Páginas

martes, 29 de junio de 2010

Medicina de Familia: del desencanto al orgullo profesional

En un artículo periodístico, que hace hincapié en lo poco atractiva que es la medicina de familia para los licenciados médicos hispanos, aparecen primeramente los tópicos consabidos: principal puerta de entrada al sistema sanitario, resolutiva y satisfactoria para los usuarios, con profesionales excelentes… incluyendo el desprestigio social y la desconsideración profesional (médico de ambulatorio mal pagado, desbordado por la excesiva presión asistencial y la carga burocrática, una máquina de hacer recetas y rellenar informes…). Después lo que parece novedad y supone desinformación: la gran desconocida para los estudiantes de la licenciatura. Finalmente los brindis al sol: la especialidad tiene que ganar prestigio, hacen falta medidas de incentivación económica, académica y profesional para el especialista en atención primaria (parece chiste de mal gusto: se repite una vez más, pero ahora justamente cuando acaban de bajarles el sueldo).


Y los comentarios a dicho artículo, no todos son de profesionales de la medicina pero sí la mayoría, oscilan desde el desencanto al orgullo profesional. En ellos se refleja la frustración, el derrotismo, las carencias, las contradicciones, la falta de estímulos, los cambios sociológicos, el escaso reconocimiento económico y social, la deshumanización, el descontento con la organización sanitaria, el conformismo... y la satisfacción de ser médico de familia. Algunas manifestaciones son muy duras, agrias, difíciles de asumir aunque sean verdades como puños. Podemos estar o no de acuerdo con ellas, pero suponen una visión poliédrica de la que se pueden extraer interesantes conclusiones. Voy a dejar que algunas expresiones ajenas hablen por sí solas, resaltando datos y frases que me parecen relevantes. 

Uno. El desencanto profesional…

Después de 6 años de carrera, un año para el MIR y 4 años de formación MIR, ¿qué es lo que espera a los médicos de familia? Centros de salud colapsados, con cupos de pacientes que se saltan a la torera cualquier normativa, con menos de 5 minutos para ver a los pacientes en la consulta, con escasez de medios, con agresiones... Y encima les bajan el sueldo (como al resto de funcionarios). 

He dejado mi trabajo voluntariamente. No puedo hacer de médico, secretaria, enfermera, auxiliar y administrativo en 7 minutos que tengo para cada visita. Hemos perdido la calidad humana de la medicina, ¿dónde queda el respeto por una profesión que cuida de la parte más noble del ser humano: sus vidas? No hay tiempo para el dialogo, los consejos, eso ya no importa. Solo tiene valor que visites muy rápido, sigas los protocolos (¿dónde quedó la medicina clínica?), y así ni siquiera puedes mirar a la cara a tus pacientes, mientras te entregas totalmente al ordenador, que tantas veces se queda colgado.

¿Incentivos? ZP ya nos baja un 7% y se nos pide que hagamos nuestro cupo y veamos pacientes de otros cupos encima gratis este verano. Hacemos de médicos y también de administrativos, celadores y auxiliares, gestionamos todo tipo de papeles, ordenamos nuestras salas de espera sin ayuda de nadie (en los hospitales, para 4 ó 5 pacientes hay una auxiliar que los llama y establece un filtro, así el médico se preocupa de hacer sólo su trabajo de médico) y encima, pásmense, hacemos medicina de calidad, basada en la evidencia, tratamos con cariño a nuestros pacientes y hasta leemos el New England.

Dos. La crítica nacional…

La precariedad en el trabajo y la falta de respeto de la gente es que lo que hace a los médicos emigrar. Es tan simple como eso. Si se van a otro país de la UE lo entenderán. La gente es agradecida y educada, y el sistema te paga acorde a tu categoría y responsabilidad. SIMPLE.

¿8.000 médicos españoles trabajando fuera? Lo que no me explico es cómo cualquier chaval que acabe la carrera y domine medianamente algún idioma comunitario puede ni siquiera llegar a plantearse ejercer en España. Teniendo en cuenta el prestigio que todavía tienen los médicos españoles en Europa (ya veremos por cuánto tiempo) yo no me lo pensaba ni un segundo. Si este país no sabe apreciar, valorar ni recompensar el capital humano en el que ha invertido cuantiosos recursos para formar, que le den morcilla, que el mundo es muy grande.

Pues no me extraña que nadie quiera ser médico de familia, es una tomadura de pelo, tanto estudiar para esto… Yo lo hice por vocación, pero desde luego, si lo llego a saber hago otra cosa. ¿Qué más da que en teoría falten médicos si te ofrecen contratos basura, y eso cuando encuentras trabajo? Por no hablar de lo mal que nos tratan la mayoría de los pacientes, algunos nos ven como un supermercado de medicinas y si no le damos lo que quieren nos ponen reclamaciones. Y ver 50 personas en una tarde, y estar en un sitio diferente cada día... Me estoy planteando seriamente irme a otro país.

Y tres. El orgullo de ser médico de familia…

Yo soy médico de familia, orgullosa de mi especialidad, QUE LO ES, y formándome cuánto puedo. Gran parte de la culpa de ese desprestigio la tenemos los mismos médicos de familia, que no nos respetamos a nosotros mismos y nos echamos tierra a nuestro propio tejado. Bien es que la administración apoya poco y el sistema no ayuda tal y como está planteado, pero somos la base del sistema. Promoción de la salud, educación sanitaria y formación en diagnóstico diferencial...entonces dejaremos de ser recetarios y seremos respetados por pacientes y colegas.

Para mí esta profesión es maravillosa… En mi centro de salud hacemos de todo: cirugía menor, infiltraciones, control del simtron, control de la diabetes, prevención, pedimos citologías a las mujeres, las colonoscopias cuando está indicado, manejamos la osteoporosis, hacemos todo tipo de exploraciones desde una otoscopia, un electrocardiograma, una espirometría, un tacto rectal, hasta una ecografía. Tratamos muchas enfermedades, atendemos urgencias hacemos visitas a domicilio, tenemos sesiones clínicas, investigamos y participamos en Congresos científicos. Yo como médico no puedo pedir más.

