Los flamantes hogares para retirados son sitios para entretenerse y matar el tiempo, una especie de antesalas de la no existencia. José M. Rodríguez Delgado
[Microrrelato]
Cuando ingresé a mi viudo padre en el asilo lo hice con toda mi buena voluntad. Creí que estaría mejor allí el tiempo que le quedara, porque lo habrían de cuidar mejor de lo que yo podría. Al fin y al cabo, la última hoja de mi calendario no tardaría en caer: el cáncer de páncreas habría de llevarme pronto, antes que a papá el natural fenómeno del envejecimiento. Pero, ¡oh Dios!, el fiscal me acusó de no cumplir con mi obligación de hijo. ¡Cuánto me dolió! Más que la notificación del diagnóstico fatal. Tuve pensamientos inconfesables contra ese agente del ministerio público (desconocedor de mi enfermedad), aunque fugaces.
Mi tiempo restante es tan breve que prefiero no pensar... Me iré pronto, sin rencor hacia ese hombre, ni hacia nadie. Solo deseo que mi viejo no padezca, mientras sufro este mal que me devora y que el frío acusador ignora.
[2015, en.]
Un padre puede sentir gran amor por su padre, aun sin expresarlo abiertamente. Y ese amor se refuerza muchas veces en las dificultades o en las ausencias...
Song For My Father - Horace Silver Quintet