Si la arquitectura es, en general, “el arte de construir”, la arquitectura eclesiástica, en particular, es ‘‘el arte de construir edificios eclesiásticos’’. Y como arte y belleza van unidos, esta definición implica implica proporcionarle belleza a las edificaciones dedicadas al culto, a las ceremonias litúrgicas o religiosas. Aunque no seamos devotos, podemos apreciar la belleza de las catedrales, las basílicas, las iglesias, las abadías o los monasterios [v. diferencias AQUÍ].
Podemos disfrutar las construcciones eclesiásticas en sus diferentes estilos (románico, gótico, renacentista, barroco, moderno...) y mejor conociendo los elementos que las conforman: ábside, atrio, cabecera, coro, crucero, girola, nave, presbiterio, transepto... Pero dejemos que hablen las imágenes.
*En la escultura ecuestre, se dice que la posición de las patas del caballo indica cómo murió el jinete: si tiene las patas delanteras en el aire, la persona murió en combate; si sólo una delantera en el aire, fue por heridas en combate; y si tiene las cuatro patas en el suelo, falleció por causas naturales. Aunque no siempre es así. [El falso mito de las estatuas ecuestres]
**Poemas inspirados en el cuadro Los cazadores en la nieve, del pintor Pieter Brueghel el Viejo, que representa el invierno o los meses diciembre y enero, de una serie de seis cuadros sobre los meses del año.
En medio de acordes y arpegios, buscaba personajes singulares para componer mi relato. Mujeres fatales, hombres con aura refulgente o niños insaciables de aventura. En su defecto, animales fuera de lo común que se confunden con algún humano, fenómenos naturales capaces de mudar las conciencias u objetos que cobran vida ante los ojos fantasiosos, dignos de aplicarles la prosopopeya. Elegido el tema, de melódico trazo, ámbito local y universal esencia, faltaban los protagonistas y los ingredientes necesarios: creación de un ambiente, adecuado tono, tensión suficiente, magnetismo expectante (la droga que engancha al lector) y final impactante, sorprendente o inesperado. Desesperado, lloré en silencio mi desgracia, celoso del talento ajeno. Y adormecido en la borrascosa negrura, bajo el antagónico cielo estrellado de la ciudad de Vigo, frente al glorioso Teatro García Barbón, anhelando un rayo perdido de chispeante inspiración, hallé por fin lo que anhelaba en la misma oscuridad profunda y plácida...
Apareció el concertino después de que la brillantísima coda coronase la sublime pieza. Los integrantes de la orquesta y el director se habían ido, hecho que el primer violín comprobó con extrañeza. Sin despegar mis atribulados labios, recibió mi mensaje: «¿Cómo expresa usted ese misterio con tanta fuerza y sin aparente esfuerzo?». Sorprendido, miró en derredor y con una leve sonrisa, encantadora como su intangible arte, algo femenil, que no blandengue, me respondió largamente con inequívoco timbre varonil. Conseguir deslizar el arco por las cuerdas y mover los dedos con tal naturalidad, como si fuese un juego reposado, le había supuesto un enorme sacrificio. Tanto que, cuando lo pensaba más de lo debido, se arrepentía. La fortuna, su exitosa carrera, compensaba las incontables horas de práctica. «Y usted, ¿también es músico?», me clavó expectante una mirada plena de genio y afectuosidad. Dejando volar el pensamiento al monte de O Castro, y vislumbrando el Conservatorio de Música, respondí con aire coloquial, casi como un niño renacido a los cincuenta y pico, a una edad madura y sosegada.
El implacable Cronos me había liberado de obligaciones y trataba de llenar el ocio sobre la mesa de mi estudio, escribiendo con pulso tembloroso. Me hubiese gustado entregarme a las sonoridades exquisitas, o sino a plasmar la luz con los pinceles, pero ocupaba las horas preñando papeles de palabras. Palabras que se repiten para no decir más que lo que ya está dicho, por activa y por pasiva, o, en el peor de los casos, para no conseguir explicar lo que se piensa. ¡Palabras! Donde acaban éstas, da comienzo la música. ¡Oh!, misteriosa forma del tiempo... Solo este arte, el más etéreo y sublime, capaz de hermosear a las demás artes, sabe explicar lo que no puede la lengua. Y la del hábil violinista replicó tan presta como su arco en un allegro vivace. «Me niego a creerlo. Sé reconocer un alma sensible entre cientos de vulgares, y la suya sabe sentir como pocas», afirmaba con la certeza de quien cree que nunca se equivoca. Decía tener la capacidad de detectar a un individuo como yo entre miles, como un sabueso la de seguir un rastro impensable. «Puedo asegurar que sabe hacer correr la pluma sobre el papel con la soltura de una gacela en la sabana. Es usted un digno destinatario de la crème del lenguaje más universal. Llamaré al director y al resto de los músicos para brindarle en exclusiva lo mejor de nuestro arte», pronunció el virtuoso instrumentista sin respirar apenas.
