Un año más se acaba y, como dijo el poeta, veo el futuro adelgazarse. Con las doce campanadas dará comienzo otra cuenta atrás y nos sucederán cosas mientras hacemos planes. Pensarán algunos que lo mejor les queda por venir y dirán otros que eso ya lo han vivido. Los más afortunados valorarán el presente y abrazarán el carpe diem. Sin embargo, los avatares pueden llevar a cualquiera a idealizar tiempos pretéritos.
En mi tiempo pasado, que no siempre fue mejor, sentí fascinación por el mítico grupo Jethro Tull, original e inclasificable, y en especial por su talentoso líder, Ian Anderson, cantante, flautista, guitarrista y compositor, de genial y enérgica excentricidad. Es precisamente su composición Living In The Past (Viviendo en el pasado), de hace cuarenta años (1969), la apropiada para remontar el vuelo y sentirse trovador medieval…
Sintamos el pasado sin dejar de presentir el futuro, pero vivamos el presente
El Faro de Vigo, un periódico de mi ciudad, publicó recientemente una noticia local que, supuestamente, se podría extraer de cualquier otra comunidad hispánica: El "adicto al pleito" abusa del gratis total. ¿Por qué será que me recordó el ámbito sanitario, con sus adictos “abusuarios”? Veamos los paralelismos.
La gente acude por razones nimias a los juzgados (y también a los centros sanitarios). Se pleitea hasta el absurdo, lo que indica hasta qué punto se ha judicializado la vida (y en una vida extremadamente medicalizada se demandan respuestas sanitarias hasta de lo no sanitario). Los juzgados, ya saturados de por sí, ven agravada su situación al tener que tramitar cientos de denuncias inconcebibles (y los centros de salud, no menos saturados, ven perturbado su funcionamiento ante cuestiones banales). Presentar una denuncia es gratis y eso provoca que el juzgado de guardia se haya convertido en un cajón desastre impresionante, afirma una jurista (y lo mismo dice una médica cualquiera de los servicios de urgencia o de los puntos de atención continuada).
Estas quejas, y otras, provenientes del ámbito judicial dan al traste con la teórica sociedad del bienestar; desde el observatorio sanitario también hay fundadas razones para considerarla del malestar, vista la progresiva expansión del desquiciamiento. Al final, los abogados acaban riendo por no llorar. Y yo, alargando las comisuras, os dejo el enlace a otra noticia relacionada para que riais: Señoría, quiero denunciar a mi marido porque es un aburrido.
Llamaban las alturas y las moles pétreas y los lagos ocultos tras la niebla... ¿Cómo no adivinar la natural hermosura, atrapada en la retina? A otra llamada tentadora, acudí confiado en la diosa Fortuna, negando la gris evidencia. (La hora estaba condicionada.) Quedando atrás la cueva, escuché cencerros de otro tiempo, e imaginé vaqueiros ya pasados durante la empinada ascensión por la vereda tortuosa, interminable. ¡Bajaba mi moral más altanera! Coronada la cumbre, ella rodó hasta precipitarse en el despeñadero... ¿Y la imaginación? Ascendió al cielo en Covadonga.
La canción popular elevada a la categoría de arte musical, como liedalemán o mélodie francesa, emergió con singularidad en Galicia. En esta tierra poseedora de una rica tradición de cantigas líricas, se concretó la melodía gallega, de la mano de músicos decimonónicos que tras alcanzar cierto renombre pasaron al injusto olvido. Un cuarteto de compositores acapara el protagonismo: Marcial del Adalid, por ser punto de partida; Juan Montes, por su entrañable aportación; José Castro “Chané” y José Baldomir, por representar ambos su pleno desarrollo. La música envuelve textos poéticos que brotan de un sentir popular antiguo y a la vez intemporal, aunque el tiempo se empeñe en desvanecer la propia identidad.
Del Lied a la Melodía gallega
Grandes compositores, comenzando por los excelsos Franz Schubert (1797-1828) y Robert Schumann (1810-1856), supieron extraer la música dormida en poemas de Heine, Goethe y otros poetas, llevando el género del lied (pl. lieder) a su máximo esplendor. Pero también los “pequeños” maestros gallegos de la música, principiando por el mentado Adalid, manifestaron su propio sentir melódico inspirado en textos poéticos, creando una variante del lied alemán y por ende de la mélodie francesa: la melodía gallega. Si bien Juan Montes denominó baladas a sus cantigas líricas, consideramos bajo la denominación acordada toda pieza gallega para canto y piano, integrante peculiar de la canción culta o artística, llevada a su cénit por José Castro “Chané” y José Baldomir. Adalid musicó especialmente poemas de su mujer, Fanny Garrido, y los otros compositores gallegos destacados repararon sobre todo en dos poetas esenciales de la lírica galaica: Rosalía de Castro y Curros Enríquez.
Ni que decir tiene que el patrimonio gallego de canciones de concierto no es tan abundante, ni mucho menos, como, pongamos por caso, el alemán o el francés, cuyos acervos no alcanza ni el conjunto de la producción hispana. Y sin embargo, en la escasa producción de cantigas, melodías o baladas gallegas, contamos con piezas que pueden rivalizar con las de los grandes compositores de canciones, llámense Johannes Brahms, Eduard Grieg, Gabriel Fauré o Hugo Wolf. El impacto que algunas melodías suscitaron en su momento lo refleja Alejandro Pérez Lugín en su novela La casa de la Troya, al referirlas reiteradamente, y el interés despertado en grandes cantantes líricas como Conchita Supervía o Ángeles Ottein, que las tuvieron en su repertorio.