Sin médicos de familia la sanidad se va al garete. Somos los más valorados por los ciudadanos, los más requeridos, los más cercanos. También los que menos nos quejamos y así se nos trata... No hago 50 recetas por minuto. Uso el ordenador para que gestione los tratamientos crónicos, miro a la cara a mis pacientes, son una cara, no un número de habitación ni un órgano interno. Hago cirugía, quito a mucha gente el hábito de fumar, conozco, y me conocen, a familias enteras, padres, hijos, encuentro la relación entre sus problemas, buscan mi consejo... Me gusta ser médico de familia y lo volvería a ser.

viernes, 25 de junio de 2010

Médico de familia, sin más

A family doctor by Norman Rockwell

Médico de familia o especialista en medicina familiar y comunitaria: el mismo que en un tiempo pasado fue médico de cabecera o médico general. Hoy más preparado científicamente, ayer más valorado socialmente. Hoy más mentalizado para el trabajo en equipo, ayer más liberado para decidir por sí mismo. Hoy más orgulloso de su valía, ayer más satisfecho con su labor del día a día.

Érase un médico general o de cabecera, muy reconocido socialmente, admirado e incluso venerado, que se vio de pronto como médico de familia desprestigiado en un sistema público de salud burocratizado y despersonalizado, donde imperaba una tecnología al alcance del médico especialista u hospitalario. Y sin embargo, había suficientes razones para considerarlo como elemento esencial del sistema sanitario.

Debemos tener muy presente que el médico general no trata la enfermedad, como el médico especialista hospitalario, sino al individuo en su integridad. Por supuesto, sabe menos de cada parcela concreta que el especialista –sería imperdonable lo contrario– pero sabe lo suficiente de cada especialidad. Además, es de algún modo, el coordinador de los especialistas hospitalarios.

Imposible el funcionamiento del sistema necesario sin la intervención del médico de familia. Hallándose en la encrucijada en la que convergen las actuaciones de los especialistas hospitalarios, es el faro orientador del enfermo desvalido y el receptor de todos los problemas, sanitarios y de otra índole. Desde su privilegiado observatorio, da respuestas, dirige y consuela.

Contrariamente al especialista hospitalario, el médico de cabecera acude al domicilio del paciente. Conoce de primera mano las condiciones de la vivienda del enfermo, su medio y sus hábitos de vida, adentrándose en el campo de la sociología. Y es quien lo atiende en su fase terminal. Realiza lo que se ha dado en llamar atención integral o biopsicosocial.

Ordinariamente, el médico de familia realiza educación sanitaria y muchas veces complementa prescripciones del especialista hospitalario; por ejemplo, instruyendo en la administración de determinados fármacos y detectando incompatibilidades o contraindicaciones. Tiene incluso que validar oficialmente prescripciones de éste, por su descuido o, en ocasiones, por su desdén.

Diariamente, el médico de cabecera afronta problemas psicosociales que el paciente no cuenta al especialista hospitalario, excepto al psiquiatra; realiza funciones de confesor y consejero. Es receptor directo de la inoperancia de organismos ajenos al sistema sanitario; soporta lo más ingrato sin compensaciones, ni siquiera morales. Inequívocamente, contribuye al bienestar de los ciudadanos. Por todo esto, debe olvidar complejos y sentirse orgulloso.

Es también el elemento básico dentro del dispositivo de control epidemiológico y el principal valedor en la promoción y protección de la salud. Por ello, es un elemento fundamental en el campo de la medicina preventiva y la salud pública. Su importancia ya se ha visto en campañas de vacunación y en epidemias anteriores (en la anunciada pandemia de gripe A, contribuyendo a establecer la calma en una población alarmada).

Forzado por un sistema burocratizado, el médico de cabecera tiene que realizar una ingente labor de escribanía que en otros ámbitos correspondería al personal auxiliar. Forzado por una deficiente planificación, tiene que poner medios privados al servicio público, como el transporte para la atención domiciliaria. Forzado por la inoperancia, se ve obligado a colaborar con el sector privado (mutuas, accidentes de tráfico, accidentes laborales).

Asume tareas burocráticas, funciones asistenciales, de educación sanitaria, de confesor, sociales y de salud pública. Desde la "Declaración de Alma Ata" (Primera Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, 1978), se responsabiliza de tareas de gestión, vela por la economía de la salud y se centra en cuestiones bioéticas. Y por si fuera poco, debe estar preparado en todo momento para las urgencias y emergencias que se presenten. Ningún otro profesional de la medicina asume tanto.

Más que “internista de la calle”, como lo han llegado a calificar, el médico de familia amplía su acción más allá de la medicina interna: es también cirujano, traumatólogo, dermatólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo, tocólogo, ginecólogo, psiquiatra, geriatra, urgenciólogo... de la calle. ¿Quién da más? Por correlación atlética, el especialista a secas sería un saltador de pértiga o un lanzador de peso y el médico de cabecera un decatloniano.

Independientemente de su actividad asistencial y preventiva, es un observador privilegiado de la sociedad. De hecho, su razón de ser es la atención familiar y comunitaria. Detecta el pálpito social más allá de lo que le llega a través del trabajador de esta área que cada vez ha ido ganando más importancia. Como un confesor recibe múltiples mensajes (problemas laborales, de relación, adaptativos...), por los que constata cómo van las cosas en su comunidad.

La antepenúltima consideración nos lleva a preguntar: ¿hemos de apreciar más al velocista puro que al atleta total? ¿Hay razones para subestimar aquí la medicina de familia? ¿Por qué no valoran realmente los responsables sanitarios al médico decatloniano, yendo más allá de las vanas promesas?... El cambio de ambulatorio a centro de salud no ha culminado en lo esperado: ha llevado a un progresivo aumento del bournout o queme profesional.

Ignorar la contribución y el sacrificio del médico general en su quehacer diario, a veces sin interrupción, no hará sino degradar un sistema que ha ido perdiendo su sentido humanista. Su constante puesta al día, mediante la formación continuada, y el afán de superación, en pos del beneficio de los pacientes, debieran mejorar su imagen en los medios y en la opinión pública.

Alejemos los fantasmas que hacen dudar de la necesidad del médico general/de familia/de cabecera. Su loable función debiera proporcionarle una consideración social de primer orden, lejos del acostumbrado desprecio de los gestores. Su capacitación, su entrega y su importancia lo justifican. Nadie debiera dudar de que el médico de familia sea un puntal irremplazable de la sanidad. ¡Resulta imprescindible!
***
Nota.– Hemos hecho una consideración esquemática del Médico de Familia en Hispania, en base al acróstico poético y a dos escritos previos:

Grandeza del médico general
Valoración de la medicina de familia

jueves, 24 de junio de 2010

Carlos Gardel: 75 años de su muerte


Hace hoy 75 años que Carlos Gardel (11 diciembre de 1890 - 24 de junio de 1935), el mayor cantor del tango, perdió la vida en un accidente de aviación. La tragedia sucedió en Medellín, Colombia, al colisionar su avión con otro aeroplano antes del despegue (se adujeron diferentes razones), pereciendo también en el siniestro su gran letrista Alfredo Le Pera.