Llegó el director con aire alegre y reparé en su noble rostro de artista, mago de la batuta de mostachos dignos de un Monteux, vetusto domador de fieras de inequívoca dulzura, y con un aire que recordaba a Karajan, ante todo por el peinado y los gestos. «Señor director, le presento a...», introdujo los formalismos Nicolás Sate, que así se llamaba el concertino, y oportunamente apunté nombre y apellido. «Encantado de conocerle», dijo el maestro. Era Heriberto Chorima, conocido en el mundillo musical como Maestro Chorimauer, por afortunado acierto de un clarinetista. «¡Fíjese!, ni que fuese teutón, yo que nací en esta periférica ciudad galaica, alejada de los ambientes musicales centroeuropeos». Ligada su niñez con O Berbés, se sentía vigués hasta la batuta. Me presentó a los miembros de la nocturnal orquesta y los fui saludando. Me llamaron la atención el grueso barbudo de la tuba y el escuchimizado pelirrojo del oboe. Y sobre todo la rubia de la flauta, de perfectas líneas de diosa griega, digna del Olimpo y apta para el Walhalla. «¡Mucho gusto!», correspondió a mi reverencia y acarició mis oídos su voz de terciopelo. Permanecí atónito mientras marchaba, como los demás, a tomar su puesto.
Dio la entrada don Heriberto y los músicos se pusieron en acción. Primero violonchelos y contrabajos, iniciando un discurso grave, casi siniestro; después el resto de la cuerda, añadiendo el contrapunto de luminosidad; los instrumentos de viento madera anunciaron el protagonismo de Sate, que entró seguro y contundente, obedeciendo la indicación de Chorimauer. La encantadora flautista movía los dedos con soltura. ¡Qué maravilla! Las violas gemían melancólicas, los timbales resonaban entusiastas, las trompetas irrumpían victoriosas. Al final, todos fundidos en un feliz abrazo.
(Aplausos del oyente.)
Iba a escribir el relato y se desdibujaban mis personajes musicales, lo mismo que las estrellas sobre el gran Teatro de Vigo. Aquel armónico conjunto, coordinado por la mano sabia de Heriberto Chorimauer, se parecía ahora más a una sociedad revuelta, mal dirigida por un presidente incapaz. Apenas pasaban instrumentistas sin rostro, sin personal identidad y de manera anárquica; ya no conseguía definir al grueso tubista barbado ni al oboísta esmirriado de pelo rojo. Sólo aquella hermosura de nórdica palidez, equilibrada y serena, permanecía como luminoso faro orientador del navegante nocturno perdido en sus asuntos. ¿La mujer fatal que en un principio no pretendía? Silbo mis dudas. Sus cabellos al viento, sus labios anhelantes y su vigoroso cuerpo anunciaban un espíritu ávido de caricias y ternuras. Quien esto escribe lo piensa sin razón, se deja llevar por su masculina simpleza y la imagina sirena embelleciendo la hermosa ría, mientras trata de recordar el nombre de la valquiria. ¿Ingrid? ¿Sigrid? ¿Solveig?
No llegué a saberlo exactamente; fueron los saludos tan efímeros... Pero puedo hacer a la bella flautista protagonista de mi cuento. La llamaré Lauta (perdonad la cívica vulgaridad), la que toca la flauta.
Todos se han perdido, excepto ella, la preciosa visión. Real y perdurable desde la melodiosa noche inexistente de un loco fantaseador. Sí. Sólo he de cubrir con su negrura la silenciosa hoja en blanco. Y entonces será bellamente sonora.