Cantares viejos y nuevos: Marcial del Adalid
Marcial del Adalid (A Coruña, 1826-1881), reconocido pianista y primer compositor gallego importante de música profana culta, escribió a lo largo de su vida piezas para voz y piano, probablemente influido en sus inicios por las mélodies del músico francés Charles Gounod (1818-1893), inspirándose en textos latinos, italianos, alemanes y castellanos. Adalid poseía un gusto literario exquisito y conocía bien la prosodia de todas las lenguas que empleaba. Pero aquí nos interesan sus veintiséis composiciones sobre textos gallegos, escritas en los últimos años de la década de l870 y agrupadas –a excepción de una– bajo el título de Cantares viejos y nuevos de Galicia. En estos cantares, alternan un “viejo”, tomado y adaptado del repertorio popular –folclórico– y un “nuevo”, totalmente original. Al componer estos “Cantares”, Adalid fue el verdadero creador del género de la melodía gallega, que habrían de continuar Chané y Baldomir, y esto supuso una aportación musical básica al “Rexurdimento” (Resurgimiento) de Galicia. Su esposa, Fanny Garrido, novelista que adoptó el pseudónimo de Eulalia de Lians, traductora de Goethe y de Heine, y supuestamente conocedora de los lieder románticos, es autora de muchos poemas a los que Adalid puso música. Entre las melodías de este compositor, merecen señalarse estas cuatro: Soidades (Soledades), Afrixida (Afligida), Mondariz y Non te quero por bonita (No te quiero por bonita), las tres primeras sobre poemas de Fanny Garrido y la cuarta popular.
Baladas gallegas: Juan Montes
Juan Montes Capón (Lugo, 1840-1899) tuvo una honda vinculación con la música sacra como consecuencia de su formación religiosa –in extremis, no llegó a ordenarse sacerdote–, pero la transcendencia de su obra proviene fundamentalmente de la producción profana. Son precisamente sus seis melodías o baladas gallegas –como el autor denominó a sus cantigas líricas– las que le dieron fama imperecedera. Negra sombra*, Lonxe da terriña (Lejos de la tierrita) y Unha noite na eira do trigo (Una noche en la era del trigo) forman el trío más popular, con respectivas letras de Rosalía de Castro, Curros Enríquez y Aureliano Pereira. Las otras tres baladas, para nada despreciables, llevan títulos sugerentes: As lixeiras anduriñas (Las ligeras golondrinas), con letra de Salvador Golpe, Doce sono (Dulce sueño), con texto rosaliano, y O pensar do labrego (El pensar del labriego), con letra de Aureliano Pereira. Los textos poéticos se fundieron de tal modo con el trazo melódico de Montes que ya no se conciben separadamente. En su forma original o en arreglos para coro, banda u orquesta sinfónica, llámense melodías o baladas, permanecen integradas en el alma gallega.
*La melodía de Negra sombra al parecer está basada en un alalá de O Incio, Lugo.
Hasta aquí una reducción de la primera parte del escrito publicado OpusMusica (revista electrónica de música clásica):
Como ilustración sonora traigo la balada de Juan Montes Negra sombra, la melodía gallega más fuertemente arraigada en la memoria colectiva, un verdadero himno que para siempre asombra. En versión para coro, por la Coral Polifónica de Pontevedra (1958), en verdad emocionante, al no hallar en la red la de canto y piano. La música envuelve el poema de Rosalía de Castro, perteneciente al libro Follas novas (Hojas nuevas), proporcionándole mayor esplendor.
En estas fechas próximas a la Navidad (Nadal en Galicia), amigos y compañeros de trabajo se reúnen para cenar, en entrañables celebraciones que preludian las reducidas al ámbito familiar. Es tiempo de aproximación a las almas lejanas, de distensión, de risas, de afectos. Y en estas cenas del último mes del año, tienen cabida las emotivas palabras que, a los postres, configuran cada particular “discursiño de Nadal”. Veamos el que he escrito inspirándome en navideñas fuentes.
Queridos míos: (No digo “queridas mías” para no levantar falsas sospechas)
De poco valen entre nosotros discursos rimbombantes, palabras desgastadas o aburridos tópicos. Quedan mejor para actos oficiales y aburridos auditorios. Y sin embargo, en estas fechas casi todos caemos en los estereotipos y decimos frases que el resto del año olvidamos. Nos volvemos más tiernos e incluso parecemos más amorosos e indulgentes.
Dirán algunos que cuando el año está en su ocaso nos volvemos más hipócritas. O que aparentamos como el moribundo que finge creer en lo que sea, temeroso de lo desconocido. Puede ser. Pero no soy quien para hacer juicios en tal sentido. Es más: creo que no decimos lo que sentimos por escrúpulos o por vergüenza. Sea como fuere, parecemos mejores.
Nuestros ablandados corazones crean interrogantes… ¿Hemos de sonreír y mostrarnos dichosos cuando la infelicidad reina por doquier? ¿Debemos atiborrarnos a sabiendas de que más de medio mundo pasa hambre? ¿Tenemos derecho a cantar y bailar en esta tierra de tristura? ¿Habremos de enorgullecernos siendo conscientes de que otros lloran en soledad?
… y sin dureza responden: ¡SÍ! Porque sin duda merecemos nuestros momentos de reposo, de liberación y de placer. Habiendo trabajado todo el año y aguantado lo indecible, los corazones afirman sentirse vivos todavía. Ahora dejan la visión pesimista de la vida como un dolor de cabeza y se aferran a la optimista que la ve maravillosa. “La vida es bella”.
Así que ¡a disfrutar, a vivir y a gozar!, que dice el son cubano. Alcemos las copas y brindemos por nuestro futuro:
¡Suerte en lo que queda de 2009! ¡Suerte en el Nuevo Año! ¡Amor y paz para todos (y todas)! ¡Salud!
