Disponer de la cámara fotográfica en todo momento nos proporciona una oportunidad de aprovechar ocasiones que pueden ser únicas, bien porque no hayamos de volver al mismo lugar o porque no sea posible en el futuro captar la misma imagen. Traigo tres imágenes vinculadas con la salud que fueron oportunamente capturadas. En la primera podemos ver la importancia de la salud, pues aparece como una de las principales prioridades (según la canción, la primera de las tres cosas que hay en la vida: "salud, dinero y amor").
En la segunda observamos como la salud es merecedora de una plaza: al menos así lo han creído en Plasencia, Cáceres. Y no es para menos.
En la tercera vemos una señal informactiva que parece anunciar la proximidad de un centro hospitalario. Nada más lejos: anuncia un lugar de Tomiño, Pontevedra.
Por supuesto, pudimos haber traído también la imagen de un centro de salud, pero edificaciones de atención primaria ya hay de sobra en este blog.
(Fotos del autor del blog)
Si será importante la salud que al hacer un brindis también se dice "¡salud!".
La modalidad de consulta médica establecida (o improvisada) como consulta médica telefónica, sin ordenamiento adecuado sobre su correcto uso, puede dar para un tele-anecdotario inacabable. Hemos hecho una reflexión dramatizada exponiendo las incidencias suscitadas con las llamadas telefónicas que realiza el médico a los pacientes que han solicitado consulta por este medio, desde la ausencia de respuesta a las consultas más peregrinas, pasando por otras a las que no se puede dar respuesta sin ver al paciente. Incluso hemos referido un caso de desconfianza. Y ahora, tras haber recibido una brusca contestación por marcar (correctamente) un número que el interesado había proporcionado y corresponder con el de otro sensible interlocutor, me hace considerar nuevamente los riesgos de este desatino gestor, que parece más hecho para el contento del ciudadano que para dar respuestas sanitarias en las mejores condiciones. Por eso no viene mal ejemplarizar este tema con un suceso televisivo (reiterado) que deja noqueado al osado presentador ante la respuesta del ciudadano mosqueado.
Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. Principio de Hanlon
La bella profesión del médico de familia, del médico
general, del médico de cabecera, del “todólogo” de la salud, del ensalzado como
pilar fundamental del sistema sanitario, se ve lastrada desde hace muchos años
por obstáculos difíciles de salvar, que obstruyen su labor clínica y desgastan
su ánimo. Leemos otras reflexiones y corroboramos nuestra legítima preocupación. No es sólo la innegable realidad de las policonsultas. No es sólo la peculiar sanidad estivaly el suplicio postvacacional en cualquier momento del año, porque sus pacientes no hayan podido ser atendidos plenamente durante su legítima ausencia. No es sólo que no pueda
resentirse su salud, porque salvo accidente laboral o ingreso hospitalario se le aplica una penalización por enfermar(los
descuentos son de órdago, sobreañadidos a los recortes salariales ya
decretados). No es sólo que esté sometido a la imposición de objetivos economicistas (mal llamados “acuerdos de gestión”,
pues se aplican sin acuerdo alguno), que luego tienen un efecto boomerang, y a objetivos
que no alcanza a comprender ni quien los diseñó. No es sólo el cambio continuo de la gestión de la incapacidad laboral, para tener que clicar cada vez más veces con el fin de emitir
un parte de baja o de confirmación. No es sólo que se encuentre bloqueado profesionalmente, impedido para alcanzar mejoras en su carrera.
No, no es sólo esto.Son múltiples
facetas de su actividad diaria las que le impiden al médico de familia aplicar plenamente sus conocimientos
y que, de tan absurdas y repetitivas, acaban frenando su intelecto. Son cuestiones repetidamente
debatidas, planteadas hasta la saciedad como problemas que hay que eliminar
pero que seguirán ahí, si nadie lo remedia, in saecula saeculorum, para la
eternidad sanitaria hispana. Son obstáculos que ponen a prueba la capacidad de resistencia
del médico de atención primaria en la sin par Hispania, la misma que ha alardeado tantas veces, y sin pudor, de poseer uno-de-los-mejores-sistemas-sanitarios-del-mundo. Son rémoras engendradas por
la pésima organización asistencial y por una imprecisa delimitación de
funciones. Son “necesidades” que no debieran ser tales, y entre ellas las que
siguen, de modo que han de entenderse como “necesidad de”:
Justificantes y bajas
por enfermedades de corta duración. Un problema enquistado que la Administración
debe solucionar negociándolo con las empresas.