[2003, 18 jun., Sueño musical]
Mendelssohn: Scherzo de Sueño de una noche de verano - Solo de flauta
El Ministerio de Sanidad ha elaborado un cartel como estrategia para el uso seguro del medicamento. Pues son muchos los errores asociados al uso inadecuado de los medicamentos, hecho que constituye un problema de salud pública. Se señalan los fallos no intencionados durante el proceso de prescripción, almacenamiento, dispensación, preparación o administración de fármacos, que pueden causar daños evitables. Además, se constata que son la principal causa de eventos adversos como consecuencia de la asistencia sanitaria. Y como el cartel para la utilización segura de medicamentos nos parece bueno, lo traemos a este espacio.
La comunicación del médico puede ser decisiva para el paciente.
Posible encuentro médico-paciente:
—Hola, Alfredo. ¿Ha hecho lo que le dije?
—Pues…
—Es la tercera vez que le insisto.
—No me regañe, doctor. Me faltó voluntad…
—...
No discutir, no enfadarse, no regañar al paciente es un principio del buen hacer del médico, que ha de contenerse y tener paciencia con sus enfermos. Si no es así, perderá su confianza y se irá al traste la relación. Recordemos las necesidades del médico en palabras de Florencio Escardó: «ciencia, conciencia y paciencia». Y no olvidemos el poderoso efecto de las palabras, por beneficiosas o perjucidiales.
Poeta y periodista gallego, una de las principales figuras literarias del Rexurdimento, siguiendo con su obra lírica los pasos de Rosalía de Castro y Eduardo Pondal. Su pensamiento liberal y anticlerical quedó plasmado en su labor de periodista, profesión en la que obtuvo un gran prestigio con sus artículos. Colaboró en el Imparcial de Madrid y otros diarios republicanos. En 1877 ganó un certamen poético en Orense con el poema narrativo A Virxe do Cristal (La Vírgen del Cristal), basado en una leyenda, lo que determinó su voluntad de ser poeta. Se estableció en Orense, trabajo en la Intervención de la Administración Económica, y en 1880 publicó Aires da miña terra (Aires de mi tierra), donde mostraba gran sensibilidad lírica y capacidad para crear imágenes de notable delicadeza desde la musicalidad de su versos. Ese mismo año el obispo de Orense lo denunció al escritor por «herejías y ataque a la religión», y publicó un edicto condenando el libro de Curros por contener proposiciones heréticas, blasfemas y escandalosas (en particular los poemas «A virxe do Cristal», «A Igrexa fría», «Mirando ó chau» y «Pelegrinos à Roma»). Por ello, fue juzgado y condenado, sufrió varios meses de prisión y finalmente fue absuelto ante la Audiencia de La Coruña, gracias al recurso del abogado Luciano Puga. Como agradecimiento, Curros le dedicó a la hija de ese abogado, María de la Concepción, el poema «Un adiós Mariquiña» (originalmente titulado «A Mariquiña Puga. Despedida»); inspirado en este poema, José Castro González «Chané» compuso una famosa balada.
Como ti vas pra lonxe
i eu vou pra vello,
un adiós, Mariquiña,
mandarche quero.
Un adiós a Mariquiña – Canción de José Castro González «Chané»
El propio Curros se trasladó a La Habana en 1894. Allí dirigió la revista La Tierra Gallega e integró la redacción del Diario de la Marina. En 1888 publicó O divino sainete(El divino sainete), poema en tercetos dividido en ocho cantos en el que, parodiando la Divina comedia de Dante, satiriza la peregrinación española a Roma con ocasión del jubileo de León XIII y ataca la corrupción religiosa; también critica al gobierno y a los reaccionarios de la sociedad. A pesar de su anticlericalismo, vemos que en la obra de Curros subyace el espíritu de un creyente.
Obra poética:
A Virxe do Cristal (1877)
Aires da miña terra (1880). Online AQUÍ. Una traducción al castellano AQUÍ
*Poemas narrativos. «¡Ai!» es un doloroso canto por la muerte del hijo, siendo un niño pequeño; un poema muy sentido en el que reparó Juan Ramón Jiménez en su Platero («Volvoreta d'aliñas douradas...») y que fue musicado por José Baldomir. «Cántiga» es un poema de amor y emigración que acaba en tragedia; fue musicado por Juan Montes en forma de balada gallega con el título «Unha noite na eira do trigo» (Una noche en el campo del trigo), sustituyendo el compositor el primer verso del poema de Curros, «No xardín unha noite sentada» (En el jardín una noche sentada) y otros cuatros versos más, y también por José Castro «Chané», quien respetó el título original. [v. más detalles AQUÍ] «Nouturnio» es un triste e impresionante poema sobre los reveses de la vida, la pobreza, la soledad y la vejez.
