescribe Amoxicilina y en la oficina de farmacia dispensan Amoxicilina Rupérez EFG o Antibiotín (ambos nombres ficticios), éste con o sin el añadido EFG, según se considere o no genérico. Hay que tener en cuenta que de nuevos productos sólo hay marcas, lo mismo que de algunas presentaciones (p.ej. formas prolongadas o retardadas). Como justificación se arguye el control del gasto farmacéutico, pero se vuelve a poner en cuestión del mismo modo que se hizo con la promoción de genéricos. Y en línea con el escepticismo casi generalizado entre los profesionales, añado unas líneas extraídas de un debate en un foro médico:
“El problema sigue estando en esos productos novedosos, que nada aportan, que sin embargo han sido aprobados en su día por la agencia reguladora, sin contar con la opinión del Sistema Nacional de la Salud, que al final paga y dice que no hay que usarlos.”
Esta es la gran paradoja. Primero se financian nuevos fármacos mucho más caros y sin ventajas demostradas sobre los precedentes. Después se aconseja que no se prescriban o incluso se penaliza por prescribirlos. De chiste.
No la entiendo y, por tanto, no comparto la creencia en los beneficios de esa "supuesta" medida de ahorro.
ResponderEliminarDe momento, a nivel personal, lo que he notado es la drástica disminución en las visitas que recibo de los representantes de la industria farmacéutica (sector medicamentos). En algunos casos, porque han perdido su puesto de trabajo; en otros, porque se van a visitar la farmacia de enfrente. Afortunadamente, aún queda quien, por buena educación y por amistad, todavía viene a ver al viejo médico.
Un confuso abrazo, amigo José Manuel.
Posiblemente, amigo Francisco, desaparezca la visita médica y aumente exponencialmente la visita farmacéutica. El profesional con oficina de farmacia será entonces quien elija en cada momento el fabricante, según bonificaciones y prebendas. Pero el ahorro no habrá de venir por esta vía.
ResponderEliminarOtro confuso abrazo.
Espero que no se vaya a caer en la macabra opcion de que sea el mismo paciente quien escoja la marca de sus medicamentos, porque alli se armaria la de Sodoma y Gomorra. Yo trabaje un año en el seguro social de mi pais, con farmacos muchos de ellos producidos en la India, y no tengo motivo de queja. Tanto el bolsillo como la disponibilidad limitan a veces el tratamiento en los pacientes, pero siempre uno debe tener opciones terapeuticas, y lineas de tratamiento tambien.
ResponderEliminarFelizmente tuve unos excelentes docentes de farmacologia, en especial, la Dra. Armas, quien nos supo demostrar el uso de cosas como "racionalidad", "objetivo terapeutico", "eficacia", y tambien a buscar la informacion sobre los farmacos no en el escote de la visitadora medica, si no en nuestro textos y articulos de investigacion.
jejeje, disculpa la visita pesada e iterativa mi estimado amigo, pero acabo de recordar que durante el tiempo en que trabaje en el seguro social, solo recibi una visita, que era para promocionar un jarabe para la tos ultra caro y de dudosa eficacia. Mejor era la leche caliente con miel de abeja.
ResponderEliminarEl mayor problema es el posible cambio continuo en la dispensación, lo cual puede provocar confusión en las tomas de los medicamentos, sobre todo en pacientes de edad avanzada o con limitaciones de entendimiento. Supone un riesgo que no se debiera correr. Y en la linea que apuntas, amigo Tony, muchas veces son preferibles los remedios caseros.
ResponderEliminarSaludos.