Durante mi ya largo ejercicio de la medicina, he tenido
muchos momentos en los que he dudado si estaba desarrollando una práctica de
ciencia-arte médica o, por el contrario, algo sobrenatural rayano con lo mágico. Circunstancias o situaciones en las que uno no se explica lo que pasa o por qué sucede algo; acontecimientos que van más allá de lo terreno, sorprendentes o que algunos podrían estimar de índole extraordinaria o mágica. En lo personal, podría traer ejemplos difíciles de concretar en pocas líneas, envueltos en un inefable halo misterioso. Ahora me conformaré con varios ejemplos menos escabrosos y más sencillos de exponer.
Un paciente lejano me aseguraba que la Aspirina (ácido acetilsalicílico) le aliviaba muy poco, pero en cambio el Calmante Vitaminado® (ácido acetilsalicílico, cafeína y Vitamina B1) lo dejaba en la gloria; sería por la cafeína, pensaba yo, lo mismo que tomar Aspirina con un cafelito.
Más recientemente sucede algo parecido con una marca de Arginato de ibuprofeno, es decir Ibuprofeno
(antiinflamatorio de uso frecuente) con Arginina
(aminoácido), una formulación teóricamente más rápida y potente que el antiinflamatorio solo, que muchos dicen que les va mejor que la misma de otros laboratorios; siendo
bioquivalentes, me digo que pasaría si en el envase mágico introdujésemos el
contenido de otro similar, por aquello del efecto de la sugestión.
Antes de la época de la disfunción eréctil, cuando sin
eufemismos se hablaba de impotencia, vino un septuagenario demandando ayuda, en
un momento en el que sólo tenía conocimiento de un fármaco con nombre comercial
inequívoco: Potenciator® en ampollas bebibles, marca que en la
actualidad contiene Arginina (aminoácido), curiosamente, pero que entonces creo que llevaba Carnitina (amina cuaternaria); sea como
fuere, el caso es que el hombre volvió a los pocos días a por más, muy contento
por su efecto vigorizante. [No sé si sabría del pretendido efecto del zinc del marisco como mineral potenciador o afrodisíaco.]
También hace mucho, trabajando en el medio rural, me hallaba
en el domicilio de un paciente aquejado de fuerte dolor lumbar, y mientras le
inyectaba por vía intramuscular una ampolla de una conocidísima marca de
Metamizol (pirazolona antes
llamada Dipirona), me decía que ya le estaba aliviando; al ir presionando el émbolo de la jeringa para vaciar su contenido en el glúteo del doliente y asegurar éste que la lumbalgia desaparecía, mucho antes del tiempo esperado en razón de la farmacocinética, comprendí el “poder terapéutico” de la palabra.
De un tiempo más reciente, podría recordar el caso de una religiosa que logró levantarse de la cama y caminar, tras un largo periodo
de encamamiento, a una delicada orden que salió de mis labios de galeno; interpreté el hecho como un efecto psitoterápico fulminante, más drástico que el anterior, pero la verdad es que no tengo elementos para refutar lo milagroso.
Lo cierto es que a veces se funde la magia con la ciencia, lo
sobrenatural con lo terrenal, como si la química y la física se misturasen con la alquimia
y la brujería…
El aprendiz de brujo
música de Paul Dukas, película Fantasía de Walt Disney
música de Paul Dukas, película Fantasía de Walt Disney
***
¿Volaron alguna vez las brujas de noche sobre sus escobas?¿O estaban sufriendo alucinaciones tras comer o tocar determinadas plantas?... Hay plantas tóxicas que, tras contacto o ingesta, nublan nuestra mente y nos hacen vivir sensaciones irreales. La mandrágora (Mandragora officinarum) y otras plantas de su familia (Solanaceae)* contienen alcaloides que bloquean el impulso nervioso, lo que puede producir alucinaciones. (...) otros médicos citaron plantas de la familia de las solanáceas junto con las muy tóxicas acónito (Aconitum napellus), cicuta (Conium maculatum) y adormidera o planta del opio (Papaver somniferum) como ingredientes de las medicinas de las brujas.
*belladona (Atropa belladonna), beleño negro (Hyoscyamus niger), estramonio (Datura stramonium). El estramonio suele confundirse con el floripondio o floripón (Brugmansia arborea, altamente tóxica).
Impresionantes vivencias, amigo mío, y es que el trato interpersonal con nuestros pacientes lo hemos descuidado mucho, pero tu práctica te permite no sólo esta cercanía sino que tu perspicacia te facilita que captes estos sucesos sin perder la capacidad de asombro ante la riqueza de lo humano. Gracias por compartir esta entrada. Un abrazo.
ResponderEliminarYa sabes, querido Lizardo, que hay vivencias que se anclan con firmeza en los fondos de la memoria. Así que no hay más que sacarlas a la superficie, contemplarlas de nuevo con estupor y, en la distancia, esbozar una sonrisa de indulgencia.
EliminarUn mágico abrazo.