Cristo Salvador del mundo (c. 1600), El Greco |
SU MIRADA
(Jesucristo)
Pude ver en su mirada
la sinceridad más franca;
reflejaba inmensa paz,
la más infinita calma.
Y sin embargo sufría,
pues motivos le sobraban;
mas su profunda aflicción
no aparecía en su cara.
Con su mirar tan alegre
enjugaba toda lágrima,
con su dulzura al hablar
a los demás serenaba.
¿Dónde
estás? ¡Ya no te veo!
Quizás
fue un sueño del alma,
o
tal vez el despertar
de
una conciencia cristiana.
Pude ver en su mirada
la bondad más soberana.
Sus ojos tiernos –gloriosos–,
plenos de belleza y gracia,
daban a quien los miraba
lo que se tenía en falta:
al que sufría consuelo,
al exaltado templanza,
al temeroso valor...,
para el sediento eran agua.
Había Amor en sus ojos
y a todos daba esperanza.
¿Dónde estás? ¡Ya no te veo!
Quizás fue un sueño del alma,
o tal vez el despertar
de una conciencia cristiana.
Pude ver en su mirada
el perdón y la bonanza,
pude ver lo que es preciso
para vivir en su Gracia.
Por un instante yo vi
en sus ojos la llamada
silenciosa a la Verdad,
a esa que tanto buscaba.
Por un momento escuché
profundísimas palabras
que con dulce entonación
a mi corazón llegaban.
¿Dónde
estás? ¡Ya no te veo!
Quizás
fue un sueño del alma,
o
tal vez el despertar
de
una conciencia cristiana.
¡Quisiera avivar la Fe
que me encamine al mañana!
¡Quisiera tener la fuerza
de su faz iluminada!
Es mi deseo tenerla
en mí siempre reflejada,
para no perder la senda
de su Vida y su Palabra.
[dic. 1992]
En Pascua o Domingo de Resurrección...