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viernes, 14 de junio de 2019

Controlar el temor

Alarcón

No sientas miedo nunca sin razón...
Por eso pienso que este cuento del gallo deberían saberlo todos los que tienen castillos y fortalezas a su cargo, para no dejarse atemorizar con amenazas o con engaños, ni con fosos ni con torres de madera, ni con otras armas parecidas que sólo sirven para infundir temor a los sitiados. Aún os añadiré otra cosa para que veáis que sólo os digo la verdad: jamás puede conquistarse una fortaleza sino escalando sus muros o minándolos, pero si el muro es alto las escaleras no sirven de nada. Y para minar unas murallas hace falta mucho tiempo. Y así, todas las fortalezas que se toman es porque a los sitiados les falta algo o porque sienten miedo sin motivo justificado. Por eso creo, señor conde, que los nobles como vos, e incluso quienes son menos poderosos, deben mirar bien qué acción defensiva emprenden, y llevarla a cabo sólo cuando no puedan evitarla o excusarla. Mas, iniciada la empresa, no debéis atemorizaros por nada del mundo, aunque haya motivos para ello, porque es bien sabido que, de quienes están en peligro, escapan mejor los que se defienden que los que huyen. Pensad, por último, que si un perrillo al que quiere matar un poderoso alano se queda quieto y le enseña los dientes, podrá escapar muchas veces, pero si huye, aunque sea un perro muy grande, será cogido y muerto enseguida.
Fragmento del cuento XII de El conde Lucanor, de Don Juan Manuel 

Válganos como ejemplo que nos aconseja controlar el temor. Y sírvanos de excusa para ilustrar esta entrada con un vídeo sobre el castillo medieval.


*** 
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.
E. GALEANO, El miedo global

ANEXO: POEMAS SOBRE EL MIEDO Y LA ANGUSTIA*
A la espera de la oscuridad, Alejandra Pizarnik [Análisis AQUÍ]
Anhelo, Laura Victoria –amor
Busca y anhela el sosiego, Rosalía de Castro
Cobardía, Amado Nervo –atracción, amor
El abismo (Le gouffre), Charles Baudelaire** [Análisis –y de otros poemas– AQUÍ]
El miedo, Pablo Neruda*** [Análisis AQUÍ]
El miedo, Alejandra Pizarnik [y AQUÍ. Análisis AQUÍ]
El miedo global, Eduardo Galeano [variante AQUÍ]
El miedo manda, Eduardo Galeano
Eterna sombra, Miguel Hernández [Un análisis AQUÍ]
Gacela de la terrible presencia, de Federico García Lorca+ –Lectura AQUÍ
Inexplicable angustia, Rosalía de Castro****
Insomnio, Dámaso Alonso [y AQUÍ] [Comentario AQUÍ] –angustia, postguerra
Miedo a la vida, Marilina Rébora –Dios
Los sinónimos, Francisco Brines –escepticismo, desconfianza
Pensando (Thinking), Walter D. Wintle
Remordimiento póstumo (Remords posthume), Charles Baudelaire –angustia
Reversibilidad (Réversibilité), Charles Baudelaire
Sé todos los cuentos (Yo no sé muchas cosas, es verdad), León Felipe++
–Lectura AQUÍ. Canción AQUÍ
Vergüenza, Gabriela Mistral
Viceversa (Tengo miedo de verte), Mario Benedetti
Yo voy soñando caminos, Antonio Machado***** [Análisis AQUÍ
angustia existencial, camino (símbolo), tarde –Lectura AQUÍ. Canc. AQUÍ

*En estos dos temas relacionados, incluimos conceptos a su vez relacionados:
–Miedo: Temor, Terror, Timidez, Vergüenza, Cobardía.
–Angustia: Ansiedad, Desasosiego, Desazón, Inquietud, Desesperación.

**La inmensidad que abruma.
Tengo miedo del sueño como de una ancha sima
lleno de un vago horror, que lleva a no se dónde;
contemplo el infinito en todas las ventanas...
El abismo

***El poeta recibe consejos, que no sigue, pero tiene miedo.
Tengo miedo de todo el mundo, 
del agua fría, de la muerte. 
Soy como todos los mortales, 
inaplazable.

****La angustia existencial del poeta se refleja en el poema como inexplicable.
Inexplicable angustia
hondo dolor del alma,
recuerdo que no muere,
deseo que no acaba…

*****La angustia existencial del poeta se desata en los caminos de la tarde.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!
(...)
En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.

+Poema de Diván del Tamarit, poemario que García Lorca comenzó a escribir antes de 1931 y que concluyó recién en el verano de 1935, siendo publicado en 1936, pocos meses antes de su muerte. Diván es una palabra persa que primero designó la habitación donde los escribas hacían el inventario; más tarde denominó el libro donde se escribía. En árabe llegó a significar un cancionero, es decir, un conjunto determinado de una clase de poesías. Tamarit era el nombre de una propiedad que la familia de los García Lorca tenía en Granada [Huerta del Tamarit o de San Vicente]. El poemario Diván del Tamarit está compuesto de dos partes. La primera incluye doce once gacelas y la segunda parte incorpora nueve casidas. La gacela (del árabe ghazel) es una composición estrófica breve dedicada exclusivamente al tema amoroso, aunque en este caso incorpora elementos del tema de la muerte [«Gacela de la muerte oscura»], también. La casida (del árabe kasida) es una composición estrófica más extensa, de carácter clásico, de tema variado y que generalmente empieza por una introducción. [Poemario: Diván del Tamarit]

++Original relación entre el miedo y los cuentos, que al hombre le cuentan, ya desde la cuna, para acallar su llanto y su voz.
(...) y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
...por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
D. ALONSO, Insomnio

Insomnio, Dámaso Alonso

Ese beso que a tiempo me pediste temblando
esta noche en mis labios es granada en sazón.
Dime, loco bohemio… ¿no presientes acaso
el panal que te ofrecen mis caricias en flor?
LAURA VICTORIA, Anhelo

Tengo miedo, Señor, pero no de la noche,
tampoco de la sombra, menos de la tiniebla;
es miedo de la aurora —refulgente derroche—
como miedo del mundo, cuando el mundo se puebla.
M. RÉBORA, Miedo a la vida

Ese instante que no se olvida,
Tan vacío devuelto por las sombras,
Tan vacío rechazado por los relojes,
Ese pobre instante adoptado por mi ternura,
Desnudo desnudo de sangre de alas,
Sin ojos para recordar angustias de antaño,
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios
...
Sin manos para decir nunca,
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.
A. PIZARNIK, A la espera de la oscuridad

A la espera de la oscuridad, Alejandra Pizarnik

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