Tras una consulta a expertos conocedores de la música clásica se concluyó que, por diferentes razones, las mejores composiciones musicales de la historia son (por orden cronológico): La Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach (1685-1750), Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven (1770-1827), y La Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky (1882-1971). Ciertamente nadie puede cuestionar el valor de estas cuatro obras maestras del Barroco, Clasicismo, Romanticismo y Modernismo musicales. Ni tampoco el de las otras tres piezas mejor ponderadas tras éstas, dos pertenecientes a los ya laureados Mozart y Beethoven, Sinfonía nº 41 “Júpiter” y Séptima Sinfonía, respectivamente, y una tercera de de Claudio Monteverdi (1567-1643), la ópera Orfeo, perteneciente al Renacimiento musical, el periodo que faltaba para completar el abanico musical clásico. Pero cada cual tiene en mente sus obras predilectas para, siguiendo el tópico, llevarse a una isla desierta. Seguramente algún concierto para piano o violín, o un poema sinfónico, o un ballet, o u lied, o… Y aunque el establecimiento de rankings puede tener el efecto negativo del condicionamiento, afortunadamente la música es diversa e inacabable.
Pasión según San Mateo - Coro inicial, Johann Sebastian Bach
La Pasión según san Mateo* presenta el sufrimiento y la muerte de Cristo según el evangelio de San Mateo. Es la obra más extensa de J. S. Bach y una obra crucial de la música (según Hubert Parry, el más rico y noble ejemplo de la música sacra. Consta de dos grandes partes conformadas por 68 números. El texto del evangelio de San Mateo, capítulos 26 y 27, es cantado por el escritor del evangelio, Mateo, y las personas de la trama (Cristo, Judas, Pedro, etc.) por los demás solistas. Alrededor del texto bíblico se agrupan coros, corales, recitativos y arias.
*género musical: pasión oratoria.
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Cuando J. S. Bach (1685-1750) había caído en el olvido, fue redescubierto por Mendelssohn y Schumann, compositores románticos. Sus detractores lo consideraban demasiado académico, entregado al contrapunto complejo, formal (no espontáneo) y tradicional (no original), manifestando que la música debía ser melódica y atractiva al oído de inmediato; también subrayaban su grandiosidad. En suma, era considerado la antítesis de la música romántica (contrapunto vs armonía, formalidad vs espontaneidad, tradición vs originalidad). Pero los tiempos mudan y, aun admitiendo lo grandioso y contrapuntístico de su música, finalmente Bach fue reconocido como un grandísimo creador. Por otra parte, Carl Zelter dijo que su Misa en si menor era probablemente la mayor obra de arte que el mundo había conocido. [Fuente: Peter Washington: Bach, guía musical Acento, 1996]
Patobiografía bachiana.- Bach se fue quedando progresivamente ciego, por lo que fue operado por el cirujano británico John Taylor en dos ocasiones (durante su visita a Leipzig en marzo y abril de 1750), sin éxito. Y falleció apenas tres meses después, a los 65 años. Hoy se cree que su ceguera fue originada por la diabetes que supuestamente padecía (quizá por su obesidad). Y se especula con la causa de su muerte: una apoplejía complicada por una neumonía.
Solamente hay uno de quien los demás podríamos sacar algo nuevo: Johann Sebastian Bach. Robert Schumann
La selección es buena, amigo José Manuel; pero -como bien concluyes- "afortunadamente la música es diversa e inacabable". ¡Sigamos disfrutando de ella, y que sea por mucho tiempo!
ResponderEliminarUn melodioso abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLos gustos son diversos y las sensibilidades diferentes, de modo que nunca habrá general acuerdo en las elecciones musicales, como no lo hay en las literarias. De todos modos, amigo Francisco, tenemos a nuestra disposición tantas buenas obras que necesitaríamos varias vidas para disfrutarlas todas plenamente.
ResponderEliminarOtro melodioso abrazo.
No sé que ha pasado con tu comentario, querida Conchi, que se ha borrado, supongo que accidentalmente. Lo recojo del correo y estoy contigo en que algo de Verdi no puede faltar en una lista de obras musicales escogidas. Aunque sin necesidad de sustituir a Monteverdi, sólo sea porque Orfeo es la primera ópera de la historia, dejo aquí tu elegido botón de muestra:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=fI7-KAVoLmo&feature=related
Un operístico beso.
Ciertamente sería una dificilisima decisión, querido José Manuel. Hay tanta música maravillosa... En cualquier caso, la audición que nos traes es verdaderamente grandiosa, de las que habría que llevarse a esa isla. Por suerte, no tenemos que elegir.
ResponderEliminarMoitos bicos
Además las apetencias sonoras cambian, en función del momento, de la situación y del paso del tiempo. Supongo, amiga Lola, que también lo ves así. Con todo, cada uno tiene para sí esas composiciones que le han dejado una indeleble huella.
ResponderEliminarSelectos besos.
A veces el intentar sintetizar la vasta cantidad de obras pertenecientes a los compositores nombrados puede tener cierta tendencia mutiladora de obras inconmensurables. La "consgración..." de Stravinsky me parece un tanto fuera de lugar, ya que es, quien duda cabe, una obra genial, pero también una obra que tiene el mismo efecto del cuento "El vestido del emperador", donde todos ven que maravillosas vestes trae el rey, por miedo de parecer bobos. Stravinsky, así como Bartok y otros experimentadores de la politonía y polirritmia, simplemente se dedicaron a experimentar con "romper" las reglas, pero no ofrecieron una alternativa, solo la demostración que el cerebro humano puede encontrar un orden dentro de un aparente caos de disonancias y trabalenguas rítmicos. Yo creo que el mismo Prokofiev le saca una gran ventaja a Stravinsky, incluso usando dichos nuevos artificios "anti musicales" pero con un propósito determinado.
ResponderEliminarEsta vez procuraré no mencionar a Shostakovich, ya que resultaría algo controversial.
Saludos mi estimado amigo.
No tengo nada que añadir a tu clarividente y esclarecedor comentario, querido Tony. Eso sí, he de agradecerte enormemente tan jugosa explicación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.