En el recuerdo de Gardel –y de Le Pera–, cuya figura ya fue tratada en esta bitácora, traigo hoy una grabación que recoge las voces del cantor y del referido letrista y otra con una de sus piezas escogidas: “Cuando tú no estás”.

Palabras de Gardel y Le Pera

Cuando tú no estás

Noche de San Juan: “Una noche en el monte pelado”


Una Noche en el Monte Pelado” es el título del poema sinfónico de Modest Mussorgsky (1839-1881) que ha prevalecido, sobre el orginal "La Noche de San Juan en el Monte Calvo". El compositor se inspiró en un cuento de Nikolai Gogol que retrata un aquelarre presenciado por un campesino. Una noche tenebrosa muy distante de la festiva que, como la de hoy, acostumbramos a celebrar, tras la llegada del solsticio de verano.

Mussorgsky adjuntó un texto a modo de programa preparativo a la atmósfera fantástica de la obra: Rumores subterráneos de voces sobrenaturales - Aparición de los espíritus de las tinieblas y de Chernabog (dios negro o de la oscuridad) - Glorificación de Chernabog y misa negra - Sábado de brujas - A lo lejos suena la campana de una iglesia del pueblo, dispersando a los espíritus de las tinieblas - Amanecer.

La partitura primigenia posee un lenguaje armónico avanzado para su época, vivaz, colorista e intenso, y termina de modo abrupto. Pero la que se suele escuchar en las salas de conciertos, y la más difundida en grabaciones, es la revisada y “dulcificada” por Nikolai Rimski-Kórsakov (1844-1908), quien añadió un final evocando el amanecer, tomado de un pasaje de la ópera cómica inconclusa La feria de Sorochintsi del propio Mussorgsky.

Esta estremecedora obra forma parte de la película Fantasía (1940) de Walt Disney, con algunas licencias de su director musical, Leopoldo Stokowsky, que dirige a la Orquesta Sinfónica de Filadelfia. Es la que traigo aquí, por las imágenes que refuerzan lo melódico, aunque no han de impedir que vuele nuestra propia imaginación. ¡Disfruten de la Noche! (¡Y que el fuego purifique e ilumine las conciencias!)

[Vídeo post. por eliminación del previo]
***
Apunte: Noche de San Juan (24 de junio)
La Noche de San Juan, festividad cristiana del nacimiento de San Juan Bautista, se vincula a celebraciones en las que se festejaba el solsticio de verano (21 de junio en hemisferio norte), con el ritual de encender una hoguera, y a ritos de origen pagano previos o ajenos al cristianismo (Litha), reminiscencia de sacrificios humanos.

lunes, 21 de junio de 2010

Fiesta de la Música



Celebración internacional, el primer día de verano en el hemisferio norte
(solsticio de verano: día más largo del año)

Nada mejor para ilustrarla que el lied An die Musik (A la Música), de Franz Schubert, con el texto original en alemán y su traducción al castellano.


Du holde Kunst, in wieviel grauen Stunden,
Wo mich des Lebens wilder Kreis umstrickt,
Hast du mein Herz zu warmer Lieb entzunden,
Hast mich in eine beßre Welt entrückt!

Oft hat ein Seufzer, deiner Harf' entflossen,
Ein süßer, heiliger Akkord von dir
Den Himmel beßrer Zeiten mir erschlossen,
Du holde Kunst, ich danke dir dafür!
...
¡Oh, arte benévolo, en cuántas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
me has conducido hacia un mundo mejor!

Con frecuencia se ha escapado un suspiro de tu arpa,
un dulce y sagrado acorde tuyo
me ha abierto el cielo de tiempos mejores.
¡Oh, arte benévolo, te doy las gracias por ello!

viernes, 18 de junio de 2010

Moderna esclavitud


Los animales de costumbres seguidores de mandatos supremos obedecen sin objeción alguna… Tatuajes, piercings, bronceados, modas de obligada asunción para quienes bailan al son que otros marcan. Creación de mayores necesidades, anegamiento en préstamos, entrega de la débil voluntad a la poderosa banca, aceptación de grilletes y mordazas. Palabras como servidumbre, dependencia o gregarismo se asientan en las modernas conciencias como algo natural. Y amilanados o desalentados verbos. Obedecer para entrar en los círculos, para no ser discriminados. Ceder para pertenecer a un grupo, para aplacar los ánimos. Aparentar para engañar al ego. Olvidar el propio criterio para no ser desdeñado, aunque uno siga ninguneado. Someterse sin que medie gran violencia, apenas solapada intimidación… Al cabo, la humanidad nada ha cambiado en su esencia; los menos mandan y los más obedecen. ¡Ay!, ¿qué queda? Rebelarse o continuar siendo esclavos.

Reparemos en la moda en el vestir que deciden los diseñadores (los de alto nivel desde las principales capitales de la moda: París, Milán, Nueva York, Londres) y que acaban imponiéndose. Muchos se resisten, pero la mayoría cede. Lo mismo sucede con otras modas, como las que hemos referido, que comienzan siendo rarezas. Podría argüirse que las excentricidades voluntarias son maneras de vivir. Además, muchas acaban normalizándose. Pero somos esclavos si actuamos en contra de nuestra voluntad...

