Se les pide a los médicos que no se tomen vacaciones durante los meses de verano. Lo aconsejan los gestores, lo proponen los consejeros de salud de los diferentes servicios de salud y, por encima de todos, el ministerio de sanidad no encuentra otra solución a las carencias veraniegas de facultativos. Ya sabemos de la peculiar sanidad estival, de la loca consulta estival, sobre todo en zonas de veraneo. Por eso todos los que tienen mando corean: «¡Dejen las vacaciones para otros meses, para otras estaciones!». Casi un imperativo dirigido en especial a los médicos de familia, quienes deben atender a usuarios de compañeros ausentes, en centros de salud y en puntos de urgencia extrahospitarios, mayormente en verano, entre junio y septiembre, y más en los meses de julio y agosto. Así que, ¿por qué no disfrutar de los periodos de descanso reglamentarios en mayo o en octubre, incluso en enero, marzo o noviembre. Es la solución que proponen los planificadores y organizadores del sistema público de salud. Otras ideas o estrategias, si las tienen, se las guardan para sí.
Pero ¿no se dan cuenta los político-gestores que, si la mayoría de esos profesionales de la salud aceptasen, lo único que se conseguiría sería trasladar de estación un problema crónico que precisa de respuestas más inteligentes?
¡Ay!, me envuelve una canción de verano...
Vacaciones de verano – Fórmula V