Es cierto que la realidad de cada cual depende de la particular percepción mental. Pero la objetiva puede ser bien distinta. De hecho lo es en el caso de nuestra especialidad médica, centrada en todo, en la integridad del individuo, en la persona. Llamémonos médicos de familia, médicos generales o, como yo creo que nunca debiéramos haber dejado de llamarnos, médicos de cabecera. Porque si no estamos expresamente a la cabecera del enfermo, como en los tiempos heroicos de la medicina rural, estamos a la cabecera de las desdichas ciudadanas y situados en el observatorio principal de la comunidad que vive, goza, sufre y muere. Individuo y sociedad ante nosotros, cada día, en toda su grandeza y su miseria. ¿Qué más se puede pedir para una labor profesional humana, creativa, técnica, espiritual y de servicio? Sin embargo, no nos engañemos, plenos de entusiasmo y conscientes de nuestra grandeza. Continuamente estamos denunciando atropellos y vilipendios que dañan nuestro ego y degradan la imagen de la atención primaria, de modo que hemos de reconocer que no estamos desempeñando nuestra loable labor en las condiciones ideales, ni mucho menos. No hemos de venirnos abajo por las circunstancias que los politicastros nos imponen, pero tampoco debemos sublimar románticamente lo que no es, porque si bien la deformación de la realidad puede proporcionarnos bienestar, también puede llevarnos a la enajenación. En resumidas cuentas, que ningún recién llegado a esta maravillosa aventura de la medicina de personas espere el paraíso, pero que sepa que entra al principal terreno de juego sanitario desde el principio de los tiempos. Los demás son, inequívocamente, secundarios.
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Gracias por esas bellas palabras amigo José Manuel, yo por ejemplo, cuando me preguntan que especialidad tengo, y respondo que soy médico general, al ver la expresión de desdén en algunos y espanto en otros, solía entristecerme al ver que mis 7 años de escuela de medicina no eran nada. Sin embargo ahora veo que son mucho, y mucho he aprendido al ejercer mi práctica, a pesar que no cuento con una década, he estado en escenarios de alta exigencia, tanto en calidad como en cantidad. Gracias nuevamente.
ResponderEliminarHemos de ser nosotros, amigo Tony, quienes creamos en la importancia de nuestra labor, teniendo presente el precepto de exigirse mucho a uno mismo y esperar poco de los demás; de lo contrario estaremos abocados a la frustración. Digamos con orgullo que somos médicos generales, de cabecera o de familia (los mismos que el hospitalocentrismo reduce al acrónimo "MAP" = Médicos de Atención Primaria). No nos infravaloremos llevados por estultas actitudes de desprecio, porque sin nuestra actividad integral e integradora los sistemas sanitarios no podrían funcionar.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Médico de cabecera es una denominación admirable y humanista.
ResponderEliminarBien sabe usted que el Dr. Marañón decía que el mejor instrumento del médico es la silla.
Por cierto, me dijeron en la FNAC que la biografía de Marañón de Antonio López Vega en la editorial Taurus saldrá el próximo 27 de abril.
Y otro por cierto: tengo serias difiultades en poder leer este blog, tarda mucho en cargarse y moverse por él es dificil. No se el motivo y si me pasa solo a mi.
Saludos.
Agradecido por la información, Enrique. Marañón sigue y seguirá haciendo correr ríos de tinta, por más que algunos intenten desvirtuar la silla.
ResponderEliminarSobre la dificultad de lectura del blog no sé qué decir, las cuestiones técnicas me superan; espero que sea algo pasajero del "servidor".
Saludos.