Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre.
Muchas de las reflexiones del doctor Andoni Mendoza*, médico rural que ejerce en la Sierra de Gredos, son verdaderos poemas naturales de gran densidad humana. Y en una de sus poéticas meditaciones, a la cabecera del enfermo, nos recuerda las limitaciones de la Medicina, en concreto la limitación máxima: la mortalidad.
Medicina de cabecera.
En la cabecera de la cama del enfermo.
—Luciano, al hospital.
Trato de trasmitirle paz.
Pero ni mis ojos ni los suyos esconden que no volverá al pueblo.
Salgo de la modesta casa.
Ha nevado, el frío de la medicina en la cabecera me atraviesa el alma.
El hombre es el único animal que se intoxica por propia voluntad.
Es sabido que en los movimientos sociales bien intencionados siempre hay algún aprovechado que los utiliza por interés económico; sucede en las artes, y en particular en la música urbana, y ha sucedido en la lucha por los derechos de la mujer. Y en este caso fue, cómo no, un hombre:
Pero ¿quién era este personaje? Se trata de Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, inventor de la teoría de la propaganda y las relaciones públicas, que utilizó ideas relacionadas con el inconsciente para la persuasión del «sí mismo» (self) en el ámbito publicitario masivo. [Extracto wikipédico]
Fácil es la manipulación. Fumar era de hombres y las mujeres se les podían igualar como nuevas fumadoras. Vaya engaño. Sucede con otros hábitos y con otras actividades, a las que se ha inducido a las mujeres en nombre de su liberación, haciéndolas caer en los mismos errores en que habían caído los hombres. Con todo, siempre hay tiempo para corregirlos... Y para no provocar controversias, no diremos más que una doble verdad: fumar es malo; dejar de fumar es bueno.
El aria ‘‘Agitata da due venti’’ (Sacudida de dos vientos), de Adelaida/Griselda, óperas de Antonio Vivaldi, tiene su explicación de figurar en dos obras distintas, porque en la ópera seria era común reutilizar algún aria exitosa de una ópera en otra posterior. De modo que tras el éxito de este aria virtuosista, estrenada en la ópera Adelaida, fue incluida también en la ópera Griselda.
Agitata da due venti
freme l'onda in mar turbato,
e 'l nocchiero spaventato
già s'aspetta a naufragar...
Dal dovere da l'amore
combattuto questo core,
non resiste e par che ceda
e incominci a desperar...
Sacudida por dos vientos
la ola tiembla en mar revuelto,
y el timonel asustado
espera ya naufragar...
Por el deber del amor
con el corazón combate,
no resiste y va a ceder
y empieza a desesperarse...
«Agitata da due venti» (de ópera Griselda), Antonio Vivaldi