AFORISMOS SOBRE LA VOLUNTAD
  • Las tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. (Aristóteles)
  • La voluntad es la aptitud de decidir y ordenar la propia conducta.
  • Quien tiene la voluntad tiene la fuerza. (Menandro de Atenas)
  • Amor y odio son los más poderosos afectos de la voluntad humana. (António Vieira)
  • A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad. (Victor Hugo) 
  • Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. (Albert Einstein)
  • Si hay algo en nosotros verdaderamente divino, es la voluntad. Por ella afirmamos la personalidad, templamos el carácter, desafiamos la adversidad, reconstruimos el cerebro y nos superamos diariamente. (Santiago Ramón y Cajal)
  • Nihil difficile volenti –Nada es difícil si hay voluntad. (Lema romano)
  • Más hace el que quiere que el que puede(Refrán)
  • Mi voluntad es libre y no obedece ni al sunsuncorda
  • Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas, sigue avanzado hacia adelante. (Martin Luther King)
  • De nadie esperes lo que por ti mismo hacer pudieres. (Refrán)

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
A. MACHADO, Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería

ANEXO: POEMAS SOBRE LA VOLUNTAD [Poemas con la palabra voluntad]
—Intención, deseo, anhelo, ansia, afán, interés—
Adelfos, Manuel Machado –sin voluntad [Análisis AQUÍ]
El vaso quebrado, Francisco Brines
Entro en mí mismo para verme, y dentro (Soneto III), Lope de Vega
Karma, Ramón María del Valle-Inclán
Plegaria, Adelardo López de Ayala –Dios
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería, Antonio Machado
Testamento, Vicente Gaos –confesión [Wiki]
Voluntad, Alfonsina Storni
Yo os prometí mi libertad querida (Soneto), Tirso de Molina
____
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
M. MACHADO, Adelfos

Adelfos, Manuel Machado

 Otras buenas lecturas AQUÍ y AQUÍ

miércoles, 16 de junio de 2010

Aforismos médicos 6


En esta sexta parte presento refranes y otras sentencias concisas, englobadas todas bajo el epígrafe de aforismos, considerando lo expuesto en la primera parte. No habiendo constancia de la autoría, hemos de dejarlos como anónimos. Comulgando o no con ellos, os dejo otra docena sobre medicina y humor:
  • Un médico cura, dos dudan, tres muerte segura.
  • A enemigo, mándale médico amigo.
  • De médico que trasnocha y cura que va al café, ¡líbranos Dominé!
  • El doctor galeno cura al que estaba bueno.
  • Quise ser forense para que no se me muriese nadie.
  • La diferencia entre Dios y los médicos es que Dios no se cree médico.
  • Si los médicos no saben escribir, cómo van a salvar vidas.
  • Hay que tener cuidado con los libros de salud, podemos morir por culpa de una errata.
  • La buena medicina es aquella que mejora el cuerpo y no asalta el bolsillo.
  • Consultas de pasillo: ni dan fama ni curan ni llenan el bolsillo.
  • Hay enfermos con salud de hierro.
  • El humor es una verdadera medicina.
***
El humorismo es un antídoto a los estados de aflicción, benefactor de todos los humores o líquidos corporales, promotor de salud y terapéutica del fracaso. Recordemos que el humor es una de las condiciones que considera William Osler para ser un buen médico, en sus “4 h”: humildad, honestidad, humanidad y humor (Aforismos médicos 2). Y aunque los dichos recogidos aquí son excesivos, de gusto agrio o de negro tinte, veamos el humor en sentido amplio como antídoto de la desgracia, como necesario remedio para sobrevivir en este valle de lágrimas.

lunes, 14 de junio de 2010

Alternativa terapéutica para tiempos de crisis


En el escaparate de una dulcería portuguesa he descubierto, tardíamente, la existencia de unos caramelos antitusígenos, casi míticos en el país vecino: los rebuçados. Conocido el significado “rebuçado” (pedacito de azúcar solidificado en punto con otras substancias) y suponiendo que serían como otros caramelos tradicionales indicados para la tos irritativa, de menta, de eucalipto o de miel, hice mis indagaciones y hallé la historia de los famosos rebuçados (revisada en otra bitácora). Concebidos por el doctor Bayard, un refugiado francés que llegó a Lisboa durante la II Guerra Mundial, y elaborados desde 1949, ya finalizada la gran contienda, su composición no es ningún secreto: azúcar, glucosa, altea (malvavisco) y miel. Una alternativa para el próximo invierno, en lugar de costosos jarabes que se cargan al sistema. Lo mismo que otros remedios populares para la tos, desde cataplasmas a infusiones, pasando por la miel natural. Habrá que ir pensando en terapias similares para otros procesos menores, porque se nos está pidiendo a gritos que nos esforcemos en el ahorro farmacéutico. Así que ¡a endulzarse la vida y a tratarse como nuestros bisabuelos!, que no está el horno para bollos.
 
Rebuçados Dr. Bayard, para as tossidelas (para los ataques de tos)

sábado, 12 de junio de 2010

La farsa de la vida


Yo soy yo y mi circunstancia. José Ortega y Gasset

El espacio y el tiempo condicionan nuestros pasos. Las circunstancias nos limitan en mayor o menor grado. Consejeros, educadores, compañeros, amigos, toda relación social nos influye. Políticos y líderes religiosos esculpen las conciencias. Los medios de comunicación transmiten a conveniencia sus mensajes, nos coartan o nos lanzan al vacío. Y el poderoso dinero obceca el pensamiento y detiene las buenas intenciones. No poder ser libres es la mayor de las condenas.

Es de conocimiento público que el poder corrompe. Al hilo de esta idea he recibido un texto –muy difundido por la Red–, encabezado por un párrafo sobre una vieja teoría anarquista que adapto y abrevio: "Todo político de la izquierda, al ocupar un cargo de cierta relevancia, experimenta un desplazamiento a la derecha; el grado y la celeridad de este cambio de actitud suele ser directamente proporcional a la importancia y categoría del puesto al que ha sido promocionado".

La vida no es para hacer chanza, pero es bueno reír de vez en cuando. Y sobre la farsa de la vida no puedo dejar de recordar un chiste ilustrativo de una breve conversación telefónica:
-¡Oiga! ¿Es ahí la sede del Partido Comunista?
-Sí, aquí es. ¿Qué desea usted?
-Pues que me borren… ¡que me acaba de tocar la lotería! 
*** 


Y al hilo del primer párrafo, nos decimos: quién pudiera ser libre como el viento...


BALADA DEL AVENTURERO

Como el viento libre fui,
como el águila volé,
cabalgando sin cesar
me sentí rey.

Los bosques fueron mi hogar,
el cielo mi techo fue,
en mil ríos que viví
sacié la sed.

Y en las noches de luna
el amor extrañaba.

Mi cuerpo cansado está,
mis ojos apenas ven,
no me late el corazón
hoy como ayer. 

Mas me gusta recordar
esas tierras que pisé,
los amigos que no están
y la niñez.

Y en las noches de luna
el amor extrañaba.

