Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre.
Muchas de las reflexiones del doctor Andoni Mendoza*, médico rural que ejerce en la Sierra de Gredos, son verdaderos poemas naturales de gran densidad humana. Y en una de sus poéticas meditaciones, a la cabecera del enfermo, nos recuerda las limitaciones de la Medicina, en concreto la limitación máxima: la mortalidad.
Medicina de cabecera.
En la cabecera de la cama del enfermo.
—Luciano, al hospital.
Trato de trasmitirle paz.
Pero ni mis ojos ni los suyos esconden que no volverá al pueblo.
Salgo de la modesta casa.
Ha nevado, el frío de la medicina en la cabecera me atraviesa el alma.
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*Ya lo citamos en «La paz del mundo rural» y le dedicamos el poema «Plenitud».
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El médico no puede evitar la muerte. Nadie en la tierra puede eternizar la vida. Pero lo inevitable puede conjugarse con lo sensible.
Im Abendrot (En el ocaso), Richard Strauss
Con penas y alegrías,
mano a mano, hemos caminado.
Reposemos ahora de nuestros viajes,
en la tranquila campiña.
Muy buen post y reflexiones
ResponderEliminarGracias, David.
EliminarAunque todo el mérito es del Dr Mendoza.
Un saludo y gracias por pasarte por el blog.
Muchísimas gracias y todo un honor que me dediques tus hermosas reflexiones.
ResponderEliminarEs un placer, Andoni.
EliminarAdemás, el blog se enriquece poéticamente.