[Microrrelato]
Acusado de matar a M., mujer con la que convivía, P. cruzaba la frontera huyendo de la justicia. Subía un monte colindante en plena noche sin luna, cavilando y mascullando: “Pagaría lo que fuese por su rescate... Me hallaba ausente... Ni vi el cadáver… ¡Soy inocente!”. F., abogado y amigo, conocedor de intereses oscuros, componendas y falsos testigos, encubridores de verdaderos culpables, le hablara con franqueza: “Rechazarán tu coartada. El juez no dudará en decretar sentencia condenatoria contra ti. ¡Márchate enseguida!”.
Siguiendo la recomendación letrada, P. corría ciegamente, tropezando, lastimándose. Sin proferir quejidos, oía ladridos y voces. (¿Lo perseguían?) Su linterna alumbraba menos que una vela, pero lo suficiente para ver en cada árbol un cartel con su retrato y la recompensa por su captura. (¿Deliraba?)
Inesperadamente, un potente foco lo detuvo... Allí estaba F., riéndose burlón. Y a su lado M., pletórica, luciendo un llamativo vestido de novia. (¿Soñaba?)
Inesperadamente, un potente foco lo detuvo... Allí estaba F., riéndose burlón. Y a su lado M., pletórica, luciendo un llamativo vestido de novia. (¿Soñaba?)
Música para escenas de persecución...