Visados de medicamentos
por inspección de farmacia. Tener que dar el "visto bueno" a ciertas decisiones de los prescriptores (médicos) es indicativo del nivel de confianza en que nos movemos. Cesar con
esta absurda actividad supone casi un cambio drástico de conciencias.
Rehacer medicamentos
que se decodifican (cambio de código). Repetir el proceso de emisión de recetas de fármacos ya prescritos,
inactivando previamente los decodificados, lleva más tiempo del que desde afuera se puede pensar. Solución: cambio
automático del código de los fármacos en cuestión.
Hacer recetas en
papel para adquirir “medicamentos extranjeros”. Necesidades como ésta van
más allá de la estupidez: suponen un insulto a la inteligencia. Sólo es cuestión
de intercomunicar departamentos sanitarios.
Rehacer peticiones
analíticas de otras áreas sanitarias (y lo mismo para otras exploraciones complementarias).
En el mismo servicio de salud, en la misma comunidad autónoma, hay que
cubrir otro formulario cuando el hospital que las ha indicado está ubicado en un área
diferente. ¡Increíble pero cierto! Solución: integrar red hospitalaria autonómica, y yendo
más allá la red nacional; por supuesto, con la implantación de una historia
clínica electrónica única para todo el sistema nacional de salud (¿una
quimera?).
Pasar recetas de
hospitales privados concertados (una necesidad generadora a menudo de “citas
urgentes”). Significa oficializar en recetas del sistema público medicamentos (y también accesorios) que han considerado en otro ámbito. Obliga al médico de familia a asumir una responsabilidad que no le corresponde y, además, parece un contrasentido, pues el tratamiento del paciente (generalmente una intervención quirúrgica) en un hospital privado concertado tiene financiación pública. Solución: posibilitar
intercambio de información con hospitales concertados y a éstos la ejecución oficial de
sus decisiones terapéuticas. Gestionar todo lo imaginable y hacer mil y un informes. Son tantas las gestiones que se le delegan (anticoagulación, partes de confirmación, ambulancias, citas y re-citas...) e informes que le piden desde todos los estamentos y organismos públicos y privados (consejerías, ministerios, ayuntamientos, centros psicotécnicos, clínicas odontológicas...), que su tiempo útil se ve reducido al mínimo.
Ante tanto despropósito, los médicos de familia demuestran
su capacidad de resistencia, o de resiliencia. Pero la queja general se deja oír con mayor o
menor fuerza: “A veces se me quitan las ganas, sintiéndome copista o pasador de recetas y enmendador de entuertos sanitarios… Estoy desmoralizado por tanto
tiempo consumido en estupideces… Acabo agotado mentalmente con tanta repetición
de los procedimientos… Estoy harto de esta asquerosa buRRocracia… Me dan ganas
de cargarme a algún gestor... ¿Quién diseñó este sistema informático?… ¡Cómo es
posible que haya tanto inútil dirigiéndonos!...”. Las comparaciones con otros países podrán ser odiosas, pero nos dejan en muy mal lugar. Y a pesar de que los gritos
se dejan en el cielo día a día, mes a mes, año a año, lustro a lustro… la misma
falta de respuesta por los dirigentes sanitarios, por una Administración
Sanitaria sorda, ciega y muda. ¿Habrá que esperar un milagro redentor?
La carga mental puede hacer tanto daño, o más, que la carga física...
"Da la impresión de que primero se nos regala miedo para luego vendernos salud."
Así comienza un artículo de la revista cuartaedad.com que desaconseja los chequeos médicos (sobre los que ya hemos tratado AQUÍ) de modo indiscriminado, más allá de los grupos de riesgo, basándose en opiniones de varios expertos: Chequeo médico, ¿último producto de consumo?
No podemos negar que el miedo sea la razón que nos inhiba de realizar determinadas exploraciones médicas, a no querer saber de resultados indeseables, pero es el fenómeno contrario el que nos lleva a esta reflexión.
Se concluye que los controles médicos periódicos (anuales o bianuales), con todas las pruebas que conllevan no disminuyen la morbimortalidad y, en consecuencia, no son recomendables para la población general, sino solo para aquellas personas que presentan determinados factores de riesgo, cuyo control supone adelantarse a las malas consecuencias que pueden acarrear.
