sábado, 31 de diciembre de 2022

Fin de año y buenos deseos


El año 2022 finaliza y hoy es noche de celebración; no es fiesta para todos, por supuesto, pero como todos los años soñamos con una paloma blanca. Y este símbolo de paz lo agrandamos con la música y la poesía de un himno internacional. Nos referimos al Himno de las Naciones Unidas (Hymn to the United Nations), conocido como «Himno de la paz», con letra del poeta W. H. Auden y música de Pau Casals. Fue estrenado el 24 de octubre de 1971, por la Orquesta del Festival Casals dirigida por el propio Casals. Vale la pena escucharlo.

Let music for peace
Be the paradigm,
For peace means to change
At the right time,
As the World-Clock
Goes Tick and Tock.

Que la música por la paz
Sea el paradigma,
Porque la paz significa cambiar
En el momento adecuado,
Como el reloj mundial
Hace tic y tac.

Texto completo (en inglés) AQUÍ
Lectura por el poeta AQUÍ y AQUÍ

Himno de las Naciones Unidas (Himno de la paz), W. H. Auden - Pau Casals

Con el mensaje de este himno, en medio de tanta guerra,
y el agradecimiento a los lectores del blog en el final de 2022,
os enviamos nuestros deseos de paz y salud.

¡FELIZ NOCHEVIEJA!

¡FELIZ AÑO NUEVO 2023!

Nochevieja

El autor del blog

viernes, 30 de diciembre de 2022

Epitafio saludable

Epitafio de Billy Wilder
«Soy escritor, nadie es perfecto»

Un médico pensaba en un epitafio, como Stevenson hiciera su «Requiem». Y se le ocurrió lo que sigue, no estando seguro si era el más conveniente.


EPITAFIO SALUDABLE

Quiero que se me recuerde como aquél que no hizo exceso
diagnóstico o terapéutico. (No evocado por doctísimo.)
Como el que en justa medida aplicó la medicina
que ordena Sabiduría. (En la memoria humanísimo.)

[2015, abr.]

Marcha fúnebre, F. Chopin

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Detalle melódico para un médico

Ordenando mis discos musicales, encontré una grabación personalizada, con dedicatoria incluida. Agradecido, me la había hecho el hijo de una pareja de pacientes míos; el hombre llevaba años trabajando en EEUU y regresara a Galicia, su tierra natal, para cuidar a sus ancianos padres. Una decisión encomiable, y un detalle médico-melódico que forma parte de mis hermosos recuerdos profesionales.

Teach Me Tonight – Dinah Washington

martes, 27 de diciembre de 2022

A una madre

Hoy cumple 87 años; casi nada. No sabía que escribirle, como tantas veces, porque las emociones superan casi siempre a las palabras y a uno le cuesta verbalizar los sentimientos. Pero me acordé que le había dedicado un poemilla cuando cumplió los 80, en 2015, que dormía olvidado en una hoja de papel. Así que lo rescato ahora; y para que no parezca extemporáneo (aunque para sus allegados ha de ser intemporal) hago ajustes en dos versos para ‘actualizarlo’.


A MAMÁ

En día tan señalado
se confunden en el alma
la alegría y la tristeza
sin saber qué es lo que pasa,
porque sin darnos ni cuenta
los años pasan y pasan.
De esposa a madre y a abuela...,
bisabuela, además, ¡vaya!;
pero sigues siendo joven,
sin negar que el tiempo daña.
Nos alegras cuando muestras
sonriente la mirada.

Como dice la canción, 
veinte años no son nada,
y veinte por cuatro ochenta
y siete más: nada, nada.
Y como reza aquel dicho,
hecho con hondas palabras,
te hará llorar quien te quiere.
¡Cuánto te queremos, mama!
Que te hemos hecho sufrir
es verdad como una casa,
aunque dentro nos doliera
ver en tus ojos las lágrimas.

Tantos años sin papá
te hieren en las entrañas;
entendemos el dolor
que también nos apuñala.
Su recuerdo inolvidable
–como el de otros que descansan–
llena la celebración.
Un año más… ¡Qué gozada!
Veintisiete de diciembre,
casi una inocentada.
Solo nos queda decir:
Hoy, mamá, ¡sonríe y canta!

Como complemento melódico para su cumpleaños, traigo una canción que siempre le ha gustado a mi madre, y que ella misma solía cantar.

