Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. Principio de Hanlon
La bella profesión del médico de familia, del médico
general, del médico de cabecera, del “todólogo” de la salud, del ensalzado como
pilar fundamental del sistema sanitario, se ve lastrada desde hace muchos años
por obstáculos difíciles de salvar, que obstruyen su labor clínica y desgastan
su ánimo. Leemos otras reflexiones y corroboramos nuestra legítima preocupación. No es sólo la innegable realidad de las policonsultas. No es sólo la peculiar sanidad estival y el suplicio postvacacional en cualquier momento del año, porque sus pacientes no hayan podido ser atendidos plenamente durante su legítima ausencia. No es sólo que no pueda
resentirse su salud, porque salvo accidente laboral o ingreso hospitalario se le aplica una penalización por enfermar (los
descuentos son de órdago, sobreañadidos a los recortes salariales ya
decretados). No es sólo que esté sometido a la imposición de objetivos economicistas (mal llamados “acuerdos de gestión”,
pues se aplican sin acuerdo alguno), que luego tienen un efecto boomerang, y a objetivos
que no alcanza a comprender ni quien los diseñó. No es sólo el cambio continuo de la gestión de la incapacidad laboral, para tener que clicar cada vez más veces con el fin de emitir
un parte de baja o de confirmación. No es sólo que se encuentre bloqueado profesionalmente, impedido para alcanzar mejoras en su carrera.
No, no es sólo esto. Son múltiples
facetas de su actividad diaria las que le impiden al médico de familia aplicar plenamente sus conocimientos
y que, de tan absurdas y repetitivas, acaban frenando su intelecto. Son cuestiones repetidamente
debatidas, planteadas hasta la saciedad como problemas que hay que eliminar
pero que seguirán ahí, si nadie lo remedia, in saecula saeculorum, para la
eternidad sanitaria hispana. Son obstáculos que ponen a prueba la capacidad de resistencia
del médico de atención primaria en la sin par Hispania, la misma que ha alardeado tantas veces, y sin pudor, de poseer uno-de-los-mejores-sistemas-sanitarios-del-mundo. Son rémoras engendradas por
la pésima organización asistencial y por una imprecisa delimitación de
funciones. Son “necesidades” que no debieran ser tales, y entre ellas las que
siguen, de modo que han de entenderse como “necesidad de”:
Justificantes y bajas
por enfermedades de corta duración. Un problema enquistado que la Administración
debe solucionar negociándolo con las empresas.
Visados de medicamentos
por inspección de farmacia. Tener que dar el "visto bueno" a ciertas decisiones de los prescriptores (médicos) es indicativo del nivel de confianza en que nos movemos. Cesar con
esta absurda actividad supone casi un cambio drástico de conciencias.
Rehacer medicamentos
que se decodifican (cambio de código). Repetir el proceso de emisión de recetas de fármacos ya prescritos,
inactivando previamente los decodificados, lleva más tiempo del que desde afuera se puede pensar. Solución: cambio
automático del código de los fármacos en cuestión.
Hacer recetas en
papel para adquirir “medicamentos extranjeros”. Necesidades como ésta van
más allá de la estupidez: suponen un insulto a la inteligencia. Sólo es cuestión
de intercomunicar departamentos sanitarios.
Rehacer peticiones
analíticas de otras áreas sanitarias (y lo mismo para otras exploraciones complementarias).
En el mismo servicio de salud, en la misma comunidad autónoma, hay que
cubrir otro formulario cuando el hospital que las ha indicado está ubicado en un área
diferente. ¡Increíble pero cierto! Solución: integrar red hospitalaria autonómica, y yendo
más allá la red nacional; por supuesto, con la implantación de una historia
clínica electrónica única para todo el sistema nacional de salud (¿una
quimera?).
Pasar recetas de
hospitales privados concertados (una necesidad generadora a menudo de “citas
urgentes”). Significa oficializar en recetas del sistema público medicamentos (y también accesorios) que han considerado en otro ámbito. Obliga al médico de familia a asumir una responsabilidad que no le corresponde y, además, parece un contrasentido, pues el tratamiento del paciente (generalmente una intervención quirúrgica) en un hospital privado concertado tiene financiación pública. Solución: posibilitar
intercambio de información con hospitales concertados y a éstos la ejecución oficial de
sus decisiones terapéuticas.
Gestionar todo lo imaginable y hacer mil y un informes. Son tantas las gestiones que se le delegan (anticoagulación, partes de confirmación, ambulancias, citas y re-citas...) e informes que le piden desde todos los estamentos y organismos públicos y privados (consejerías, ministerios, ayuntamientos, centros psicotécnicos, clínicas odontológicas...), que su tiempo útil se ve reducido al mínimo.
Gestionar todo lo imaginable y hacer mil y un informes. Son tantas las gestiones que se le delegan (anticoagulación, partes de confirmación, ambulancias, citas y re-citas...) e informes que le piden desde todos los estamentos y organismos públicos y privados (consejerías, ministerios, ayuntamientos, centros psicotécnicos, clínicas odontológicas...), que su tiempo útil se ve reducido al mínimo.
Ante tanto despropósito, los médicos de familia demuestran
su capacidad de resistencia, o de resiliencia. Pero la queja general se deja oír con mayor o
menor fuerza: “A veces se me quitan las ganas, sintiéndome copista o pasador de recetas y enmendador de entuertos sanitarios… Estoy desmoralizado por tanto
tiempo consumido en estupideces… Acabo agotado mentalmente con tanta repetición
de los procedimientos… Estoy harto de esta asquerosa buRRocracia… Me dan ganas
de cargarme a algún gestor... ¿Quién diseñó este sistema informático?… ¡Cómo es
posible que haya tanto inútil dirigiéndonos!...”. Las comparaciones con otros países podrán ser odiosas, pero nos dejan en muy mal lugar. Y a pesar de que los gritos
se dejan en el cielo día a día, mes a mes, año a año, lustro a lustro… la misma
falta de respuesta por los dirigentes sanitarios, por una Administración
Sanitaria sorda, ciega y muda. ¿Habrá que esperar un milagro redentor?
La carga mental puede hacer tanto daño, o más, que la carga física...
Sixteen Tons - José Guardiola
Sixteen Tons - José Guardiola
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