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domingo, 14 de enero de 2024

El sueño de Geroncio

I am near to death,
And Thou art calling me; I know it now...
Estoy cerca de la muerte,
Y Tú me llamas; lo sé ahora...

El sueño de Geroncio (The Dream of Gerontius), del religioso y poeta John Henry Newman, es la oración de un moribundo; es el sueño de la ancianidad y la proximidad de la muerte (el nombre Gerontius/Geroncio referido a vejez o ancianidad) que el autor sentía en el momento de escribirlo. Poema de esperanza y obra maestra de la literatura inglesa. El compositor Edward Elgar lo convirtió en obra coral, en un hermoso y sentido oratorio, una de sus mejores creaciones. Traemos una interpretación y hacemos un pequeño apunte de Elgar.

The Dream of Gerontius

Otra interpretación AQUÍ
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Apunte sobre Edward Elgar (1857-1934)
Compositor autodidacta, sin formación académica formal, sólo tomó de su padre las primeras y prácticamente únicas lecciones de música. A partir de ahí, el trabajo cotidiano sobre el violín y el órgano, junto a la lectura de partituras, fueron configurando una personalidad y un estilo musical propios, al margen de las grandes corrientes importantes en el Reino Unido de la época. Su música, inconfundiblemente británica en el tono, refleja la influencia del sinfonismo germánico, de Wagner y Brahms, inscribiéndose en el posromanticismo europeo de finales del siglo XIX y principios del XX. Es el caso de sus dos sinfonías (1908 y 1911), sus dos conciertos –Concierto para violín (1910) y Concierto para violoncello (1919)– el Cuarteto de cuerda Op. 83 (1918) y el Quinteto con piano (1919). En su estilo también deja huella su profunda fe católica, perceptible en partituras como El sueño de Geroncio (1900) y, sobre todo, Los apóstoles (1903), oratorios mantienen la tradición musical británica. Elgar pasó los últimos años de su vida en una especie de retiro artístico, aislado por propia voluntad del nuevo rumbo que estaba tomando la música y casi abandonada la composición.

Edward Elgar encarnaba la confianza de la Inglaterra eduardiana. Su música, imbuida de nobleza y garbo, refleja el país que claramente amaba en la cima de su poder imperial. En su última obra a gran escala, el Concierto para Violonchelo (1919), Elgar puso al descubierto sus pensamientos más íntimos, un alma turbada y tormentosa escondida detrás de un exterior tranquilo y bigoteado. Después de esto, se retiró para arreglar obras de otros compositores y crear música ocasional para festivales y exposiciones. Elgar, que también grabó una gran parte de su música, fue uno de los primeros compositores en aprovechar el gramófono para preservar sus ideas interpretativas para la posteridad.

Pese a que Elgar aun conserva el tópico de compositor oficial de la época victoriana y eduardiana, sus obras son mucho más complejas de lo que su forma exterior sugiere, y su música se traduce como el íntimo flujo de un hombre altamente sensible. Elgar absorbió elementos estilísticos de ciertas fuentes aunque su música se caracteriza por un extraordinario dominio del cromatismo, factor que imprime a sus obras un colorido y unos giros estructurales inesperados e innovadores. Como compositor más relevante desde Purcell, Elgar terminó con la deprimente fama de que el siglo XIX había sido una centuria sin música en Inglaterra, y con él se inició el glorioso renacimiento musical inglés de los últimos cien años.

Serenata para cuerdas (1892)
Variaciones Enigma (1899)
Cuadros marinos (1899), para soprano y orquesta
El sueño de Geroncio (1900), oratorio
Pompa y circunstancia (1901), 5 marchas [n.º1: «Tierra de esperanza y gloria»]
Cockaigne (In London Town, 1901), obertura de concierto
En el Sur (Alassio, 1903), obertura de concierto
Introducción y allegro (1905)
Sinfonía n.º 1 (1908)
Elegía (1909), para orquesta de cuerda
Sinfonía n.º 2 (1911)
Falstaff (1913), poema sinfónico
Sospiri (1914), adagio para orquesta de cuerda, arpa y órgano
Concierto para violonchelo (1919)

Grabaciones discográficas

Edward Elgar

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