‘‘Yo te diré’’, del film Los últimos de Filipinas

sábado, 24 de diciembre de 2022

Música navideña


Buscando música de la Navidad, descubro un artículo en el que refieren las «10 obras más famosas de la música clásica con temática navideña» [título y autoría]:
  • El cascanueces, P. I. Tchaikovski
  • La noche de Navidad, Rimsky-Korsakov
  • Ceremony of Carols, Benjamin Britten
  • Oratorio de Navidad, J. S. Bach.
  • Sinfonía de Navidad, Michel Corrette
  • El Mesías, G. F. Haendel
  • Concierto de Navidad, Arcangelo Corelli.
  • Messe de Minuit pour Noel, Marc-Antoine Charpentier
  • Historias de Navidad, Heinrich Schütz
  • El canto de Sibila, Anónimo
En el enlace pueden acceder a estas composiciones navideñas. Y aquí traemos una pequeña selección del Oratorio de Navidad de Johan Sebastian Bach.

[Orquesta y Coro de la Sinfónica de Galicia, Tom, Koopman]
***
Bo Nadal
Feliz Navidad
Merry Christmas
Joyeux Noël
Froehliche Weihnachten
Buon Natale
Boas Festas


lunes, 19 de diciembre de 2022

En contra de la violencia


En actitud antiviolenta, la que debe adoptar –en general– cualquier individuo que desee vivir en sociedad y en paz, quise expresar mi sentir de forma poética, sin pretender herir sensibilidades. Y así se gestó este poema monorrimo.


ANTIVIOLENCIA 

Defendiendo la vida 
—tuya, de otros o mía—,
reniego de violencias homicidas;
y sin fijar categorías,
por afán de justicia,
suceda fuera o dentro de familias.
Cualquiera que me digas
que sea la infligida,
ya individual o colectiva:
¡NO a única violencia destructiva!
Ni filicida Agamenón ni Orestes parricida.
Ni Clitemnestra airada ni Electra vengativa.
Lloremos por las Ifigenias muertas, inocentes hijas,
y por los hijos de Medeas trastornadas, víctimas
de tanta insensatez y tanta inquina.

[2021, 12 jun.]

Gymnopédie n.º 2, Erik Satie

domingo, 18 de diciembre de 2022

Caja de música


Caja de música. Instrumento musical mecánico que evolucionó
a partir de los carillons à musique del siglo XVIII.

Leí en algún sitio, hace mucho tiempo, que Tchaikovsky se había prendido de niño a la música al escuchar una melodía de Mozart –creo que un aria de Don Giovanni– en una cajita de música que le habían regalado. Y el compositor ruso confesaba que su amor por Mozart crecía cuanto más envejecía; no en vano su Suite n.º 4 lleva el título de «mozartiana». Decía también que se postraba ante el gran Beethoven, pero que no lo amaba; su admiración intelectual no iba pareja con su sentir emocional. 

He buscado la confirmación de mi recuerdo lector y no lo he conseguido. Pero sí he hallado una caja de música con una melodía tchaikovskiana.

***
Enlaces relacionados
Colección de instrumentos mecánicos –Fundación Joaquín Díaz
[Entre ellos la caja de música]

jueves, 15 de diciembre de 2022

Guardias médicas y salud laboral


Guardia médica. Servicio de atención médica fuera del horario ordinario.

Las guardias médicas pueden entrañar riesgos laborales.

Las guardias médicas prolongadas, de 24 horas seguidas o más, y muy continuadas, conllevan factores de riesgo laboral (carga de trabajo, turnos, ritmo de trabajo...). De ello se ha venido alertando, y más considerando el aumento de la demanda urgente en los últimos tiempos. Nos referimos tanto a las guardias médicas hospitalarias como a las extrahospitalarias. Trabajar noche y día, sin apenas descanso, no es bueno para ningún profesional, y menos para quienes tienen el cometido de cuidar de la salud de otras personas. Si antes era posible dormir durante un tramo nocturno, ahora es infrecuente conseguir un descanso mínimamente reparador, de modo que la salud del galeno también se ve perjudicada. Por ello se insta a los responsables de las administraciones sanitarias a que recorten las horas de guardia de los profesionales de la salud.

Guardias médicas de 24 horas
Un sistema peligroso para el paciente y para el profesional.
***
La presión asistencial en el sector sanitario ha ido aumentando progresivamente a través de los años, incluida la demanda urgente (¿causas?: mayor oferta, más patologías –inc. mentales–, temor poblacional creciente...). En carga de trabajo, nada tienen que ver las guardias médicas de ahora con las de antaño, siendo causa frecuente de desgaste personal, físico y mental.

Enlaces relacionados
Las guardias médicas de 24 horas, o más, incrementan el riesgo de que los médicos cometan graves errores médicos debido a la fatiga y la falta de sueño. Sin embargo, el sistema sanitario español mira para otro lado sobre esta realidad debido a las indeseadas medidas que tendrían que producirse para acortar las guardias.