Bailar es una expresión vertical de un deseo horizontal.Robert Frost
Inseparable del hombre –y de algunos animales–, nacida del pulso vital, de los latidos cardíacos, del fluir sanguíneo y de los movimientos respiratorios, para agradecer la vida y consolarse en la muerte, para rogar a los dioses por la fecundidad y el alimento, para iniciarse y poner punto final a una trayectoria, para la paz y la guerra, para la sensualidad y la destrucción, para reír dichosos y llorar ante la pérdida, para ensalzar el amor y consolarse en soledad. Desde la más primitiva a la de reciente actualidad, es el arte en movimiento. Es la vida viva, al ritmo de la música. Es la danza.
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El Adagio del ballet "Spartacus", de Aram Khachaturian, es una buena muestra de la danza como expresión del amor y de la libertad.
Josep Trueta i Raspall (1897-1977), fue un cirujano ortopédico barcelonés que se recuerda especialmente por un método para tratar las heridas quirúrgicas. El método de Trueta consistía en tratar las heridas abiertas mediante el lavado con abundante agua y jabón, extracción de los cuerpos extraños, escisión de los tejidos desvitalizados e inmovilización del miembro en un vendaje de yeso.
Su método, tan simple y, sin embargo, tan eficaz para evitar infecciones e incluso la gangrena de los miembros, que obligaba a realizar amputaciones, fue aplicado durante la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. En Barcelona publicó El tratamiento de las fracturas de guerra (1938).
Al finalizar la Guerra Civil Española, Trueta se exilió, como otros miles de compatriotas, primero a Perpignan y más tarde a Oxford. En esta ciudad británica fue profesor de Traumatología y Ortopedia, llegando a ser nombrado miembro de honor de la Sociedad Británica de Ortopedia y doctor Honoris causa por la Universidad de Oxford.
En 1939, ya en Londres, publicó Treatment of war wounds and fractures (Tratamiento de heridas de guerra y fracturas). Catalanista convencido, formó parte de Consell Nacional de Catalunya, que se constituyó en la capital británica, y en 1946 publicó The Spirit of Catalonia (El espíritu de Cataluña), obra en la que trató de mostrar a los ingleses la historia y cultura catalanas.
En 1976, un año antes de su muerte, y con la recuperada democracia hispana, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona, ciudad donde pronunció su último discurso.
En la Atención Primaria del Sistema Público de Salud hispano es el pan de cada día recibir peticiones de especialistas, públicos y privados, ya sean analíticas u otras exploraciones complementarias, a través de los pacientes y a veces solamente de palabra. Se trata de una forma de "petición inducida" que provoca malestar en los médicos generales/de cabecera/de familia, porque suscita conflictos y pérdida de tiempo. Respecto a fármacos, la cosa ya clama al cielo, porque se transfiere la responsabilidad de una prescripción farmacológica; con la "prescripción inducida" se rompen todos los esquemas de la racionalidad y de la ética.
Prácticamente a diario, viene alguien pidiendo/exigiendo medicamentos de prescripción ajena, también de palabra, aportando “cartones” (recortes de los envoltorios) o receta blanca, a menudo sin nombre del paciente ni fecha de emisión, como si se tratase de eludir (¿involuntariamente?) toda responsabilidad, de un modo a todas luces insultante. Y claro, el vapuleado MAP (acrónimo con el que los hospitalarios denominan ahora al Médico de Atención Primaria) tiene dudas, porque debe abrir un episodio en la historia clínica, registrar esa “prescripción inducida” –o “delegada”–, declararse forzadamente prescriptor y hacerse responsable de la medicación que en realidad no prescribe. A veces uno aprieta los dientes, inspira, deglute y traga, aun debilitándose en explicaciones vanas, rendido ante el “poder” del especialista de turno.
Pero cuando la exigencia de prescripción es invertida, exigida por el usuario tras la dispensación sin receta, irresponsable e ilícita, obviando contraindicaciones o resistencias bacterianas y saltándose la Ley del medicamento, el conflicto es mayúsculo. La negativa puede quebrar la relación médico-paciente, crispar los ánimos y acabar en un cambio de facultativo, tan frecuente en los últimos tiempos, en este sistema incomparable, absurdo y único, que sólo se ceba con los médicos de la primera línea, esforzados y capaces, que son moralmente minados, por muy asertivos que se muestren.
Claro que habrá quien diga que toma las decisiones con rigor, que no pasa ni una, que es dueño y señor de su consulta, que le importa un bledo como actúe el resto del equipo (?), que aquí ni dios se le chulea. Pero en el fondo ha de sentir la insatisfacción de un sistema ineficiente, desestructurado y chapucero, que fiscaliza a los honestos y hace vista gorda con los jetas. Esto me enciende. ¡No somos europeos!... Y dudo que algún día lo seamos.
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Lucha antiburocrática.- He tenido noticia de los logros del Grupo AntiBurocracia de Madrid, entre los que se cuentan: un informe jurídico en contra de las “recetas inducidas” (prescripción inducida) y una orden oficial recordando a quienes prescriben la obligación de cumplimentar sus propias recetas. Lástima que no sean de aplicación en otras comunidades autónomas.
En Hispania continúa efectuándose dispensación sin prescripción (sin receta), siendo preceptiva. Es un mal hábito arraigado en gran parte de farmacéuticos con oficina de farmacia, cuyos privilegios en el sistema sanitario público perduran. Lejos del asesoramiento sanitario, es habitual saltarse la ley e inducir al consumo; un hecho constatado desde el mejor observatorio: la atención primaria de salud. Se impulsa la “medicalización”, favorecida en los últimos tiempos por el continuo bombardeo publicitario: “¡Consulte a su farmacéutico!”... (¿Acaso hay boticario de cabecera?) La crítica viene desde los propios profesionales de farmacia sin opción a oficina: Plataforma para la Libre Apertura de Farmacias (PLAFARMA).