PLAN DE SALUD. Pesimistamente, manera de planificar lo que presumiblemente ocurrirá hagamos lo que hagamos. Por el contrario, proyecto o programa para alcanzar un objetivo o fin sanitario. No exactamente como el “de pensiones”, que pretende que en la vejez no pasemos privaciones; si bien, indirectamente, también puede contribuir a preservar la salud. ¡Y yo sin plan! (Relacionadas: OBJETIVO SANITARIO, PLANIFICACIÓN SANITARIA, PROGRAMA DE SALUD)
...y desde esta definición desenfadada traemos las demás entradas relacionadas.
OBJETIVO SANITARIO. El resultado que un programa de salud trata de alcanzar. En plural, el establecimiento de un cumplimiento de objetivos, por el que se habrá de medir la productividad y abonar el complemento derivado de la misma, resulta de un teórico “acuerdo de gestión” entre las partes interesadas. Es deseable que los objetivos que se persiguen sean realistas, pues muchos ven en su difícil cumplimiento una espada de Damocles que amenaza con cercenar el “complemento de productividad variable”. Y es necesario que quienes nos juzgan se impongan el objetivo de ser objetivos.
PLANIFICACIÓN SANITARIA. Una función de la autoridad sanitaria, consistente en establecer planes para regular las actuaciones, alcanzar objetivos y no caer en el caos. Implica actuar de forma organizada. Esencial para que el sistema sea eficaz pero que en exceso puede resultar negativa, al robotizar la actuación de los profesionales. Bienvenidos los planes, proyectos o programas que se ajustan a las necesidades y persiguen objetivos razonables; aquellos irracionales y perversos que se los lleve el viento. (Relacionada: GESTIÓN SANITARIA)
PROGRAMA DE SALUD. Conjunto de actividades que persiguen el logro de uno o varios objetivos en una población concreta; se enfoca en la salud comunitaria. Tiene que ver con la planificación, por lo que antes se denominaba “plan de salud”. Hay programas por edades (del lactante y preescolar, del adulto, del anciano, etc.) y por patologías o factores de riesgo (programa de hipertensión, de diabetes, de dislipemias, de drogodependencias, bucodental, etc.). Ya un renombrado político reiteraba hace tiempo: ¡programa, programa, programa…! (Relacionada: SALUD COMUNITARIA)
SALUD COMUNITARIA. Salud pública enfocada en la comunidad. Misión específica del médico de familia: Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
Planificar significa actuar de una forma organizada. La planificación es un proceso, sistematizado y coherente que parte del análisis de la situación para, tras su evaluación, formular y decidir sobre el sentido y la dirección de las acciones. Tiene como objetivo la consecución de unos fines y reducir y acotar la incertidumbre.
Los planes de salud son el instrumento estratégico básico de planificación y coordinación a nivel autonómico mediante el cual se definen las políticas de salud y servicios sanitarios y se establece el marco de referencia para todas las actuaciones en el ámbito de salud de las comunidades autónomas.
A los aforismos sobre el pensamiento, y en particular a los referidos a la mente, añadimos otro que hemos encontrado en el espacio virtual referido al poder de la mente. Y respecto a su poetización, volvemos al poema «Mi mente para mí es un reino» (My mind to me a kingdom is), de Edward Dyer (1543-1607), atribuido por algunos a Edward de Vere. Sabias palabras para ayudar al autocontrol.
Una mente débil se queja de todo. Una mente fuerte acepta, analiza y resuelve (supera cualquier problema).
Contento de vivir, ese es mi estado;
no busco más que aquello suficiente,
ni intento dominar en lo elevado;
lo que preciso me lo da mi mente.