[Canción, 11 mayo 1998]

jueves, 10 de junio de 2010

Giuseppe Sinopoli, más que director de orquesta


En los directores de orquesta es característica la longevidad, explicada por el continuo movimiento rítmico de los brazos, que supone un beneficioso ejercicio cardiovascular o, de otro modo, un efecto cardiosaludable. No es el caso de Giuseppe Sinopoli (1946-2001), director italiano nacido en Venecia el 2 de noviembre de 1946, que falleció de un infarto a los 54 años, el 20 de abril de 2001, mientras dirigía Aida, de Verdi, en la Deutsche Oper de Berlín (¡ironías de la vida!: el mismo título con el que debutara en la ópera).

Se había licenciado en medicina por la Universidad de Padua antes de dedicarse plenamente a la composición y a la dirección orquestal. ¡Vaya!: médico y músico. También se interesó por la filosofía y el psicoanálisis, y en sus últimos años realizó estudios de arqueología. En cuanto a su faceta como director de orquesta ha habido controversias, siendo aplaudido por unos y rechazado por otros. Algunos le achacan defectos en la construcción sonora y superficialidad, pero no se puede negar su estilo directo y comunicativo.

Se consideran notables algunas interpretaciones que hizo de Richard Strauss, Mahler, Bruckner, Brahms, Schumann, Wagner, Verdi, Puccini, Scriabin, Respighi, Schoenberg, Webern y Berg. Las grabaciones que yo conozco de Sinopoli, al frente diferentes agrupaciones, me parecen suficientemente intensas y convincentes. Dirigió las grandes orquestas filarmónicas de Berlín, Viena y Nueva York, y fue principal director de la Orchesta dell'Accademia di Santa Cecilia, de la Philharmonia Orchestra de Londres y de la Staatskapelle Dresden.

Y como estamos conmemorando el bicentenario del nacimiento de Robert Schumann, traigo el primer movimiento de su Sinfonía nº 3 “Renana”, con Giuseppe Sinopoli al frente de la Staatskapelle Dresden, en un concierto celebrado en Tokio.


[Vídeo añadido post., por eliminación del previo]
***
Enlaces relacionados
Deutsche Grammophon Gesellschaft - Giuseppe Sinopoli

martes, 8 de junio de 2010

Robert Schumann, el poeta de la música


No puedo disimular mi querencia por Robert Schumann (1810-1856), uno de los gigantes del Lied, forma musical que dominó de tal manera que la altísima calidad de su producción liederística le bastaría para proporcionarle un lugar privilegio en la historia de la música. Pero Schumann no es solamente un compositor de canciones, ya que llegó también a alcanzar excelencia compositiva en la música para piano, en la de cámara e incluso en la orquestal, a menudo injustamente minusvalorada. En su obra creadora, de extraordinaria calidad, hay una indudable relación entre música y literatura. Nacido en la ciudad alemana de Zwickau, en Sajonia, el 8 de junio de 1810, fue el último hijo en una familia de cinco hermanos. Hoy se cumplen doscientos años de su natalicio, lo que nos sirve de excusa en esta bitácora para recordarlo nuevamente.


Apuntes biográficos

Schumann es un digno representante del Romanticismo musical, con todo lo que entraña de apasionamiento, hipersensibilidad y dramatismo; incluso con la tragedia, que envolvió los momentos finales de su vida. Seguramente su personalidad haya quedado marcada por la experiencia literaria de su infancia, al haber tenido al alcance desde temprana edad las grandes obras de los escritores románticos (Byron, Goethe, Schiller, Hoffmann, Richter…), gracias a la profesión de su padre, August Schumann, que era librero y editor. Con su apoyo, comenzó estudios de piano a muy temprana edad, demostrando poseer grandes dotes musicales y manifestando precozmente una vena creadora, al componer sus primeras piezas sonoras a los siete años. En su infancia y adolescencia también escribió poemas y ensayos (a los 14 años escribió un ensayo sobre la estética de la música), compartiendo su interés por las letras y las notas musicales. En la paz de los bosques que rodeaban Zwickau, se entregaba a la lectura, identificándose especialmente con la obra del poeta Johann Paul Friedrich Richter.

Tuvo dudas en cuanto a la dedicación a la literatura o a la música, pero en 1828 (año en que conoció al poeta Heinrich Heine en Munich), inició la carrera de Derecho por deseo expreso de su madre, ya muerto el padre dos años antes; inició los estudios de leyes en Leipzig y los continuó en Heidelberg. Pero Robert no estaba por la labor y dejó los estudios universitarios en beneficio de las sonoridades. De niño había quedado maravillado al escuchar al virtuoso del piano Ignaz Moscheles (1794-1870) en Karlsbad y, más tarde, sintió un mayor impulso musical con las composiciones de Franz Schubert (1797-1828) [‘‘El músico más poético que jamás haya existido’’, según Franz Liszt.] y Felix Mendelssohn (1809-1847). También había quedado fascinado al asistir en Frankfurt a una ejecución del violinista diabólico: Nicolo Paganini (1782-1840). Ya no le quedaban dudas. En 1830, a los veinte años, decidido por la música y deseoso de convertirse en un gran concertista de piano, regresó a Leipzig a perfeccionar sus estudios con el gran profesor Friedrich Wieck (1785-1873), padre de su futura esposa. A esa edad ya iniciaba la composición de la delicada obra para piano Papillons, opus 2.

Y por esta época, asistimos al primer drama schumanniano. El joven Robert se había esforzado intensamente para perfeccionar la técnica pianística, pero una grave lesión en su mano derecha le impidió convertirse en el gran virtuoso del teclado que había soñado. Según parece, se produjo una lesión tendinosa permanente del cuarto dedo o anular, al tratar de fortalecerlo y conseguir su independencia mediante ligaduras (o, según versiones, un artilugio mecánico) durante sus ejercicios en el teclado, desgracia que lo obligó a dejar una prometedora carrera pianística con sólo 21 años. Otra teoría, menos aceptada, achaca la lesión a los efectos secundarios del tratamiento con mercurio para una supuesta sífilis (antiguamente se usaba tal elemento químico para tratar esta enfermedad de transmisión sexual o venérea, hasta el punto de que corría un dicho: “Una noche con Venus y una vida con Mercurio”). Desde entonces se entregaría de pleno a la composición, formándose teóricamente para ello con Heinrich Dorn, director de la ópera de Leipzig.