Por dispensación sin prescripción no hemos de entender adelantar el medicamento que ya le fue prescrito a un enfermo crónico conocido o dispensar conforme a un informe hospitalario (en estos casos la actuación es totalmente correcta), sino dispensar motu proprio, sin valoración clínica previa ni estimación del beneficio-riesgo de un fármaco. Sólo el médico está autorizado a prescribir, del mismo modo que el farmacéutico es el único autorizado a dispensar (a excepción de medicamentos no sujetos a prescripción médica o de venta libre); si no fuera así, también sería legítima la actuación recíproca.
Gravísimo problema constatado a diario en la consulta, cuando el paciente viene a reclamar la receta a posteriori para recuperar el importe, y reconocido por profesionales de farmacia responsables. En Hispania, la autoridad sanitaria fiscaliza al médico –a quien se le echa la culpa de que vayamos a la cabeza en resistencias antibióticas–, pero me temo que inspecciona poco al farmacéutico. Aquí la ley está para incumplirla cuando el particular poder económico manda; entonces, no se tiene en consideración el gasto sanitario público.
El "círculo" del envase (= necesita receta) prohíbe la dispensación libre y la Ley del medicamento es tajante en este sentido (Art. 101, b) Infracciones graves: 16ª). Cuando no se cumple, ¿dónde queda constancia de la dispensación incorrecta? ¿Y cómo se puede justificar la venta sin receta?
RECETA MÉDICA. Documento mediante el cual los médicos prescriben los fármacos que habrán de ser dispensados por los farmacéuticos. Nuestra receta individual (¿única en Europa?) parece fuera de lugar en estos tiempos; más que a prescribir se nos condiciona a recetar; una rutina fastidiosa y costosa, por el obligado gasto de papel. Muy atrás se queda el récipe: Rp/… (Relacionada: PRESCRIPCIÓN)
La capacidad de decisión médica está condicionada por objetivos dudosamente racionales, por la indefinición de funciones de otras categorías profesionales y por la “barra libre” irresponsablemente propiciada. Así que cuando el paciente viene a que se le pase –o se cargue al presupuesto público– el fármaco que el farmacéutico le dispensó sin prescripción previa –es decir, actuando irresponsable e ilegalmente–, el médico del sistema público tiene dos opciones: 1) negarse y exponerse con ello a una ruptura de la relación profesional-usuario (lo que puede conllevar un cambio de facultativo e incluso una humillante reclamación); 2) tragar y no complicarse, en actitud de servidumbre.
Aceptar o negar. A veces difícil decisión; es como estar entre dos aguas...
Entre dos aguas– Paco de Lucía
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En caso de duda, consulte a su médico... o farmacéutico.
El servicio de los farmacéuticos es impagable, en cuanto contribuyen como asesores, pero no pueden aceptarse actuaciones temerarias y generadoras de gasto inútil, lo que sucede a menudo al dispensar sin la preceptiva prescripción médica. Los buenos farmacéuticos que informan adecuadamente, mantienen su formación, colaboran con los médicos y obran con prudencia, son dignos del mayor respeto.
El guitarrista David Russell, uno de los mejores intérpretes de guitarra clásica en la actualidad, ha dado conciertos en multitud de países, ha sido reconocido por la crítica internacional, ha realizado grabaciones de manera continuada (las últimas para el sello Telarc) y ha recibido importantes premios, incluido el GRAMMY en 2005. En mayo de ese mismo año recibió un homenaje del Conservatorio de Vigo –ciudad donde pasa parte de su tiempo libre–, cuyo auditorio lleva ahora el nombre de "Auditorio David Russell".Y desde entonces se convocan anualmente los Premios Honoríficos David Russell para jóvenes talentos.
(Foto del Sitio oficial de David Russell)
He tenido el placer de escucharlo y de conocerlo, pudiendo asegurar que es tan buena persona como músico. Podría traer aquí datos sobre el artista o extenderme en sus cualidades musicales y humanas, pero prefiero reproducir la entrevista que en 1987 le realizó el crítico musical Xoán Manuel Estévez para el diario gallego A Nosa Terra, y que he transcrito al castellano. Es un documento de gran interés, pese a los años transcurridos, por lo bien estructurada y las respuestas clarividentes del guitarrista.
David Russell, entrevista de Xoán Manuel Estévez
(ANT, Nº 325, 22 oct. 1987)
“La guitarra es un instrumento de diversas orígenes, no se puede decir que proceda de un sitio concreto; en tiempos se decía que provenía del laúd, pero es más probable que venga de la vihuela. Desde el punto de vista de la construcción es originalmente española; esta afirmación parte de finales del siglo XIX, cuando comenzó a asentarse el modelo de guitarra que conocemos hoy en día”.
Quien esto afirma es David Russell, concertista en salas de gran renombre a nivel mundial: alrededor de veinte países son testigos del buen hacer de este guitarrista, nacido en Escocia, crecido en Menorca, formado musicalmente en Londres, y que por razones familiares tiene en Galicia actualmente su residencia estable.
A pesar de su condición de intérprete de autores previamente consagrados, David Russell no renuncia a la función artística de creador que cree corresponderle.