EDWARD DYER, Mi mente para mí es un reino
–Lectura (inglés) AQUÍ. Canción AQUÍ (William Byrd)
Legislar mal y culpar a los jueces de no aplicar bien la ley, todo es uno. Lo repetía mi abogada. A ella acudí porque se me negaba el «complemento para la reducción de la brecha de género» en la pensión. Recién jubilado, justo cuando acababa de aprobarse en sustitución del «complemento de maternidad». Como éste lo recurrían muchos padres y salían sentencias favorables (el artículo 14 de la Constitución rechaza la discriminación por sexo), se hizo el cambio rastrero. Podía percibirlo el varón, sí, pero con unas condiciones que yo no cumplía y que ninguna mujer precisaba. Con tres hijas y cónyuge a cargo, me sentía discriminado como hombre y muy dolido. ¡Ah!, los políticos suelen irritar en vez de calmar, enemistar más que conciliar… Abatido y resignado, mi abogada tuvo una idea brillante, una ocurrencia que enseguida llevé a la práctica. Ya no me llamo Jacinto; ahora soy Violeta.
[mar. 2023]
Watermelon Man – Herbie Hancock
***
Si es un hombre, debe acreditar los requisitos adicionales... [Seguridad Social]
Complemento de maternidad y C. para la reducción de la brecha de género
[Una crítica necesaria]
El complemento de maternidad en la pensión de jubilación fue establecido por el gobierno por del Partido Popular (RD 8/2015, de 30 de octubre, con efecto 1 de enero de 2016), unos meses antes de las elecciones generales de 2016, y años después el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE, 12 de diciembre de 2019) lo consideró discriminatorio para los hombres, determinando su derecho a percibirlo los padres en igualdad de condiciones que las madres. Más tarde, estando ya en el poder el feminista PSOE, no se atrevió a eliminarlo (los votos es lo que importa), pero no estando dispuesto a considerar a los hombres en un plano de igualdad con las mujeres, lo cambió por el denominado complemento para la reducción de la brecha de género (RDL 3/2021, de 3 de febrero), precisando los varones para cobrarlo un requisito: tener más de 120 días sin cotización (¡penalización por cotizar!); las mujeres quedan exentas y lo perciben aunque cobren la pensión máxima, sin que haya ‘brecha’ alguna, sin justificación.
En definitiva, si el complemento de maternidad fue sospechosamente electoralista, decidido por la derecha para desconcierto de la izquierda, este otro del ala «progresista» nos parece igualmente engañoso y chapucero, además de discriminatorio. Independientemente de peculiaridades y cuantías (el de maternidad se percibía a partir de dos hijos y con porcentajes crecientes hasta un máximo; el de brecha de género, desde el primer hijo y con cuantía fija por hijo, menos generoso).
Por otra parte, no se tiene en cuenta la situación de «cónyuge a cargo», que la razón considera, obviando lo que –siguiendo el peculiar lenguaje ministerial– podríamos considerar como «brecha conyugal». Este tema casi da para una tesis... Ahora nos hacemos eco de otras voces críticas: se legisla de manera torticera, pretendiendo ganancias mediante diferentes modos de soborno institucional (con dinero de otros) y sin evitar las ofensas a la inteligencia. Sería mejor que legislase una máquina con inteligencia artificial, más justa por imparcial.
El reciente RDL 3/2021 ha regulado el complemento de pensiones contributivas para la reducción de la brecha de género, cuyo objetivo es sustituir al anterior complemento por maternidad, que fue declarado discriminatorio hacia los hombres por la STJUE de 12 de diciembre de 2019. (...) a diferencia del antiguo complemento por maternidad, este nuevo complemento también se reconoce a los hombres, pero no en igualdad de condiciones (...) En definitiva, esa evidente diferencia de trato y sus resultados previsibles, lleva a pensar en que, de nuevo, nos encontramos ante una medida que podría calificarse como discriminatoria hacia los hombres, no acorde a la Directiva.
Existe una diferencia fundamental entre naturaleza humana y
condición humana. La naturaleza humana es primordial y es
el ser Homo en todas las personas independientemente de la
cultura en que la persona exista; la condición humana es el ser
cultural, diferente en cada cultura, que condiciona la forma,
el contenido, la duración, etc., de los satisfactores de las
necesidades, de las tendencias naturales y de los restituyentes
de los equilibrios biológicos perdidos, expresiones naturales
de la naturaleza humana en su relación con el mundo real,
así como los comportamientos correspondientes.