Hoy traemos una síntesis de la excelente reflexión del doctor Joan Escarabil ("Con mi tiempo no se juega") sobre "el tiempo y sus dimensiones" en el ámbito sanitario.
• La puntualidad. La enfermedad organizativa más prevalente en el sistema sanitario es seguramente el tiempo de “sala de espera”.
• La conciliación del tiempo. Tener que dejar el trabajo para “ir al médico” no es igual de fácil ni de factible para todo el mundo.
• La duración del tiempo de contacto. La calidad de la visita, en parte, se relaciona con su duración. La introducción, la escucha activa...
• El tiempo para poder pensar las decisiones. Las decisiones importantes se tienen que meditar.
• El tiempo de los demás, si te tienen que acompañar.
• El tiempo de espera (incertidumbre). La incertidumbre de la espera de un resultado o de una llamada para concertar una primera visita.
• El tiempo indefinido. “Si hay algo anormal ya le avisaremos.” Es una incertidumbre binaria: ¿todo está bien o han perdido mi muestra?
• El tiempo perdido. Algunas preguntas clave: “¿Ha merecido la pena esta visita?”, “¿Esta visita se podría haber realizado de otro modo?”
• El tiempo acelerado. A menudo, los acontecimientos y las pruebas se aceleran de tal manera que generan confusiones o incomodidades.
• El tiempo que se está solo. La COVID-19 ha puesto de manifiesto el problema de la soledad del paciente.
A buen seguro que todavía existen más “tiempos”. Me fío de la benevolencia del lector para matizar esta lista, pero la mala gestión del tiempo, además de tener impacto en la experiencia de paciente, también se relaciona con malos resultados en salud. Es evidente que el tiempo se relaciona con indicadores de salud. Realmente el “tiempo” es un determinante de salud. Y no debemos olvidar el “tiempo final”, el tiempo para despedirte...
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