D.R.-Conversando con mi padre, que es pintor, a menudo hablamos de este asunto de la ejecución material de una obra de arte. Yo, como intérprete, soy tan necesario como el compositor en la creación de la obra; los dos somos imprescindibles, y aunque se toque dos veces la misma obra el resultado no es el mismo en las dos ocasiones: las notas no suenan al mismo tiempo. En literatura, por ejemplo, ocurre el mismo fenómeno: Shakespeare no existe mientras no es representado; una poesía mismamente, si tú no la lees no existe. Normalmente se respeta más al compositor, porque fue el creador inicial, pero el intérprete también es decisivo. Recuerdo un concierto que di con un jazzista en el que, al hilo de una introducción muy bonita que él hiciera, me contaba: "Nosotros, los músicos de jazz, cogemos una melodía y la vamos variando todo lo que podemos". Los clásicos, lo que hacemos es estudiar la obra para que, cuando se haga una nueva interpretación, parezca que se toca por primera vez.
X.M.E.- ¿Es fácil que un buen guitarrista de jazz o de flamenco sea un buen guitarrista clásico?
D.R.- No es fácil, como tampoco a mí, guitarrista clásico, me resulta fácil tocar otros estilos; si no vives en este mundo resulta difícil. Yo puedo imitar al flamenco pero al no vivir ese mundo, al no escuchar flamenco a diario, no puedo dar con el estilo apropiado.
David Russell y Xoán M. Estévez, por Xosé María Salgado
Antes de casarse con una gallega y dar con sus bártulos en Vigo, David Russell ya aterrizara en nuestro país con motivo de los cursos “Música en Compostela”. De ahí le viene su relación con músicos de la talla de Andrés Segovia y Federic Mompou; también conserva su admiración por la capital gallega, en la que afirma encontrarse muy a gusto.
D.R.- Música en Compostela fue para mí la Meca, era el destino de los buenos músicos. Cuando me concedieron la beca para poder venir a Santiago, el entusiasmo propio de la ocasión se vio descompensado al comprobar que Segovia no estaba; sin embargo, fueron de gran interés para mí las clases de José Tomás.
X.M.E.- ¿Y de la música gallega, al margen del vacío de composiciones para guitarra, qué le interesa?
D.R.- Debo confesar que no estoy muy informado del ambiente musical gallego. Hasta ahora me preocupaba más de pasar el tiempo jugando al tenis, yendo a la playa o a la aldea que de otra cosa. Me planteaba descansar de la actividad musical y ahora, que ya soy de aquí, me intereso más al respecto.
X.M.E.- ¿Puede hablarnos de su aspecto pedagógico, como profesor que es esporádicamente? ¿Cuesta compatibilizar ese trabajo con el de concertista?
D.R.- Yo tengo mucha suerte al no necesitar de la docencia como medio de vida; no preciso de eso económicamente. Normalmente las lecciones que doy son cursos, como los que organiza el Conservatorio de Vigo; se trata de una especie de clases magistrales, que vienen siendo como una actuación.
(Foto del Sitio oficial de David Russell)
X.M.E.- ¿La variedad de países en los que ha tocado condiciona el repertorio escogido en cada ocasión? ¿Le preocupa el contexto social donde actúa?
D.R.- Cuando viajas y llegas a un país o continente con otros modos de vida distintos a los que te son habituales, si te estabilizas durante un tiempo, los valores que llevas ya no cuentan, y echas por tierra el tópico ése de países superiores e inferiores. Eso lo comprobé cuando estuve en África; me di cuenta de que los europeos, tan dados que somos a observarlos con cierto desprecio, en muchos aspectos no hay tal inferioridad. Eso sí, soy consciente de que yo tengo en el bolsillo tanto dinero como el que puedan ganar muchos africanos en dos años.
El repertorio sí varía según el lugar del concierto. En África, donde quedé impresionado del sentido vital que tienen de la música, tuve que ir desechando las composiciones de J.S. Bach. Sí toqué música española, y fue curioso un caso. En Sudán nunca llueve, en Malawi llueve medio año; entonces yo tenía pensado tocar Recuerdos de la Alhambra de Tárrega, que evoca los jardines de Granada y el agua. Todo esto produjo mucho impacto en Sudán, ávidos como están del líquido elemento; en Malawi, al serles familiar la evocación, les resultaba una música aburrida.
X.M.E.- ¿Como músico le interesan otras disciplinas paralelas: literatura, pintura, etc.?
D.R.- Es una cuestión difícil ésta de la estilística. Hace diez años la forma de tocar música barroca, por ejemplo, era poco barroca, teniendo en cuenta que en las otras artes el Barroco responde a un concepto de exageración, mientras que en la música se hacía con una frialdad que no se correspondía con la esencia de la estética. Pero nosotros como intérpretes tenemos que preocuparnos de hacer el Barroco de hoy, no el de hace dos siglos. Debemos satisfacer a un público que demanda unas sensaciones, y si no lo consigues fracasas en el intento.
X.M.E.- ¿Qué nos puede contar de su relación con Andrés Segovia?
D.R.- Yo le debo a Segovia el estar hablando aquí ahora. Lo que sucede es que su época como guitarrista-maestro ya pasó hace mucho tiempo; su línea ya dejaba de ser guía para los jóvenes guitarristas. Eso sí, ahora, recién muerto, es aprovechado por las casas de discos que reeditan grabaciones de hace cincuenta años.
Como ilustración sonoro-visual, traigo dos interpretaciones de David Russell: Choro Nº 1 de Heitor Villa-Lobos y El último trémolo de Agustín Barrios. ¡Disfruten del arte de este maestro de la guitarra!
