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martes, 22 de junio de 2021

Humanización asistencial


Hace muy poco, hablábamos –una vez más– de la humanización de la medicina. De la necesaria humanización del profesional sanitario, que, mirando a los ojos, ha de mostrarse amable, respetuoso, comprensivo y compasivo con el paciente. Pero también de la necesidad de humanizar el medio de trabajo, eliminando la agenda médica inhumana, para que no acabe aniquilando a quien brinda la asistencia. Sin esta condición, la esencia de la medicina de familia (con su atención longitudinal, o «longitudinalidad») se va al traste. Y esta reflexión me da pie para rescatar un juego poético sobre la humanización asistencial. Que los dioses lo lean...


HUMANIZACIÓN ASISTENCIAL

Casi explotando, aullaba
en mi guarida
—aislamiento asfixiante
por vil rutina—,
sin apoyo esencial
que tranquiliza,
comprimido en agenda
casi infinita.
(Lo longitudinal
era mentira;
y la humanización,
una engañifa.)
Un feroz pensamiento
que dentro grita,
devorando lo odioso
del sistemita:
de hacerse mala sangre
que debilita
a rabiosa erupción,
sin ver salida.
Ni Apolo ni Esculapio
mi ruego oían...
Quise dejar el barco
donde me hundía,
la moderna locura
que me ofendía.
Y tercamente vino
la otra voz crítica:
—¡Hagamos realidad
nuestra utopía!

[2017, mar.]

Air – Suite nº 3, J.S. Bach

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