SOBRE LAS GUARDIAS MÉDICAS
El médico que realiza una guardia médica, que presta asistencia fuera del horario laboral ordinario, se denomina médico de guardia. La guardias médicas pueden realizarse como atención a urgencias/emergencias médicas, hospitalarias o extrahospitalarias, o como atención continuada a los enfermos en algún servicio hospitalario. Cuando un médico hace por primera vez una guardia siente una preocupación especial, pues por falta de experiencia se siente inseguro. Si tiene que atender urgencias, quizás las mayores preocupaciones sean: a qué problemas tendrá que enfrentarse, si contará con alguien que le asesore, si podrá descansar algo...

Qué y cómo son las guardias –doctutor.es [enlace post.]

lunes, 12 de diciembre de 2022

¿Merece la pena elegir medicina?


—Si volviera a empezar, yo elegiría igualmente medicina.
—Si pudiese volver al pasado, yo no escogería medicina.

¿Merece la pena elegir medicina? Nos lo preguntábamos como reflexión anexa a la entrada «La incierta medicina: una reflexión gradual».

Uno puede preguntarse si compensa estudiar medicina y entregarse a una profesión sacrificada. La carrera es larga y, además de tiempo, exige dinero y esfuerzo. Y el ejercicio supone gran responsabilidad, entraña riesgo y requiere entrega, acaso incluyendo noches, fines de semana y días festivos. Trabajar como médico en esas horas, que para la mayoría de la población suponen tiempo libre, no es lo mismo que hacerlo en una determinada actividad artística. No obstante, la medicina también tiene su parte buena: es una profesión apasionante que reporta grandes satisfacciones; el compromiso con las personas y las poblaciones reporta el agradecimiento de quienes reciben cuidados o ven mejorada su salud. En definitiva, hay que sopesar las ventajas y desventajas de estudiar medicina (por un lado: satisfacción, prestigio, sueldo...; por otro: exigencia, guardias, formación continua...), que no son absolutas, dependen de cada circunstancia. La vocación puede ser determinante, por encima de intereses prácticos. Pero, hoy más que nunca, cabe la pregunta: ¿Estudiar medicina es rentable? Dirá alguno que, como en todo, depende. Que cada cual responda según su conciencia. O siga con su sueño...

A Dream within a Dream - Alan Parsons Project
***
Medicina urbana vs. Medicina rural.
Medicina de ciudad, lejana.
Medicina de pueblo, cercana.

Elección de medicina de familia
Cuestión particular es la elección de medicina de familia [II], especialidad que recibe todo lo que nadie quiere y conduce a los galenos al desgaste profesional. Pero esto también hay que matizarlo. No es lo mismo ejercer en una gran ciudad, con consultas masificadas y agobio, que en un pueblo pequeño, de médico rural, con gente cercana y disponibilidad de tiempo. Desde luego, las posibilidades de trabajo son mayores en las urbes; son pocos los afortunados que pueden desarrollar la profesión médica en villas alejadas del ruido y de la prisa, no sometidos a presión asistencial, favorecidos para sentirse en verdad médicos de cabecera. Por eso no es de extrañar el déficit de profesionales, no sólo por el esfuerzo y el sacrificio que precisa la carrera de medicina, sino también por el actual trabajo insatisfactorio, en especial de los médicos de familia en las ciudades. Los potenciales médicos de familia del futuro, que asisten a las quejas de quienes ejercen, frenan sus intenciones; los innegables atractivos de la especialidad médica más humanística se diluyen en los inconvenientes, y ello nos podría llevar a una ‘crisis vocacional’.

Y si uno tiene claro que quieres ser médico, sirvan de guía el vídeo «10 claves para elegir bien especialidad médica» y este algoritmo humorístico.

viernes, 9 de diciembre de 2022

Alalá das Mariñas


Nuestra música es capitalmente de canto, desde Martín Codax...
Xoán Vicente Viqueira

El alalá es el canto más representativo de Galicia, una canción tradicional que de manera singular es un reflejo del alma gallega. Un canto popular cuyo origen no es profano, según los investigadores, sino sacro: los cantos gregorianos. Entre esos investigadores podemos citar dos figuras relevantes: Carlos Sampedro Folgar (1846-1937), abogado, historiador y etnomusicólogo, compilador del Cancionero Musical de Galicia, el más importante de música gallega; y Santiago Tafall Abad (1858-1930), canónigo, organista, maestro de capilla y musicólogo. 