Dos compositores contemporáneos del escritor y musicólogo Alejo Carpentier (1904-1980) fueron los iniciadores del moderno sinfonismo cubano: Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla. El autor de El siglode las luces trató en vida a ambos músicos y los sobrevivió largamente, ya que murieron jóvenes. Teniendo como referencia La música en Cuba (1945), historia de la música cubana del propio Carpentier, realicé las siguientes anotaciones biográficas.
Amadeo Roldán (1900-1939). Músico nacido en París pero de ascendencia criolla. Fue primer violín de la Orquesta Filarmónica de la Habana y, según Carpentier, en su faceta creadora aparecen notados por primera vez con exactitud los ritmos cubanos; estableció un verdadero método de efectos sonoros de instrumentos típicos de Cuba que otros músicos habrían de seguir. Roldán nos dejó la Obertura sobre temas cubanos, obra capital que marca una nueva era en la historia de la música cubana, y otras composiciones sobresalientes: Tres pequeños poemas (Oriental, Pregón, Fiesta negra), La rebambaramba y El milagro de Anaquillé como música de ballet, Danza negra para voz y grupo instrumental, Motivos de son sobre poemas de Nicolás Guillén, RítmicasV yVI para percusión, etc. Su producción es una de las más sólidas de un autor cubano. Por otra parte, gracias a su mediación se interpretó por primera vez en La Habana la 9ª sinfonía de Beethoven. Murió joven, y su pérdida fue muy sentida por Carpentier.
Alejandro García Caturla (1906-1940). Músico y juez nacido en Remedios, Villa Clara, fue el temperamento musical más rico y generoso que haya aparecido en Cuba, a juicio del autor de La música en Cuba. Carpentier lo retrata como un hombre con una asombrosa capacidad de aprendizaje, independiente y fuertemente atraído por la negritud, hasta el puso de llegar a casarse con una mujer negra, pese a los prejuicios de su acomodada familia. Inspirado por el folklore cubano e influido por la música de vanguardia, dejó una extensa producción, entre la que deben ser citadas las Tres danzas cubanas para orquesta, Berceuse Campesina para piano, y en especial La rumba para orquesta, estrenada por Erich Kleiber al frente de la Orquesta Filarmónica de la Habana, una de las páginas más extraordinarias creadas por un músico cubano. Murió prematuramente, asesinado por un delincuente común al que había juzgado y pensaba condenar, y su pérdida fue tan dolorosa para Carpentier como la de Roldán, si nos atenemos al derroche literario que ambos desencadenaron al dejar el mundo de los vivos.
Carpentier A. Breve historia de la música cubana. En: Temas de la lira y del bongó (libro recopilatorio). Ed. Letras cubanas. La Habana, 1994.
Como ilustración sonoro-visual traigo aquí tres videos: un pequeño apunte biográfico de Roldán, su pieza “Rítmica Nº 6” y el “Preludio nº 3” de García Caturla. No son gran cosa, pero es lo que pude encontrar.
Con la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar, quien tras 23 días de ayuno voluntario se halla en situación delicada, vuelven a suscitarse cuestiones éticas y legales. Mientras multitud de ciudadanos le piden a Haidar que deponga su arriesgada forma de protesta, de reivindicación de sus derechos y de la causa del pueblo saharaui, se suscita un debate político y jurídico.
El Gobierno español manifiesta que no puede dejar morir a una persona por falta de alimento, en tanto la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS-Sáhara) lo acusa de actuación inoperante y vergonzosa. Y las organizaciones de jueces no adoptan una postura común sobre la decisión de proceder a una alimentación forzosa, prueba del vacío jurídico existente; unas piensan que es posible obligar a Haidar a ingerir alimentos y otras apelan al ejercicio de su libre derecho a decidir mientras esté lúcida en plenitud de facultades.
Lo ideal sería que Aminetu Haidar –que se muestra firme en sus convicciones e incluso advierte con acudir a la vía penal si se actúa contra su voluntad– oyese las voces ciudadanas y las de la propia CEAS-Sáhara. Si no fuese posible, la ética a la que apelan algunas voces políticas y jurídicas debiera prevalecer; de manera que la autoridad sanitaria y judicial ha de poner todos los medios para evitar un desenlace fatal, lo que implica necesariamente una alimentación forzosa.
No es la primera vez que estamos ante una situación semejante, aunque tal vez no tan peliaguda, y seguimos sin una regulación jurídica al respecto. No obstante, en esta encrucijada político-jurídico-sanitaria, no es fácil la resolución. Y los médicos, que deben apelar a la ética profesional, se encuentran a merced de las decisiones judiciales. Hay que andar con mucho tino.
El escritor Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), fue el inventor de las greguerías, textos breves –generalmente una sola frase– a modo de aforismos, pero supeditados a una fórmula del autor:
Humorismo + Metáfora = Greguería
¿Y cómo elegir entre las greguerías selectas de Gómez de la Serna? Pues me apropio una vez más de la sabiduría de mi admirado Lizardo, quien escribió en su bitácora sobre el autor de El doctor inverosímil:
“Denostado alguna vez como mero embeleco de ingenio y acrobacia verbal, fue famoso por sus greguerías –escribió más de 10.000–, frases conceptuosas y escuetas, condensaciones de metáfora y humor…”
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.
La O es la I después de comer.
El niño grita "¡No vale...!" "¡Dos contra uno!" y no sabe que toda la vida es eso: dos contra uno.
Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueños.
No hay que tirarse desde demasiado alto para no arrepentirse por el camino.
Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
Nos aliviaríamos si comprendiésemos que morir es la última diversión de la vida.
Todos quisieran tener dos hígados para quejarse de los dos.
El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que tenemos en la cabeza.
Cuando por los altavoces anuncian que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
Otras greguerías, simpáticas y no tanto:
Adagio es un consejo triste.
Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac; por eso no era un reloj.
Como daba besos lentos, duraban más sus amores.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
El insulto es el único verdugo que tenemos a mano.
El tenedor es el peine de los tallarines.
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Sobre el libro de relatos El doctor inverosímil, dice el amigo Lizardo:
“El azar reunió a este antiguo libro con un nuevo lector. En sus páginas, pese a los años transcurridos -apareció en 1921 la primera edición-, un aire fresco y jovial fluye. Hay cosas que no cambiarán jamás en la relación médico-paciente, sin duda. El párrafo final de "El doctor inverosímil" así lo reitera: "Yo, por lo menos, puedo decir lo que aquel doctor que decía: 'Entre mis manos los enfermos pueden perder la vida, ¡pero jamás el espíritu!'". Ah, y valga la aclaración. Ramón no era médico.”
Dichoso es aquel que mantiene una profesión que coincide con su afición.
George Bernard Shaw
Seguramente los médicos de cabecera, generales, de familia o de atención primaria (¡cuatro en uno!), sufrimos más los envites emocionales de pacientes y usuarios difíciles, por estar en primera línea y ser muy accesibles. Y su número aumenta progresivamente en una población cada vez más “psiquiatrizada”; paradójica epidemia de malestar en la sociedad del bienestar. Por condicionantes de índole sociológica, se ha ido haciendo más difícil la relación con el paciente (difícil o no), y el queme profesional se acrecienta. Dijo Fernando Pessoa que “el alma humana es un manicomio de caricaturas”, y yo me pregunto si acabarán las almas viviendo –o muriendo– en un inmenso manicomio. Aunque también me protejo diciéndome: si quieres pasar ratos felices, no analices…
Este párrafo es parte de un comentario al artículo “Quemados” en el estupendo blog del doctor Lizardo Cruzado, de significativo título: Desde el manicomio. Este psiquiatra peruano hablaba del concepto síndrome de “burnout” (del “quemado” o de desgaste profesional), de su origen y de su sintomatología, considerando que esta etapa avanzada del estrés laboral afecta a diversos profesionales y especialmente a los psiquiatras.
...extinción de la motivación o del impulso personal, especialmente cuando la devoción individual por una causa fracasa continuamente en producir los resultados deseados. (Herbert Freudenberger, 1974)
Cuando lo leí estaba preparando una sesión clínica sobre hiperfrecuentadores, somatizadores y otros pacientes difíciles: “abusuarios”, exigentes-agresivos, incumplidores-negadores, manipuladores, querulantes. Una tipología que va en aumento para regocijo de los estudiosos y desesperación de los clínicos, paralelamente en número creciente de quemados.
DEFINICIÓN DEL SÍNDROME DE BURNOUT
QUEMADO, SÍNDROME DEL. Denominado burnout por los anglosajones, consiste en: agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento personal (con cansancio, fobias, irritabilidad y bloqueos cognitivos). Supone un desgaste profesional. Afecta a diversos profesionales y especialmente a los médicos; ya son legión las víctimas del fuego triste que propaga la indiferencia. ¿Razones? La mayoría de profesionales apunta a los malos gestores, que, preocupados por el “eficientismo”, no ven la cruda realidad y los condenan a trabajar bajo una gran presión.
Esta entrada del síndrome del quemado forma parte de mi particular “Léxico médico de la atención primaria”. He aquí la triada característica: agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento personal. Tristemente el número de médicos quemados ha ido en aumento en los últimos años, y hasta un blog sanitario se hace eco del problema con su sugerente título: “Blog de un médico quemado”. Por el contrario, convendría tomarla como un reto y tratar de cambiar el estado de cosas, particularmente de la empresa sanitaria pública; y al mismo tiempo, emplear estrategias anti-queme.
El síndrome de burnout (SB) se manifiesta con la tríada referida, siendo el agotamiento emocional de un estado depresivo-ansioso, que a su vez puede acarrear problemas somáticos y abuso de fármacos o alcohol. Sus causas son aquellas que generan ansiedad, tanto institucionales como de los usuarios: sobrecarga laboral, escasez de tiempo, supeditación a ordenador, exigencia de pacientes (incluso manifiesta con violencia y agresividad), falta de apoyo institucional...
CAUSAS DEL SB
Hemos de considerar las causas del estrés laboral y consecuente SB, por su cronificación. De lo que leemos, resumimos su etiología: carga de trabajo, conflictos laborales, sentimiento de menosprecio, insatisfacción profesional, sensación de soledad, desequilibro entre aspiraciones y realidad. Por supuesto, la personalidad del profesional, con su mayor o menor implicación emocional, también es un factor determinante, por lo que difiere la capacidad de resistencia al desgaste.
PREVENCIÓN DEL SB
Lo ideal es prevenirlo, incidiendo en las causas, potenciando el trabajo en equipo y mediante la formación psicológica precisa. Ésta ayudará a disminuir el nivel de autoexigencia y a mantener la distancia adecuada con las demandas institucionales y de pacientes (fruto del exceso de expectativas). Se habla de implementar técnicas grupales (Grupos Balint, grupos operativos) y otras técnicas que disminuyan la ansiedad (técnicas cognitivo-conductuales).
En cuanto a la administración sanitaria, es preciso que los gestores y políticos responsables actúen sobre las variables institucionales que generan ansiedad al profesional de la salud, ejecutando las medidas pertinentes para dignificar la relación médico-paciente. Hablamos de "humanización de la medicina". Pero ¿de qué modo? Pues favoreciendo la gestión de la organización en los centros (un modo de autogestión), procurando un tiempo adecuado para la atención a los pacientes e informando claramente a éstos del buen uso de los servicios.
