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jueves, 23 de febrero de 2023

Música rosaliana

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23 de febrero, Día de Rosalía de Castro

[Rosalía y la música. Sus poemas musicados.]

A Rosalía de Castro le gustaba la música, que suena en algunos de sus escritos. No en vano su primer poemario en gallego se titula Cantares gallegos, y ya desde el comienzo no deja duda de la pulsión musical.

Has de cantar,
meniña gaiteira…

De los Cantares, es significativo el poema «Alborada», en el que, según sus palabras, intentó, no sin dificultad, acomodarla a la música (*). ¿Acaso había compuesto ella una melodía? Puede deducirse que sí, pero no afirmarse con rotundidad. Tampoco tenemos certeza de sus gustos musicales, de qué música la atraía. Seguramente la popular, la de raíces folclóricas gallegas.

Suponemos que habrá escuchado alalás, muiñeiras, alboradas, pandeiradas, pasacorredoiras, jotas..., en interpretación de agrupaciones musicales populares, instrumentales o vocales, de conjuntos corales o de voces solistas, acaso acompañadas de violín, guitarra o zanfona. En su juventud escucharía también los ritmos que las orquestas de baile tocasen en ese tiempo, como valses, pasodobles, polkas o mazurcas.

Opinaba Manuel Murguía que, de haber tenido una educación musical, Rosalía habría sido tan gran compositora como poeta. Así lo refiere en el prólogo a En las orillas del Sar. Nosotros no lo dudamos e intentamos imaginarla en esa faceta.

No creemos que nuestra poeta tuviese acceso a conciertos sinfónicos, recitales o acontecimientos operísticos. Al menos en Santiago o en La Coruña. Tal vez en Madrid, donde había mucha más actividad musical, pero no tenemos constancia. (1)
____
(1) En Madrid asistió a alguna representación de ópera. (Nota post.)

Sin embargo, sabemos que sus poemas cantábiles han inspirado a compositores de su tierra después de su muerte. Y especialmente a dos músicos gallegos señalados: Montes y Baldomir.

Juan Montes Capón (1840-1899) revistió de música los poemas de Follas novas «Negra sombra» y «Dulce sono» (Dulce sueño), en un grupo de seis canciones que el compositor tituló Baladas gallegas. Al parecer, la melodía de «Negra sombra» no es original, sino basada en un alalá de O Incio (provincia de Lugo).

Y es «Negra sombra» la balada más fuertemente arraigada en la memoria colectiva del pueblo gallego, un verdadero himno que para siempre asombra. La música, con su forma de alalá, envuelve el poema proporcionándole, si cabe, un mayor esplendor.

Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.

(Cuando pienso que te huyes, / negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales, / tornas haciéndome mofa.
Si imagino que te has ido, / en el mismo sol te asomas,
y eres la estrella que brilla, / y eres el viento que sopla.
Si cantan, tú eres quien cantas, / si lloran, tú eres quien llora,
y eres murmullo del río / y eres la noche y la aurora.
En todo estás y eres todo, / para mí en mí misma moras,
nunca me abandonarás, / sombra que siempre me asombras.)
[Traducción de Juan Ramón Jiménez.]

José Baldomir (1867-1947) fue reconocido por sus composiciones para canto y piano, inspiradas en textos de poetas gallegos, pero principalmente de Rosalía de Castro. Se le ha llamado «el músico de Follas novas». Entre los poemas rosalianos que musicó este compositor están «Maio longo» (Mayo largo), «Mais vé que o meu corazón» (Más ve que mi corazón), «A un batido» y «Tal como as nubes» (Tal como las nubes).

Entre estos poemas elegidos por Baldomir, «Maio longo» es un buen ejemplo de asociación poesía-música, pues ésta, melodiosa y nostálgica, envuelve el texto apropiadamente.

Maio longo... maio longo,
todo cuberto de rosas,
para algús telas de morte;
para outros telas de vodas.

Maio longo, maio longo,
fuches curto para min:
veu contigo a miña dicha,
volveu contigo a fuxir.

(Mayo largo... mayo largo, / todo cubierto de rosas, para unos telas de muerte; / para otros telas de bodas. Mayo largo... mayo largo, / fuiste corto para mí: vino contigo mi dicha, / volvió contigo a huir.) 

Y la obra póstuma de Andrés Gaos (1874-1959), Rosa de abril, es una pieza para piano inspirada en el segundo poema de Cantares gallegosNasín cando as prantas nasen»), posteriormente adaptada para voz y piano. Es un poema en el que la voz lírica (Rosa) le declara sus sentimientos a su amado (Mauro) que, al parecer, ya no la corresponde. Dolorida, ella, que cree habérselo dado todo a él, concluye en una estrofa rotunda: «Yo mi corazón te mando / y una llave para abrirlo. ⁄ Ya no tengo más que darte, ⁄ ni tú ya más que pedirme».

Nasín cando as prantas nasen,
no mes das froles nasín,
nunha alborada mainiña,
nunha alborada de abril.
……………………………..
O meu corasón che mando
cunha chave para o abrir.
Nin eu teño máis que darche,
nin ti máis que me pedir.

Además de compositores académicos gallegos, ha habido un acercamiento a la obra poética de Rosalía de Castro por parte de músicos foráneos, hispanos y extranjeros, que le han puesto música: desde Maurice Ravel a Osvaldo Golijov, pasando por Joaquín Rodrigo, Antón García Abril o Juan Durán. E incluso se ha contemplado la poesía rosaliana desde el pop, el rock y el jazz. [Un nombre señalado es el del cantautor Amancio Prada, que halló inspiración melódica en muchos de sus versos.] Se han musicado muchos poemas rosalianos, con mayor o menor acierto.

[Esta entrada es la reproducción de un capítulo de La sombra de Rosalía.]

Joaquín Rodrigo: Rosaliana
1. Cantart’ei, Galicia 2. ¿Por qué? 3. Adiós ríos, adiós fontes 4. ¡Vamos bebendo!
***
(*) Sobre el poema «Alborada»
De los Cantares, es significativo el poema «Alborada», en el que, según sus palabras, intentó, no sin dificultad, acomodarla a la música. Música, con ritmo de muiñeira, que tocaba un gaitero de Lestrove llamado Clemente Eiras. El poema resultante es singular en la forma y fuertemente simbólico: la alborada como renacer de un pueblo ensombrecido, el galaico. 
Vaite, noi- 
te,—vai fuxin- 
do.—Vente auro- 
ra,—vente abrin- 
do,—co teu ros- 
tro,—que, sorrin- 
do,—¡¡¡a sombra espanta!!! 
(…) 
¡Arriba todas, 
rapaciñas do lugar, 
que o sol 
i a aurora xa vos ven a despertar! 
¡Arriba! 
¡Arriba, toleirona mocidad, 
que atru- 
xaremos —cantaremos o ala... lá...!!!

que en otro tiempo oía...
¡Por Dios, no me cantéis esas canciones
que en otro tiempo oía!

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