[Se dice que es originario del noroeste de la provincia de La Coruña, y Humboldt considera la aliteración alalá como reliquia de una lengua primitiva.]

El texto del alalá está compuesto por coplas octosilábicas dispuestas en estrofas de tres o cuatro versos, con rima asonante, y al final de cada estrofa lleva un estribillo silábico constituido por la repetición cantada da sílaba ‘la’ (de ahí el nombre del canto): ‘ai-lalala, ai-lalala’. En principio se cantaba a capela y con el tiempo se le añadió acompañamiento instrumental.

El compositor Rogelio Groba (1930), en su labor investigadora hizo un estudio de los alalás: Análisis de 252 alalás. Groba define el alalá como una melodía de tiempo lento y de ritmo con función prosódica, sugerida por el acento del texto. Examina las diferentes variantes y extrae conclusiones: es siempre vocal (sin acompañamiento), de forma homófona, de estructura breve, no termina secamente (forma conclusiva muy alargada y sobre la dominante o la tónica), de ritmo libre pero factible de ser metrificado, de tempo entre moderato y adagio, con texto poético predominantemente amoroso y de carácter dulce.

Uno de los grandes compiladores de alalás fue Perfecto Feijoo (1858-1935), farmacéutico y músico (tocaba la gaita), fundador del primer coro gallego: «Aires da terra». Faustino Santalices (1877-1960), folclorista y etnomusicólogo, recopilador de cantos populares gallegos, incluidos alalás. Santalices los interpretaba, acompañándose de la zanfona, y dejó grabados algunos. Y entre ellos uno por el que siento especial debilidad: el emotivo «Alalá das Mariñas».

Teño unha casiña branca
na Mariña entre loureiros,
teño paz e teño amor
e estou vivindo no ceo.

Ailalala, ailalala...

E adiós á miña casiña,
portelo do meu quinteiro,
auga da miña fontiña,
sombra do meu laranxeiro.

Ailalala, ailalala...

[Trad. castellano AQUÍ]

Nota.- As Mariñas: área geográfica de A Coruña, integrada por los municipios de Abegondo, Arteixo, Cambre, Culleredo, Bergondo, Sada, Betanzos, Carral y Oleiros.

Licencia poética
Siempre eché de menos una estrofa intermedia, y hace tiempo se me ocurrió ésta:

Nela naceron meus fillos
e nela meus pais morreron,
nela eu quero vivire
e nela acabar eu quero.

[En ella nacieron mis hijos 
en ella mis padres murieron, 
en ella yo quiero vivir
y en ella acabar yo quiero.]
***

miércoles, 7 de diciembre de 2022

Sinrazones estatales


La razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo... 
Miguel de Cervantes, Don Quijote

Pensamientos editados en TW con el hastag #sinrazonestatal

  • Un país en el que unos trabajadores pueden jubilarse a los 60 años –o menos–, sin penalización en su pensión, y otros deben esperar hasta los 67 –o más– para no ser penalizados. Y quienes permiten tal discriminación, siguen cacareando con cinismo la igualdad.
  • Un gasto médico no cubierto por la sanidad pública española no es desgravable, pero un aporte económico a un partido político o un sindicato, sí. Me lo expliquen.
  • Una ley educativa no dirigida al conocimiento y las habilidades, vacía de contenido y permisiva, condena al fracaso a los jóvenes de una nación.
  • Pocas cosas tan ofensivas como la callada por respuesta de una administración pública, cuya razón de ser es el servicio al ciudadano.
  • No es razonable que administrados paguen errores de administradores, que gobernados carguen con culpas de gobernantes.
  • Los gobernantes que compensan su falta de talento y de talante con sobrada desfachatez y atrevimiento, se están riendo de su pueblo.

Todo esto, y mucho más, nos conduce a la confusión...

Free Improvisation – Cecil Taylor

lunes, 5 de diciembre de 2022

Sobre virus e inmunidad


Virus: infección, inmunidad, mutación, selección natural, evolución...
—¿Cómo se comporta un virus? Me interesa que explique la forma de mutar que tienen para lograr sobrevivir entre nosotros. 
—Hay distintas cosas, pero voy a explicarlo de forma general sin que el virus cambie. Cuando llega un virus pandémico, todo el mundo es susceptible de ser infectado. Hay un gradiente de enfermedad que va cambiando según el grupo de población. Es decir, hay gente que es asintomática y otros que tienen enfermedad severa. Al principio, causa enfermedad severa sobre todo en grupos de riesgo como los mayores. Según el virus va infectando, se va creando inmunidad natural que puede no ser perfecta, pero logra disminuir la posibilidad de tener enfermedad severa. Así, llega un momento en el que la población, desde los cinco años hasta los adultos mayores, han visto alguna vez el virus en su vida. Debido a que se construye esa inmunidad contra el virus por esa primera exposición, sin vacuna, en las siguientes se sigue teniendo algo de protección aunque cambie un poco. Pero claro, para que esto suceda hay que esperar a que se infecte todo el mundo, mientras que con la vacuna aceleras el proceso sin que hayamos sido expuestos a la enfermedad más grave. Al mismo tiempo, existen otros factores como la selección natural y la evolución del virus.
Terminología y algunas respuestas:

TERMINOLOGÍA
Virus. Microorganismo infeccioso que consta de un segmento de ácido nucleico (ADN o ARN) rodeado por una cubierta proteica. No puede replicarse solo, debe infectar a las células y usar componentes de la célula huésped para fabricar copias de sí mismo. Con frecuencia termina matando la célula huésped en el proceso, lo que causa daño en el organismo huésped. 
Mutación. Cambio (al azar) en la secuencia del ADN de una célula. 
Selección natural. Mecanismo selectivo que está en la base de la adaptación, que determina la supervivencia y la reproducción de los individuos más capacitados para sobrevivir en un ambiente determinado.
Evolución (biología, genómica). Proceso por el cual los organismos vivos cambian con el tiempo a través de cambios en el genoma.
Inmunidad. Forma en que el sistema inmunitario protege el cuerpo contra las enfermedades causadas por infecciones. Hay tres tipos de inmunidad: innata, adaptativa y pasiva. La inmunidad innata incluye barreras (piel y membranas mucosas); la inmunidad adaptativa es la respuesta del cuerpo a una infección o vacunación contra un microorganismo; la inmunidad pasiva es la que se produce cuando una persona recibe anticuerpos contra una enfermedad infecciosa, en vez de producirlos su sistema inmunitario.  
—Otra clasificación [Los tipos de inmunidad]. Según mecanismos que consiguen la memoria inmunológica: natural o artificial; y dependiendo de si el organismo sintetiza sus propios anticuerpos o los recibe de otro: activa o pasiva. En definitiva: a) Inmunidad natural activa (obtenida por penetración de germen en organismo), b) Inmunidad natural pasiva (anticuerpos a través de placenta), c) Inmunidad artificial activa (vacunación) y d) Inmunidad artificial pasiva (sueroterapia).
Anticuerpo. Proteína producida por el sistema inmunitario  cuando detecta sustancias dañinas, llamadas antígenos. Los antígenos abarcan microorganismos (bacterias, hongos, parásitos, virus), toxinas y otras sustancias químicas.

ALGUNAS RESPUESTAS

Fuente

Alla marcia (de Karelia), Jean Sibelius

viernes, 2 de diciembre de 2022

Vocación médica


Vocación (del lat. vocare). Acción y efecto de llamar.

Si la vocación es una «llamada», la vocación médica es la «llamada de la medicina».

Gregorio Marañón, en su ensayo Vocación y ética (1935), dijo:
La vocación es, en su etimología y en su real y vulgar acepción, la voz, voz interior, que nos llama hacia la profesión y ejercicio de una determinada actividad
Valga también un artículo al respecto que enlazo: «Sobre la vocación médica...».
La vocación es una cualidad que define al buen médico y está presente en los profesionales sanitarios de referencia. La vocación médica puede definirse de varias formas, pero tal vez alcance un amplio consenso la que propone que es una motivación profunda de servicio al enfermo y a la sociedad que está determinada por las vivencias y el entorno. Si bien la mayoría de médicos y estudiantes de medicina invocan la vocación y el atractivo intelectual para su elección, no es menos cierto que el azar o la pertenencia a un determinado grupo social pueden ser decisivos en algunos casos. Los literatos, por su parte, suelen atribuir a sus personajes valores tradicionales de la medicina y de la vocación médica como el altruismo o la empatía, así como algunos estereotipos de la imagen de la profesión.

Sobre la vocación médica habría mucho que decir; alegar incluso que, aunque entrañe sacrificio, la entrega no ha de implicar esclavitud.

En general, la vocación es una tendencia positiva que suscita un estado de alegría. 

Mozart: Allegro in C major, K 5a
***
Reflexiones anexas
Tener el título de Medicina no significa ser médico, del mismo modo que tener el título de Filosofía no significa ser filósofo. Se puede ejercer laboralmente sin sentimiento profesional. Por eso sólo es médico quien, estando licenciado, se siente como tal. 

