Me remonto a unos días atrás... Escucho una entrevista en RNE a uno de los fundadores del grupo canario Los Sabandeños. Dice que es uno de los tres que todavía sobreviven después de casi cincuenta años. Medio siglo, ¡ahí es nada!, y más de ochenta discos. Comenta sobre las dificultades de desplazamiento (por ser un grupo numeroso), de los costes y de lo poco que sacan económicamente, apenas para su mantenimiento. Pero lo que más me llama la atención es algo que señala ya al inicio de la entrevista: de los 34 miembros que integran el grupo, sólo uno de ellos, uno solo, suele tener problemas para desplazarse, por su profesión.
En ese instante creía escuchar redobles de tambores, previos a la revelación que ya suponía.
"Se trata de un compañero que es médico, y por su especial ocupación profesional, por las guardias y demás, pues..."Y a mí, que poco me cuesta imaginar, me da por suponer que al inequívoco servicio social del galeno, unido a las dificultades de cobertura de las ausencias de los profesionales de la medicina, se le suma la eliminación de días de libre disposición que han sufrido los trabajadores públicos (con excepción de los jueces, que en su momento –así se lo escuché a una magistrada– supieron protestar), que permitían aliviarse un poco más de la indiscutible carga mental que el ejercicio de la profesión médica supone, y más en los últimos tiempos. Más que un lamento, es la expresión de una sanitaria realidad. Es posible que en esto me equivoque, pero sí tengo la seguridad de que la música es un buen medio para descargar tensiones, aparte de satisfacer y nutrir el alma. Bien lo ha de saber el galeno-cantor de Sabanda, y bien lo sabe este otro de Vicus.
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