El segundo drama vendría por el enamoramiento y la petición de mano de la hija de su profesor, Clara Wieck, por quien sentía atracción desde que residía en su casa. Corría el año 1836 y ésta era todavía una adolescente de dieciséis años, por lo que el padre rechazó su pretensión, temeroso de que se viese truncada la carrera pianística de su hija, o tal vez barruntar la soledad en su condición de viudo. Friedrich ya había desaprobado la relación con anterioridad, procediendo a enviar a Clara a Dresde y prohibiéndole todo contacto con Robert, lo que no impidió que los jóvenes se carteasen, e incluso que Clara volviese a finales de 1837 a Leipzig para interpretar en concierto una obra de su amado: Estudios sinfónicos (durante el noviazgo ya había compuesto otra obra fundamental para piano: Carnaval). Pero al cabo de cuatro años de encuentros furtivos, disputas, tensiones y procesos judiciales, los dos enamorados se casaron, el 12 de septiembre de 1840, justo la víspera del vigésimo primer cumpleaños de ella.

Clara Wieck se convirtió así en Clara Schumann. Ese año, Robert Schumann compuso casi ciento cincuenta canciones, incluyendo sus principales ciclos o Liederkrais: Liederkrais Op. 24, Myrten (Mirtos), Liederkrais Op.39 y Frauenliebe und Leben (Vida y amor de una mujer). Cabe señalar que Clara también tocaba el piano, que fue una niña prodigio y que llegó a ser una extraordinaria concertista, renombrada internacionalmente y considerada la mejor intérprete del siglo XIX. Si en este sentido el anhelo del esposo no había sido materializado, el virtuosismo de su mujer compensaba esa carencia; además, ella habría de ser el mayor estímulo creativo del compositor, impulsándolo a adentrarse en las grandes formas sinfónicas. Eran una feliz pareja de músicos, establecidos en Leipzig.


El matrimonio Schumann entabló amistad con otro genio de la música: Franz Liszt (1811-1886), que habría de interpretar obras de Robert. Y éste continuó libremente su labor creativa hasta 1843, componiendo la Sinfonía nº 1 “Primavera”, la Sinfonía nº 4 (ésta curiosamente datada antes que las nº 2 y nº 3) y el Quinteto para piano, entre otras obras. Con todo, hubo tormentas conyugales –según parece engendradas en el celo profesional, por la mayor fama de Clara–, que no transcendieron. Y llegó la reconciliación con el viejo profesor Wieck. Robert y Clara conocerán a otro genial compositor: Héctor Berlioz (1803-1869), antes de dar comienzo una gira europea en 1844 que finalizará en San Petersburgo. De vuelta en Leipzig, nuestro compositor se entregó a una febril labor creativa que acabó en una terrible crisis nerviosa, con pesadillas, delirios y vaivenes anímicos. En pleno desequilibrio emocional, Clara supo convencer a su marido para retirarse a la campiña de Dresde, en cuya quietud compuso otras grandes obras, entre ellas el Concierto para piano y la Sinfonía nº 2. En la ciudad sajona conoció a otro monstruo de la música: Richard Wagner (1813-1883), de cuyas ideas discrepó.

El tercer drama de Schumann deviene de crisis como la referida, de los desequilibrios mentales que tantos ríos de tinta han generado (yo mismo he participado, dentro y fuera de la Red, en interesantísimos debates sobre esta cuestión crucial en la vida del compositor). Ya tratamos aquí esta cuestión, en el ciclo "Grandes compositores y desequilibrio emocional". Podríamos resumir los hechos más trascendentes en la vida del compositor (no coincidentes en todas sus biografías): el suicidio de su hermana Emilia (1826); la muerte repentina de su padre por un padecimiento nervioso (mismo año, poco tiempo después); la propia lesión tendinosa del dedo ya referida (1830); la muerte de su hermano Julius a los dieciséis años y de su cuñada Rosalie, que fuera su amor platónico (ambos en 1833, víctimas de una epidemia de cólera); la muerte de su madre (1836); la muerte de su hermano Esteban (1839), días después de escuchar en el campo un misterioso coral de trompetas que interpreta como premonición; y entre tanta necrológica las diversas crisis nerviosas padecidas en medio de la felicidad conyugal.

Ya desde la infancia había mostrado un comportamiento hipersensible y en la vida adulta, como romántico, se sintió fascinado por la idea del alter ego u otro yo. Se expresaba en él una personalidad dual, cambiante según el momento y el estado de ánimo. A este respecto, cabe decir que Schumann se inventó dos personajes, Eusebio y Florestán, que simbolizaban las dos facetas de su personalidad: una soñadora y apacible, otra enérgica y vehemente. Con eses nombres firmó en 1837 Davidsbündlertänze (Danzas de La Cofradía de David), y también algunos artículos en su faceta de crítico musical. Publicaba en la revista que había fundado en 1834: Die neue Zeitschrift für Musik (Nueva revista para la música).

A pesar de su inestabilidad emocional, Schumann se nos presenta como un hombre amistoso, generoso y nada dado a rivalidades entre músicos, aplicándose en su labor crítica con una intención constructiva. Su afabilidad parece estar fuera de duda, por lo que no resulta extraño que tras conocer personalmente a Mendelssohn éste le ofreciera en 1843 la plaza de profesor de piano y composición en el Conservatorio de Leipzig, que él mismo fundara. Schumann aceptó el cargo, pero al año siguiente, tras un viaje a Rusia, entró en una fase depresiva y decidió trasladarse a Dresde –supuestamente “para abrirse nuevos horizontes”–, ciudad en la que sufrió nuevos accesos nerviosos. Pero su sufrimiento no mermó su generosidad. Ayudó a músicos tan grandes como Frederick Chopin (1810-1849) o Johannes Brahms (1833-1897), de quienes escribió artículos encomiables; a Brahms, con quien estuvo especialmente unido por la amistad, le auguró un gran futuro y lo llamó "el elegido". Schumann distaba mucho de otros críticos musicales, egoístas y celosos del talento ajeno.

Habrían de seguir años de mayor debilitamiento mental y físico, que sin embargo no le impediría continuar su labor creativa y desempeñar el cargo de director en la Sociedad Coral de Düsseldorf, para el cual había sido nombrado en 1850. Ahí público la Sinfonía nº 3 “Renana” y el Concierto para violonchelo y orquesta. Desde 1852, permaneció postrado por sus crisis nerviosas casi de continuo. Compuso su Concierto para violín y orquesta entre septiembre y octubre de 1853 –unos meses antes de un intento de suicidio–, pero esta controvertida obra no sería publicada inicialmente (y no se interpretaría hasta 1937), quedando excluida en la edición de sus obras completas a su muerte, porque el violinista Joseph Joachim (1831-1907) la valoró como producto de su locura y música "enfermiza", llegando a convencer a Clara de la conveniencia de ocultarla.