Movilidad laboral y capacidad de adaptación son condiciones inherentes al ejercicio médico. Es algo que hay que plantearse antes de elegir un modo de vida que implica sacrificio. Pero, ¡ay!, normalmente no se piensa en esto.

martes, 29 de noviembre de 2022

Aleksandr Pushkin, padre de la literatura rusa

Aleksandr Pushkin
[Instituto Ruso Pushkin]

Feliz aquel que fue joven en su juventud,
feliz aquel que supo madurar a tiempo. Alexander Pushkin 

SOBRE ALEJANDRO PUSHKIN (1799-1837)
Aleksandr Sergeyevich Pushkin, narrador, poeta y dramaturgo, considerado el mejor poeta ruso y máximo representante del romanticismo en Rusia. Nacido en Moscú, en el seno de una familia noble*, fue educado en francés**, idioma que aprendió antes que el ruso. Estudió en el Liceo Imperial*** de Tsárskoye Seló [Villa de los zares], cerca de San Petersburgo, y su educación estuvo fuertemente influenciada por enseñanzas liberales y el pensamiento de la Ilustración francesa, particularmente de Diderot y Voltaire. En su graduación, Pushkin recitó su controvertida Oda a la libertad****. En 1820, publicó su primer poema largo, Ruslan y Ludmila*****, también controvertido por su tema y estilo. 

Estos y otros poemas, así como su compromiso con la reforma social y su posición literaria radical, enfurecieron al gobierno y fue exiliado de la capital. Estuvo en el Cáucaso y Crimea; luego en Kamianka y Chișinău, en Moldavia, hasta 1823, donde escribió dos poemas románticos: El cautivo del Cáucaso y La fuente de Bakhchisaray. Después se mudó a Odessa, donde se enfrentó de nuevo con el gobierno, que lo exilió en la finca rural de su madre, en Mikhailovskoye. Allí vivió desde 1824 hasta 1826. Bajo la estricta vigilancia de la policía política del zar, Pushkin escribió la obra de teatro Boris Godunov****, en 1825, que fue publicada en 1831. En Mikhailovskoye también empezó a escribir su novela en verso Eugene Onegin****, serializada entre 1825 y 1832 y publicada en 1833.

Después del levantamiento decembrista (1825)*****, Pushkin se reunió con el zar Nicolás I, y obtuvo su liberación del exilio, bajo el control estricto de todo lo que publicara y no pudiendo viajar sin permiso. Entonces empezó a trabajar como Consejero Titular de los Archivos Nacionales. En 1829 viajó a través del Cáucaso hasta Erzurum para visitar a amigos que luchaban en el ejército ruso durante la Guerra Ruso-Turca. En 1831 conoció a Nikolai Gógol y se casó en Moscú con Natalia Goncharova. El matrimonio tuvo cuatro hijos. En 1836 fundó la revista El Contemporáneo, donde publicó algunos de los cuentos más famosos de Gógol. En 1837, endeudado y con rumores de que su esposa le era infiel, desafió a un duelo a Georges d’Anthès (militar conocido como Dantes-Gekkern). El duelo tuvo lugar en el río Negro; D'Anthès disparó primero y la bala penetró en el abdomen de Pushkin. Dos días después, éste murió de peritonitis. Apenas tenía 37 años. [Pushkin murió en duelo como su personaje Lensky de Eugenio Oneguin.]

NOTAS
*Tenía como ascendiente a un príncipe africano: Abram Gannibal, su bisabuelo, posiblemente etíope o camerunés. [Monumento a Pushkin (Etiopía)]
**Solía ser habitual entre la aristocracia rusa de principios del siglo XIX adoptar la cultura francesa. [Aleksandr Pushkin. Biografías y Vidas]
***El Liceo Imperial habría de llamarse posteriormente Liceo Puskhin.
****El amor a la libertad, junto con la influencia de Lord Byron (¡qué temperamentos parecidos!), fue una constante a lo largo de su obra inmediatamente posterior. [epdlp]
****.Ruslan y Ludmila, Boris Godunov y Eugenio Oneguin inspiraron las óperas homónimas de Glinka, Mussorgski y Tchaikovski. Por otra parte, Eugenio Oneguin está escrito casi por entero en versos de tetrámetros yámbicos con un esquema de rima inusual: «aBaBccDDeFFeGG», donde las letras minúsculas representan rimas femeninas  y las letras mayúsculas  rimas masculinas: «estrofa oneguiana» o «soneto de Pushkin». [10 datos curiosos sobre «Eugenio Oneguin»
–Además, otras obras de Pushkin también fueron musicadas: el drama en verso Mozart y Salieri (basado en la leyenda de que el segundo había envenenado al primero por celos de su capacidad creadora) inspiró la ópera homónima de Rimski-Korsakov, y el cuento La dama de picas –Wiki–, la ópera homónima de Tchaikovsky; ambas obras también fueron llevadas al cine.
*****Sublevación militar contra la Rusia Imperial durante el reinado del zar Alejandro I, que fallecería en diciembre de ese año, sucediéndole Nicolás I. [v. Alejandro I de Rusia y Napoleón Bonaparte]