Esta afirmación se sustenta en studios publicado en las revistas de referencia, como JAMA y British Medical Journal, que concluyen que el chequeo generalizado no disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, que suponen la primera causa de muerte en los países desarrollados.
Por otro lado, la obsesión con el chequeo produce un sufrimiento añadido en los individuos y contribuye a la medicalización de la vida. La medicina preventiva es muy útil usada con cabeza, pero la prevención excesiva no produce beneficio alguno y puede ser incluso perniciosa, pues toda intervención médica tiene su riesgo. Dicho de otro modo: las pruebas médicas innecesarias pueden ser contraproducentes.
Además, nuestra variabilidad como seres vivos no garantiza la conclusión definitiva o la certeza tras un chequeo médico, por exhaustivo o costoso que sea; de manera que ni la negatividad de las pruebas preventivas determina el perfecto estado de salud ni su positividad es suficiente para el encasillamiento como enfermo.
En particular, se cuestiona el extremado control del colesterol y el exceso de mamografías y citologías, entre otras actuaciones médicas que implican sobrediagnóstico y sobretratamiento. Actuaciones desmedidas conducentes a que el paciente acabe siendo víctima de salud. Además, se censura la interesada consideración como enfermedades de lo que son simples factores de riesgo.
En definitiva, no dejarse llevar por temores irracionales ni por el tremendismo y limitarse a las pruebas médicas que sean realmente necesarias.
Tres son los modos en que el folklore infantil puede verse incluido en la zarzuela. En un ambiente infantil, donde los niños son el centro de la escena, como es el caso de Agua, azucarillos y aguardiente (1897), de Federico Chueca, en cuyo número "Niñeras, Niños y Amas" se introducen varias canciones infantiles: Las ovejuelas (Arrión) y La viudita del Conde de Cabra. O porque se trate de una feria o ambiente festivo, como es el caso de Gigantes y Cabezudos (1898) de Manuel Fernández Caballero: Antón Pirulero y El berrugón. O, con menos frecuencia, como refuerzo descriptivo o de evocación en alguna escena cantada por un grupo de adultos. Un ejemplo representativo de esta variante es El año pasado por agua (1889) de Federico Chueca: Que llueva, que llueva, La canción de Mambrú* y Los toros del pueblo. La primera pieza infantil (Que llueva, que llueva) será utilizada por José Serrano en El amigo Melquiades (1914), que incluye también Ramón del alma mía.
Fiestas y ferias son un recurso para que los adultos canten este repertorio. Así sucede en Las Golondrinas (1914) de José María Usandizaga: Quisiera ser tan alta... También en una feria incluye José Serrano Es un muchacho excelente* (aunque no como canción, sino en la parte instrumental), en la zarzuela Moros y cristianos (1905). Otro ejemplo de este tipo de inclusión es Don Manolito (1942) de Pablo Sorozabal: Morito Pititón, En Madrid hay una niña y En los palacios del rey. Muchas son las zarzuelas que incluyen piezas de folklore infantil en su música: Cu-cú cantaba la rana aparece en Aquella canción antigua (1952) de Joan Dotrás Vila; Antón Pirulero en La zapaterita(1941) de Francisco Alonso; Bateo pelao en El bateo (1901) de Federico Chueca; El vito en El baile de Luis Alonso (1896) de Gerónimo Giménez...
El folklore infantil conforma uno de los procesos más fuertes del proceso de enculturación del individuo, proceso mediante el que toda comunidad transmite a sus nuevos miembros su propia cultura, haciéndoles partícipes de la identidad étnica grupal. Este proceso conforma la primera parte de uno más amplio, como es la socialización (que conlleva asimilación de la cultura, interiorización e identificación). Las canciones llevan en si mismas unas mentalidades, situaciones y vivencias que, analizadas y comparadas nos permiten sumergirnos en la sociedad cotidiana; y esta cotidianidad, este carácter familiar es lo que da valor a la zarzuela: la mayor parte de las melodías zarzueleras suenan a algo ya conocido, que no siempre se sabe bien qué pueda ser. El compositor busca la cercanía con el espectador y, ¿qué mejor modo de hacer sentir próxima la música al público que con las canciones que más tempranamente aprendieron?
