martes, 7 de septiembre de 2010

Medicamentos: uso, valor, coste y control


El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas.

Lo peor de las medicinas es que una de ellas hace necesarias a las otras.

Continuamente se establecen debates en torno al buen uso y abuso de los medicamentos (racionalización del gasto farmacéutico), se realizan consideraciones científicamente fundadas sobre los que son básicos y los que son innecesarios o secundarios (medicamentos esenciales), se hace hincapié en la repercusión de su consumo en la economía de la salud (prescripción médica y gasto farmacéutico), se trata de discernir la generación de gasto en el nivel asistencial primario y el especializado (peticiones y prescripciones inducidas) y se alerta sobre la inducción al consumo (dispensación farmacéutica sin prescripción médica).

Pues de estas premisas se derivan las reflexiones que siguen sobre uso, valor, coste y control de los medicamentos.
  • El uso racional de los medicamentos implica calidad y seguridad; de ningún modo ha de suponer perjuicio para los enfermos.
  • El uso racional de los medicamentos en el sistema público de salud debiera comenzar por una financiación selectiva, ceñida a lo que ha demostrado eficacia y superioridad.
  • La financiación pública de medicamentos debiera atenerse a criterios científicos y no a razones de otra índole.
  • Un medicamento ha de ser eficaz y seguro –con pocos efectos adversos–; si por encima es barato, mejor que mejor.
  • Los medicamentos están para prevenir, aliviar y curar enfermedades, no para empeorar la situación de los pacientes.
  • Las sustancias que son periódicamente reconocidas como “medicamentos esenciales” no siempre son tenidos como fundamentales en la práctica médica.
  • Medicamento caro no es sinónimo de bueno, ni barato de malo; tampoco es admisible la consideración inversa.
  • Una importante parte del gasto farmacéutico que se le imputa a los médicos generales –de familia o de cabecera– se debe a prescripciones inducidas por otros médicos especialistas.
  • La dispensación farmacéutica sin preceptiva prescripción médica sigue siendo en Hispania un problema sin resolver, que induce a la medicalización y al aumento del gasto.
  • Hemos de utilizar los medicamentos que son útiles y sólo cuando es necesario, conscientes de las bondades de su uso responsable.
  • La medicina apresurada de nuestro ‘alocado’ sistema de salud es inductora de prescripción de fármacos innecesarios, incluso nocivos.
  • Es preciso oponerse a la mercadotecnia que emplea el falso y peligroso argumento de alcanzar la felicidad a través de los medicamentos.
  • Seguramente habría que prohibir la publicidad de muchos fármacos que se venden sin receta pero que entrañan riesgos.
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