De aquí se deduce una palabra clave: confianza. Y se impone una reflexión...
Si la empresa no confía en sus trabajadores, éstos nunca creerán en ella (¡vaya aforismo que me ha salido!). Les dará todo igual, caerán en la indiferencia o se quemarán. Por eso es preferible distenderse que enfermar y, en este sentido, el humor puede ayudarnos. Creo que es bueno seguir las tres recomendaciones de un compañero. “Primero, piensa en tus coronarias y no te impliques en demasía. Segundo, si no puedes solucionar el problema de alguien, comenta con empatía: lo comprendo, tiene usted razón…, pero no está en mi mano. Tercero, busca de continuo alguna vía de liberación”. Sabios consejos para no quemarse.
TRATAMIENTO DEL SB
Cuando el SB ya está presente hay que tratarlo como un trastorno mental.
Se ha detectado que la variable ansiedad tiene un gran impacto en la práctica del médico, el setenta por ciento presenta una ansiedad media y el dieciocho por ciento, un nivel de ansiedad alto. Asimismo se detecta depresión, importante en un 5%. Respecto al paciente, la falta de satisfacción en la relación y el sufrimiento de éste son las variables que causan mayor ansiedad. A nivel institucional las variables más estresantes son el estrés laboral, la falta de apoyo social, de formación y de tiempo. La variable más ansiógena referente a la enfermedad es el error en el tratamiento o en el diagnóstico. La satisfacción laboral se correlaciona directamente con la organización, el buen funcionamiento del Centro, el trabajo en equipo y las relaciones interpersonales con los compañeros y jefes. Se constata que el trabajo en equipo es un factor de contención de la ansiedad de los médicos.
El término "burnout" fue acuñado por primera vez en 1974 por Herbert Freudenberger, en su libro “Burnout: The High Cost of High Achievement” Por lo general, el trastorno es consecuencia de un estrés laboral crónico, y se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo (despersonalización), y una sensación de ineficacia y de no hacer adecuadamente las tareas. A ello se suma la pérdida de habilidades para la comunicación.
Considerando urgente afrontar este grave problema, en un momento de crisis económica en el que existe un importante desequilibrio entre el aumento del gasto sanitario y la disponibilidad de recursos, la SemFYC le propone a las autoridades sanitarias un esfuerzo por conseguir una Atención Primaria más resolutiva, eficiente y desburocratizada, y medidas de participación ciudadana, llamando a una mayor compromiso de los ciudadanos en el cuidado de su salud.
Se apela además al Proyecto AP21 (Estrategias para la Atención Primaria del Siglo XXI), presentada por el Ministerio de Sanidad (y Política social) en noviembre de 2005, y puesta en marcha en 2007, con la venia del Consejo Interterritorial, porque en este bendito país hay que pelear a diecisiete bandas. Dicha estrategia partía de la base de que para lograr la sostenibilidad del sistema sanitario hay que disponer de una Atención Primaria de calidad, orientada al ciudadano, con gran capacidad de resolución y que potencie la continuidad asistencial.
Respecto a la cartera de servicios, dice el documento que “si no hay suficientes recursos habrá que aumentarlos o tener la valentía política de limitarla y explicarlo a los ciudadanos”. Considera insostenible la imagen actual: «vaya al médico cuando quiera, las veces que quiera, para lo que quiera y a la hora que quiera que se le dará un servicio a la carta». Y muestra la necesidad de definir la cartera de servicios “para que el ciudadano sepa a lo que tiene derecho y a lo que no.” Pero ejemplariza con dos exclusiones, la odontología integral y las lentes correctoras, que da por válidas. Yo prefiero reivindicar estas prestaciones como expuse aquí al referirme a la racionalización del gasto farmacéutico (punto 4: modificación del sistema de prestaciones), es decir recortar lo superfluo e introducir lo necesario.
En cuanto al mal uso y abuso de los servicios sanitarios, se advierte un incremento de la frecuentación y de la demanda de los servicios sanitarios en Hispania muy superior a la de otros países europeos, quizá por la priorización de la accesibilidadcomo valor principal, sin medidas de control que limiten el acceso por problemas banales. Por ello insta a la información sobre derechos y deberes en la utilización de los servicios sanitarios, además de plantear mecanismos de penalización a los ciudadanos que hagan un mal uso, ya que con su actitud están perjudicando al resto de los usuarios de la sanidad pública. Aunque me parece más sencillo el sistema de copago o tasas moderadoras de esos países europeos.
El documento de la SemFYC reconoce los “vicios” de nuestro sistema sanitario, ya denunciados desde el Informe Abril, e incluso antes sin tanta trascendencia mediática. Se vuelve a lo mismo, desde diferente ángulo: la necesidad de un cambio para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario. Con los referidos “peros”, y tal vez otros, me apunto al necesario cambio, a las nuevas propuestas de reforma.
El mismo ciclo confirma que todo cambia para que todo siga igual… Dice la abuela: “En mis tiempos…”. Dice el padre: “Esta juventud…”. Dice el joven: “Nadie me comprende…”. Y dice el niño –mirándolos a todos, boquiabierto–: “No sé qué decir…”. El niño será joven, será padre, será abuelo, será viejo. Habrá gozado, habrá sufrido, habrá amado, habrá soñado. Tras victorias, tropiezos, penas y alegrías, volverá sus ojos a la edad de la inocencia. Vemos que todo se repite. Juego y lucha, admiración y desencanto, placer y aflicción, amistad y enfrentamiento, comprensión e intransigencia, lucidez y ofuscación, paz y discordia, decisión y temor, creencia y duda… Vaivén eterno, para concluir que no podemos entender este mundo incomprensible.