*La canción Mambrú se fue a la guerra procede de la francesa Malbrough s'en va-t-en guerre, cuya música pertenece a una composición de Beethoven: La Victoria de Wellington (dedicada a la victoria del Duque de Wellington en la Batalla de Vitoria). Y a su vez, Es un muchacho excelente proviene de Mambrú.
***
Como vemos, todo un muestrario de canciones infantiles que nuestros compositores de zarzuela han querido inmortalizar incluyéndolas en sus obras, ya por propia iniciativa o por sugerencia de sus libretistas. Canciones que se han ido olvidando y que los niños de ahora apenas conocen, del mismo modo que las composiciones de nuestra particular opereta han quedado relegadas por diferentes motivos, siendo muy poco interpretadas y difundidas, lo que nos impide apreciar en su justa medida los valores culturales de un género en el que, aparte de estas canciones de la niñez, de la comicidad, de las costumbres de los diversos pueblos ibéricos y de las sempiternas tramas amorosas, no faltan los problemas sociales, las reivindicaciones políticas y el canto a la libertad. Por no faltar, ni faltan escenas referentes a la medicina (baste recordar el "Coro de doctores" de El rey que rabió, de Ruperto Chapí y los libretistas Miguel Sánchez Carrión y Vita Aza).
«Coro de niñeras» (de Agua, azucarillos y aguardiente), Federico Chueca
***
NOTA:
ESTA ENTRADA COINCIDE CON EL 7º ANIVERSARIO DEL BLOG
¡7 años ya! Y todavía sigue siendo un niño
Médico-melódicas gracias a todos los seguidores
La atención médica a una persona detenida provoca
controversias y es fuente de conflictos entre profesionales de la Salud,
Justicia e Interior, sobre todo en referencia a la responsabilidad en la
exploración y asistencia de estas personas. La amplia normativa al respecto
hace que el médico de familia se encuentre a veces en la tesitura del
desconocimiento de la norma y de dudar sobre el correcto proceder. A lo largo
de texto se ha intentado reflejar los aspectos fundamentales sobre la atención
sanitaria al detenido y que se encuentran en la legislación internacional, la
nacional y la específica al respecto. Se establecen protocolos y algoritmos que
ayudarán al lector a comprender más y mejor las claves en la atención a
personas detenidas, como la obligación o no en la atención por parte del médico
de familia, responsabilidad, procedimientos que se deben seguir, y derivación a
otros estamentos.
La lectura de este párrafo sobre la atención a un detenido por lesiones, en el blog "Las Sesiones de San Blas", nos hace reparar en las
dudas que hay en torno al parte de lesiones en general. Dudas derivadas de la falta
de concreción normativa, de la supuesta competencia del forense (reconocimiento
médico) y del farragoso parte de lesiones. O de los diferentes partes de
lesiones, porque parecen ser diferentes en cada comunidad autónoma, y buscando
en la Red solo encuentro el que publicita la Junta de Andalucía, que se
concreta AQUÍ (Parte al Juzgado de Guardia para la comunicación de asistencia
sanitaria por lesiones). En el de Galicia se añade un dibujo para marcar las
lesiones concretas.
No deja de sorprender que el médico tenga que recoger en un
apartado (10) datos que corresponden a un atestado policial. Nos preguntamos sobre su pertinencia. También la
necesidad de consentimiento informado para fotografiar lesiones (en consecuencia, deduzco que también tendrá que ser un requisito para fotografiar lesiones dérmicas en la práctica
de teledermatología).
Por otra parte, compruebo que el Defensor del Pueblo ha
hecho un estudio sobre el parte de lesiones de las personas privadas de libertad, ilustrado con ejemplos de partes de lesiones mal cubiertos,
incompletos o incorrectos. Es fácil criticar, sobre todo por quienes observan
desde afuera. Pero parece que supone un gran esfuerzo tratar de concretar,
simplificar e informar adecuadamente.
Y aquí se impone una agria reflexión: los médicos siguen quedando en mal lugar por desconocimiento, conformismo o estupidez; porque les falta información, parecen contentarse con lo que hay y no se ponen de acuerdo para reclamar lo que les corresponde.
Finalmente, enlazo un debate en foro policial sobre la preferencia o no de la atención al detenido, concluyendo sensatamente que se prioriza según gravedad de la urgencia: Retraso en revisión médica a detenido.
