Volví a leer un comentario divulgado por la Red, en tono humorístico, sobre un país absurdo que financia cantidad de cosas que no debiera y penaliza a los trabajadores con impuestos desproporcionados, precisamente para poder pagar tanto derroche. En general comparto esa visión crítica con lo que parece contrario a la razón. Porque el sentido común considera que es lógico facilitar lo necesario para preservar la vida o la salud de un individuo, y no lo que supone un lujo o un capricho. Por correlación, lo justo sería desgravar fiscalmente por los gastos imprescindibles y no por los opcionales. Pensemos en que la cuestionada financiación sanitaria deja fuera servicios básicos (audífonos, gafas y lentes de contacto, odontología reparadora, etc.), que suponen pago completo por el interesado (mucho peor que copago). Pero la lógica se viene abajo cuando los intereses políticos mandan...
Por un lado no se financian algunos servicios sanitarios de primera necesidad, por limitaciones presupuestarias, y por otro se tira el dinero como si sobrase.
Una mirada retrospectiva
al despilfarro...
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