Pushkin en Mikhailovsky, Pyotr Konchalovsky

MÁS DE PUSHKIN
Fundador de la literatura rusa moderna, Aleksandr Pushkin, influyó notablemente en posteriores figuras literarias, como Dostoyevski, Gógol, Tiútchev y Tolstói.

En su infancia leyó en la biblioteca familiar autores ingleses (Byron, Shakespeare, Sterne) y franceses (Molière, Voltaire). En materia política, Pushkin era liberal pero no revolucionario. Pero en 1820 sus poemas fueron juzgados sediciosos y fue condenado al exilio por el zar. En un primer momento fue enviado a Ucrania, pero pronto obtuvo permiso para viajar al Cáucaso y a Crimea, donde siguió llevando una vida desordenada, entregado a conquistas amorosas, fiestas y juego, viéndose incluso envuelto en varios duelos [escribió un cuento con el título de El duelo], de los que salió indemne. De vuelta a Rusia y recluido en su propiedad de Mijailovskoie, en un aislamiento casi total, se dedicó a leer y escribir y a escuchar las leyendas populares eslavas que le contaba su aya. Son seis años de exilio esenciales para su inspiración poética, los de sus primeras grandes obras, todavía muy marcadas por la influencia romántica de Lord Byron. 

Este alejamiento de la corte hace que, muerto el zar Alejandro I, Pushkin no se vea involucrado en la revuelta decembrista de 1825 contra su sucesor, el absolutista Nicolás I, en la que participan muchos de sus amigos. El nuevo emperador hace regresar al poeta a Moscú y le propone ser su censor personal para que pueda seguir escribiendo. Pero debe dar cuenta de sus desplazamientos a las autoridades y su actividad literaria es estrechamente controlada por el poder, de manera que llega a ser considerado un colaborador del despotismo a ojos de los liberales. En la corte, Pushkin recupera primero su vida ociosa y disoluta, pero pronto cambia de actitud y se casa, en 1831. En plena madurez literaria, comienza su obra en prosa.

Los últimos años de la vida de Pushkin son problemáticos. Surgen los problemas financieros porque su mujer, Natalia, le exige mucho dinero para mantener su alto nivel de vida y sus relaciones sociales. Al mismo tiempo, la relación de ella con un oficial francés da lugar a rumores que le obligan a retar a su rival a un duelo. En ese duelo, enero de 1837, recibe una bala en el vientre y muere dos días más tarde. Las circunstancias de su muerte lo convierten en una auténtica leyenda.

Hoy en día, Pushkin sigue contando con una enorme popularidad en Rusia. Pushkin llevó a su culminación los esfuerzos del siglo anterior por hacer del ruso hablado una lengua literaria culta. Gracias a él, Rusia se puso a la altura del resto de las grandes regiones europeas, haciendo posible que tras su muerte los escritores rusos llegaran a colocarse en la vanguardia de la evolución literaria europea.

Respecto a su estilo, siempre se le ha reconocido su simplicidad, su precisión y una elegancia extrema. Su escritura es la de un escritor clásico viviendo en la era romántica, cuya influencia no se dejó sentir más que en sus primeros poemas.

200 años después de su nacimiento los rusos convierten en símbolo nacional al poeta romántico.

Pushkin quedó atrapado por arquetipos españoles como Don Quijote y Don Juan. 

7 motivos para leer a Pushkin
***
No hay felicidad en este mundo, solo paz y libertad. A. P.

POEMAS DE PUSHKIN [Selección AQUÍ]
Libertad (Oda a la libertad)

Estoy entre rejas en húmeda celda.
Criada en cautiverio, un águila joven,
mi triste compaña, batiendo sus alas,
junto a la ventana su pitanza pica.

La pica, la arroja, mira la ventana,
como si pensara lo mismo que yo.
Sus ojos me llaman y su griterío,
y proferir quiere: ¡Alcemos el vuelo!

¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana!
Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes
la montaña y brilla de azul la marina,
donde paseemos sólo el viento... ¡y yo!