Se puede pelear para conseguir algo, sin necesidad de dañar...
Los resúmenes semanales de Miguel Ángel Máñez en su blog Salud con Cosas, que sigo desde hace mucho tiempo, son siempre orientadores y estimulantes. Son el reflejo impagable de un inteligente y atento observador. Leyendo el último resumen, en el que se enlaza la entrada sobre despilfarro de medicamentos editada en este blog médico-melódico, son sustanciosos enlaces ajenos los que me sirven para hacer una reflexión general en este desconcertante comienzo de año. Entonces, lo que pueda haber de aprovechable en este texto es mérito de otros.
Veamos... Los médicos deberían trabajar a gusto y sin agobios, porque en malas condiciones y sobrecargados no pueden atender a sus pacientes como se merecen. Convertida la actividad médica en una carrera de obstáculos, la situación ha empeorado con la moda de la “gestión clínica”: se piensa más en temas de gestión que en medicina. Los médicos luchan contra el sistema, en lugar de recibir su apoyo, no viendo posibilidades de mejora profesional. Los de atención primaria no hacen aquello para lo que han sido formados y la burocracia maquinal (impuesta por un gerencialismo basado en el paradigma empresarial) condiciona su labor, automatizándolos e impidiendo que puedan dar lo mejor de sí mismos. Los pacientes deberían ser corresponsables en el tratamiento, porque es bueno para ellos y para la comunidad. Valga como ejemplo la indicación a un paciente de un tratamiento antibiótico en una infección respiratoria cuando la expectoración no es purulenta: se le puede prescribir el fármaco e indicarle que lo tome sólo en caso de que el esputo cambie, que de transparente o blanquecino pase a tener un color amarillento o verdoso. Interesa evitar el inadecuado autoconsumo de medicamentos y promover una automedicación responsable, en la que siguiendo unas indicaciones se haga uso de determinados medicamentos minimizando riesgos y, según el ejemplo, disminuyendo resistencias antibióticas. La Administración Sanitaria debería propiciar un ambiente grato, porque el bienestar de profesionales y usuarios mejora los resultados. Los sanitarios que se sienten a gusto son más eficaces y eficientes; bien valorados y recompensados, como en cualquier profesión, mejora su rendimiento; no olvidemos que el mejor efecto placebo es el del propio médico, mediante su buena interacción con el paciente, y para ello se precisa un medio adecuado; además, el tiempo disponible condiciona la decisión terapéutica y, en consecuencia, la calidad y el gasto. Los usuarios bien informados serán más responsables y, al final, estarán más satisfechos; los recursos no son ilimitados y la mejor forma de preservar el sistema sanitario es promover el buen uso de los servicios. Los ciudadanos deberían mejorar en lo posible su educación sanitaria, porque dejándose influenciar por mensajes inadecuados sufren en vano. Los medios envían a menudo información nociva que hace sentirse enfermos a quienes están sanos, favoreciendo la medicalización esclavizadora; las redes sociales son herramientas de dos filos, de las que hay que hacer uso con mucha prudencia. Los ciudadanos bien informados y con una mínima capacidad crítica, pueden estar en disposición de autogestionar su salud, eludir los inconvenientes que les reportan los múltiples bombardeos publicitarios que sólo tienen como objetivo la incitación al consumo y, sobre todo, dedicar más tiempo a ser felices, que es lo más importante.
¡Ah!, todo esto parece una quimera; lograrlo sería como ir hacia el cielo... *
Viendo lo que llega a los llamados Puntos SIGRE (¡más de 21.000!), no hay duda de que el desperdicio en medicamentos supone un auténtico dineral “quemado”, que sigue y sigue día a día, mes a mes, año a año... Un gasto innecesario que debilita nuestra economía de la salud, que luego hay que compensar con recortes de todo tipo, copagos e impuestos sobreañadidos, entre ellos el “céntimo sanitario”, nombrado en singular y aplicado en plural (con un máximo establecido de 4.8 céntimos por litro) a los carburantes, en la cuantía máxima en varias comunidades autónomas, entre ellas la mía, Galicia (casi siempre a la cabeza para lo peor).