El 27 de febrero de 1854, en una noche de angustia (al parecer preocupado por la epidemia de cólera que asolaba Europa), abandonó el hogar y se precipitó al Rhin, siendo rescatado con vida. Atrapado en sus delirios y el propósito suicida, ingresó voluntariamente en el hospital de Endenich, cerca de Bonn, donde habría de permanecer hasta su muerte, dos años después. En su última etapa de “locura”, el músico escuchaba voces y ruidos que le perseguían y se transformaban en música suprema; la nota “La” le martilleaba sin cesar y le producía “maravillosos sufrimientos”. Los últimos meses sólo articulaba sonidos y sufría convulsiones. Falleció el 29 de julio de 1856, a los cuarenta y seis años, en compañía de Clara, su fiel compañera, y Johannes Brahms, su gran amigo y discípulo amado. Brahms había estado muy unido al matrimonio Schumann y había sufrido las cuitas de Robert, aunque estaba más ligado a Clara, acaso platónicamente enamorado; a ella le presentaba las obras antes de estrenarlas y ella misma estrenó algunas.

No es difícil imaginar las zozobras de este músico irrepetible, de quien al menos nos queda su gran música. Quién habría de suponer un final semejante en un excelso creador de música enérgica y gozosa, aun desde la melancolía y el sufrimiento del romántico paradigmático, de una obra intemporal que trascenderá los siglos.

Tras la muerte del gran compositor, su viuda Clara se dedicó a difundir la obra de su querido esposo por toda Europa hasta su muerte. Fue enterrada junto a su amado Robert, con quien había tenido ocho hijos, de quien había sido inseparable y a quien le había dedicado en sus memorias el recuerdo de las últimas horas pasadas a su lado:
“¡Ay, si por lo menos me hubiese llevado consigo! Lo vi por última vez, le puse flores junto a la cabeza y sentí que se llevaba mi amor consigo… Más tarde vino el entierro, la música fúnebre, y al sepultarlo yo tenía claro el sentimiento de que no se trataba de Robert; sólo de su cuerpo. Su espíritu voló entre nosotros y una plegaria escapó de mis labios: ¡Que Dios me conceda la fuerza de vivir sin él!”
Dios debió concederle la fuerza que pedía, pues Clara Schumann (1819-1896) sobrevivió cuarenta años a su marido.


Especulaciones sobre la enfermedad mental de Robert Schumann

Como ya se dijo, se expresaba en el compositor una personalidad dual, cambiante, dependiente de la circunstancia y del estado anímico. Además se sentía poseído por fuerzas demoníacas e instintivamente presentía su temprana desaparición; tenía miedo al envenenamiento y a los objetos metálicos; estaba fascinado por lo mágico y lo oculto. Experimentaba alucinaciones auditivas desde los dieciocho años y los ruidos en su cerebro se transformaban en música extraordinaria: “... está interpretada por instrumentos muy sonoros y es una música más bella que ninguna otra escuchada en la Tierra”. Y en su final, el sonido de una campana en “La” martilleaba su cerebro, alucinación que dejó escrito en su diario: “... esa nota persistente que me produce maravillosos sufrimientos...”.

El médico internista Dieter Kerner (1923-) en su obra Grandes músicos, sus vidas y sus enfermedades, al hablar de de Robert Schumann refiere antecedentes familiares de inestabilidad psíquica, un comportamiento hipersensible desde la infancia, una melancolía por la insuperable desproporción entre el hombre y la vida, introversión, alucinaciones auditivas, ciertas fobias, tentativas de suicidio, su reclusión final en un centro psiquiátrico y los análisis que durante un siglo se hicieron sobre su posible enfermedad: parálisis progresiva, esquizofrenia, neurosífilis, psicosis maníaco-depresiva (actual trastorno bipolar), hipertonía esencial. Finalmente las interpretaciones de su enfermedad mental se centraron en dos posibles diagnósticos: trastorno bipolar y esquizofrenia paranoide.

Aunque nos hallamos ante un enigma difícil de dilucidar por los documentos existentes, poco fiables o incluso falseados, acaso por exageraciones románticas y sin duda por el exiguo conocimiento en su época de las enfermedades de la mente, es probable que Schumann haya padecido un trastorno bipolar (antigua psicosis maníaco-depresiva), complicado en los últimos años con una afectación neurológica difícil de diagnosticar. El diagnóstico de esquizofrenia paranoide, parece descartado por su incompatibilidad con la fuerza creadora y a pesar de la presencia de alucinaciones auditivas. Y si bien las composiciones de este gran músico no son frutos de la locura, hay suficientes datos biográficos para no dudar demasiado de su inestabilidad emocional.

Obras de Robert Schumann

Compuso obras para piano, para voz y piano, corales, de cámara, concertantes, sinfónicas y una ópera: Genoveva. A continuación se recoge lo más estimado de su producción.

 PIANO. Entre su producción pianística son destacables:
  • Davidsbündlertänze (Danzas de La Cofradía de David), Op. 6.
  • Carnaval, Op. 9.
  • Estudios sinfónicos, Op. 13.
  • Kinderszenen (Escenas de niños), Op. 15.
  • Kreisleriana, Op. 16.
  • Fantasía, Op. 17.
  • Arabeske, Op 18.
  • Carnaval de Viena, Op. 26.
  • Álbum para la juventud, Op. 68.
 LIEDER. El corpus de las canciones de Schumann, unas 250 piezas, le bastaría para asegurarle la gloria. Consiguió que el Lied romántico adquiriese un nuevo y esplendoroso brillo poético, adentrándose en los textos, creando obras de gran intensidad lírica y dominando la técnica del ciclo o “Liederkrais”. Como muestras magistrales podemos señalar los siguientes ciclos de Lieder:
  • Myrten (Mirtos), Op. 25, 26 Lieder sobre textos de varios poetas, destacando el nº 1, Widmung (Devoción), y el nº 3, Der Nussbaum (El nogal).
  • Liederkrais, Op. 24, 9 Lieder sobre poemas de Heinrich Heine.
  • Liederkrais, Op. 39, 12 Lieder sobre poemas de Joseph von Eichendorff.
  • Frauenliebe und Leben (Vida y amor de una mujer), Op. 42, 8 Lieder sobre poemas de Adelbert von Chamisso.
  • Dichterliebe (Amor de poeta), Op. 48, 16 Lieder sobre poemas de Heinrich Heine.
  • Sechs Gesänge, Op. 89, 6 Lieder.
 ORQUESTA
- Obras concertantes:
  • Concierto para piano y orquesta, Op. 54.
  • Introducción y Allegro-Appassionato, Op. 92, para piano y orquesta.
  • Concierto para violonchelo, Op. 129.
- Obras sinfónicas:
  • Sinfonía nº 1 “Primavera” en si bemol mayor, Op. 38.
  • Sinfonía nº 2 en do mayor, Op. 61.
  • Sinfonía nº 3 “Renana” en mi bemol mayor, Op. 97.
  • Sinfonía nº 4 en re menor, Op. 120.
  • Obertura Manfred, Op. 115.
 CÁMARA
  • Quinteto para piano y cuerda, Op. 44.
  • Cuarteto para piano y cuerda, Op 47.
  • 3 Tríos para piano y cuerda, Op. 63.