Retirar los medicamentos usados o caducados le corresponde al SIGRE (Sistema Integrado de Gestión de Residuos de los medicamentos y de sus Envases), un sistema que, digamos de paso, ya ha sido puesto en cuestión. Pero ¿qué se hace con los medicamentos sin usar y no caducados? No son residuos, restos o sobrantes de algo, y podrían ser aprovechados. Es lamentable que se mantengan en los domicilios sin darles adecuado uso. Permítaseme una comparación: es como tirar a la basura un electrodoméstico sin desembalar.
Cualquiera, sea o no sanitario, ha podido comprobar en casa de algún familiar la presencia de muchas cajas de medicamentos apenas sin usar o sin siquiera abrir. Yo mismo he constatado hace poco en la casa de un pensionista allegado 30 envases íntegros caducados. Duele pagar todo esto para nada, por lo que uno se cuestiona la "gratuidad" de los medicamentos: lo que no cuesta no se valora.
En fin, no sé si si somos -o parecemos- ricos empobrecidos o pobres enriquecidos.
Para conocer las causas y plantearse soluciones, recurro a una reflexión ajena editada en dos partes:
Sabemos que la causa principal del despilfarro es la medicalización de la vida, al propugnarse medicamentos para cada problema, aunque se trate de algo banal o incluso no médico. En cuanto a las soluciones, cuestionando la prescripción por principio activo (causante de confusiones por cambios de laboratorio fabricante que implica problemas de seguridad), sin duda son necesarias las actuaciones propuestas: educación sanitaria del usuario/paciente, cambios en la dispensación (farmacia), desfinanciación de fármacos de valor nulo o dudoso y para pequeñas dolencias, regulación de la asistencia para evitar la excesiva presión asistencial y reorganización de la atención sanitaria (Administración). Esto último, que pasa por la desburocratización que nunca llega (es más, aumenta la burocracia) y la coordinación interprofesional que parece una quimera, me parece fundamental.
¿Llegará aquí algún día la racionalidad farmacológica, y la sanitaria en general?
Queridos Reyes Magos: Hoy he vuelto a recobrar mi espíritu infantil, y con ingenuidad quiero expresaros mis mayores anhelos. He de deciros que con anterioridad ya los he lanzado al espacio, sin ningún éxito. Sí, hasta ahora mis humanas peticiones no han tenido la respuesta que esperaba, ni mucho menos. Por eso, al no haber logrado mi noble propósito, os dirijo a vosotros esta carta, como un niño crédulo. Veréis que en las diez peticiones que abajo os enumero, sin especial orden de prioridad, no hay sólo un interés personal. No, se trata de deseos que incumben en general a la sociedad en la que vivo y que bien se podrían concretar en el afán de una sociedad pacífica y feliz. Quiero desprenderme del pernicioso egoísmo y abrazar el saludable altruismo. Espero que sepáis perdonar mis errores y tengáis a bien concedernos lo que humildemente os pido. Bueno, quizás sea demasiado..., pero al menos usad vuestro poder para que se realice una parte. Todo por un mundo más vivible y sonriente. ¡Ah!, y sed generosos con los niños. Gracias, majestades, por escucharme. JMBF. Estos son mis diez deseos, algo más que lo que dice la copla («tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor»):
Trabajo de calidad para todos y pensiones garantizadas.
Justicia universal sin distinguir condición.
Vivienda digna y stop a los desahucios.
Eliminación de la corrupción y freno al despilfarro.
Fin de la violencia de cualquier tipo.
Funcionamiento óptimo de los servicios sociales.
Mejora educativa real y del civismo.
Freno a la contaminación ambiental.
Despegue económico significativo y del bienestar social.
Sanidad justa, responsable y satisfactoria.
___
Y como no puede faltar la música, valga la canción de otro rey: podría ser In the Ghetto, que habla de la necesidad de combatir la pobreza y la marginación, pero como es tiempo de soñar más ampliamente traigo If I Can Dream (Si puedo soñar).
Medicina siendo ciencia, En
al menos buena parte, Dicen
que también es arte, Impreciso
en su evidencia. Cuando
con tino se aplica, Individualmente
o en grupo, Ni
ateniéndonos a un cupo Acierta
quien la critica. Y
si a su lado embellece Música
que embelesa, Entonces, lo que más pesa, Ligero
casi parece. Ofreciéndole
la esencia De
lo médico y melódico, Íntegramente
armónico Al
blog tendré de arte y ciencia.