Dedicatoria personal a Robert Schumann, uno de los más prodigiosos poetas de la historia de la música


HOMENAJE A SCHUMANN

Lo enérgico y sutil entrelazados,
naturaleza y poesía,
amor desesperado y tierno,
una vida que acaba cuando empieza.
Palabras que cabalgan
a lomos de una música infinita
en busca de una meta inalcanzable.
Fluir de pensamientos y emociones,
espejo de una fuente de quimeras,
belleza rebosante sin fatiga
continuamente deseada.
Alma romántica imperfecta,
Eusebio soñador y Florestán realista,
un hombre que tropieza dando tumbos
y a duras penas se levanta.
Roberto altivo y apocado,
de contundente voz y suspirante,
sobrevolando la vulgaridad.
Entraste muy rotundo por mis venas
para quedar eternamente.
¡Descubrimiento placentero,
casi orgásmico!
Escuchar y escuchar, en pleno gozo,
el aire convertido en un poema
empequeñece a los gigantes;
pero el espíritu se agranda
como queriendo remontarse al polvo,
a la nada... ¡a la nada que fue tanto!

[jul. 1998]

Bibliografía
  1. Camino F. Schumann. En: Clásica-Guía de las mejores grabaciones de música clásica (2ª ed.). Ed. Ollero & Ramos. Madrid, 2001.
  2. Castillo F (Director). Schumann. En: Los dioses de la música (Tomo 3). Ed. Planeta. Barcelona, 1989.
  3. Delgado Calvete C. música y enfermedad mental. En: Psicopatología, arte y sociedad. Asociación gallega de psiquiatría. 2009.
  4. Dufourck N (Editor). Schumann. En: La Música (Tomo 2). Ed. Planeta. Barcelona, 1976.
  5. Kerner D. Grandes Músicos. Sus vidas y sus enfermedades. Ed. Mayo. Barcelona, 2003.
  6. McLeish K, McLeish V. Schumann, Robert. En: La discoteca ideal de la Música Clásica. Ed. Planeta, Barcelona, 1993.
  7. Parramón JM (Editor). Schumann. Colección “Música y músicos”. Ed. Parramón. Barcelona.
Para ilustrar este artículo propongo la escucha de las siguientes obras maestras, plenas de lirismo. ¡Que las disfruten!

Carnaval: fragmento
(En esta obra para piano el compositor imagina un baile de disfraces entre cuyos invitados aparecen Arlequín y Colombina –personajes de la Commedia dell'arte–, los músicos Paganini y Chopin, y los personajes por él creados: Eusebio y Florestán)

Der Nußbaum (El nogal)

Dichterliebe (Amor de poeta)

[Vídeo añadido post., por eliminación del previo]

Cuarteto para piano y cuerda: Andante cantabile (III movimiento)

Sinfonía nº 2: Adagio expressivo

Concierto para piano

[Vídeo añadido post., por eliminación del previo]
***
Enlaces de interés:

viernes, 4 de junio de 2010

Elegía a Gregorio Marañón


La lectura de los escritos de otros blogueros no deja de ser para mí una fuente inacabable de inspiración. Ahora, al leer un artículo de mi amigo Francisco Doña sobre el centenario de Luís Rosales (1910-1992) reparo en que este poeta había escrito una sentida elegía a Gregorio Marañón (1887-1960), nuestro más ilustre y renombrado médico humanista. Esa elegía pertenece al poemario Rimas, de 1951 (posterior a su aclamado libro La casa encendida, de 1949). El ilustre médico, científico y humanista es retratado por Rosales como un hombre jovial, tranquilo, entusiasta, compasivo, entrañable… inolvidable en la hondura de lo humano. 


La hondura de lo humano

Con cenizas de ayer y de mañana,
con cenizas que el tiempo no ha llevado,
con luto de repente y con ceniza,
quiero hacer su retrato.
Recuerdo la cabeza siempre un poco
adelantada entre los hombros altos;
el cuerpo y su armoniosa pesadumbre
que andaba como hablando;
la mirada jovial que parecía
crecer para encontrarnos;
el labio un poco vuelto hacia el amigo,
su hablar lento y pausado;
las manos que pusieron tantas veces
consuelo en otras manos;
la aceptación paciente diluida
en la orfandad civil de su entusiasmo.
Y hay algo que renace, hay algo vivo
en esta acción de recordarle, hay algo
que aún buscamos en él como se sume
el rostro en el espejo; recordamos
viviendo, casi a tientas, y el recuerdo
va haciendo, casi a tientas, su retrato:
la frente salediza;
la sencillez creciendo con los años;
los ojos entre tímidos y negros
como tierra quemada en monte bajo;
la juventud casi sin canas, casi
zurciendo sus retazos;
la mesurada voz que al escucharla
incitaba al sosiego y no al descanso;
la piedad general de su palabra,
la pesantez del párpado,
y hay algo que no acaba, hay algo vivo
que no puede acabar al recordarlo,
y se enciende una luz, ¿quién sabe dónde
se ha encendido una luz?, cuando empujamos
su muerte un poco para hacernos sitio
de nuevo junto a él, como adentrándonos
de nuevo en su mirar, donde un día vimos
la hondura de lo humano.
Con palabras de nieve y de ceniza
rezo por su descanso.