A. P., El prisionero
[Versión de Eduardo Alonso Duengo]

domingo, 27 de noviembre de 2022

Todo en el mundo es burla


La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.
Platón

Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.
Arthur Schopenhauer

Burla, broma, mofa, engaño...

Si reparamos en los pícaros humildes y en los tramposos de toda condición, concluiremos que en este mundo impera la burla, ya como broma inocente –sin intención de hacer daño– o como engaño malicioso –con intención de ridiculizar–. En la gran música hay composiciones de broma y de burla. De broma es significativa Una broma musical, divertimento de Mozart, cuya escritura es intencionadamente divertida (algunos pasajes podrían pasar por música experimental o de vangardia). Y de burla en general, ‘‘Todo el mundo es burla’’ (Tutto nel mondo è burla), de la ópera Falstaff, de Verdi. 

Una burla musical, Wolfgang Amadeus Mozart

Tutto nel mondo è burla, Giuseppe Verdi

jueves, 24 de noviembre de 2022

El digno oficio

   
La implicación activa en una buena causa nos realiza... y a veces nos destruye.

[Relato]

    El día que cambió su vida no llovía. Bueno, ya había cambiado hacía tiempo, desde el momento en que Aurora se marchó de casa. Alumbraba el sol con benevolencia y un rayo de felicidad se le coló por los poros. Sentía a flor de piel una calma infinita; ese placentero estado que uno no puede describir, esa embriagadora paz que se experimenta en contadas ocasiones. Algo semejante a lo que, sin duda alguna vez, habréis sentido cualquiera de vosotros al entornar los ojos mientras la brisa os acariciaba, al escuchar una melodía celestial o al contemplar un arrebolado horizonte o una verde y serena lejanía. Así se hallaba él, dichoso en la desgracia, sosegado tras los inquietantes avatares, luminoso como el aire tras un chaparrón cinéreo. Vizana hermoseaba como pocas veces, y por su sensibilidad de artista no consumado sabía complacerse con la naturaleza rebosante (no con la artificialidad de las edificaciones monstruosas que ajaban el rostro de la insulsa ciudad). En Vizana, el mar y las colinas circundantes se empeñaban en contrarrestar cualquier aberración. Por eso las comisuras de sus labios se elevaban gozosas y su mente flotaba, libre ya de preocupaciones, pensando en el tiempo que tendría para tocar la guitarra y entonar sus canciones predilectas. Dolorosamente, David Quiroga se quedaba sin empleo, sin perspectivas, sin futuro. El hombre anónimo que acaso pudo ser ilustre, cautivo al no dejarse doblegar, por mor de su innata tozudez. Y, sin embargo, paradójicamente, quedaba desde entonces liberado. Para siempre liberado... 

El juez dejó sentir, con voz grave y rotunda, su sentencia inapelable: 

–Demostrado el incumplimiento de la normativa, deberá ser apartado del ejercicio de sus funciones. La legislación es clara: ¡la falta muy grave! Ya no podrá ejercer su digno oficio. Nunca más... ¡Nunca! 

Lo normal hubiese sido el hundimiento anímico; o adoptar una actitud violenta, hacia los demás o hacia sí mismo. La figura del togado era un buen objetivo; su boca exhalaba otros improcedentes venablos que zaherían al probo vizanés, que se preguntaba si el sañudo representante de la ley estaría descargando un rencor inconfesable. Por un instante la idea de matar golpeó las sienes de Quiroga (primitivo impulso de quien se siente agraviado), pero enseguida asomó la conciencia moralizadora. Nadie se dio cuenta de su malsana intención; ni siquiera su hija Paula, que sin pestañear clavaba sus grandes ojos verdes sobre el rostro del galeno provinciano (acaso para el juez un simple matasanos), atenta a cualquier emergencia emocional, dispuesta a socorrer a quien había dedicado su existencia a auxiliar a los demás, casi olvidado de vivir. Veintidós años de femenina hermosura, en la esencia bien igual a su padre, voluble y pasional como él, pero alejada de su senda profesional; las letras llamaran a su puerta con más intensidad y su reciente licenciatura no merecía tan desalentador acontecimiento. ¡Qué diferente carácter al de su madre, tan segura y decidida! Ausente, separada de David desde hacía un lustro, a poco de cumplir los cuarenta, pensó que seguía estando de buen ver y que merecía más alicientes que los que su sufrido esposo le podía proporcionar. Podría esperarse cualquier reacción de aquel hombre todavía enamorado de una mujer posiblemente no merecedora de su cariño, excepto la serena indiferencia que no sólo aparentaba, sino que por dentro lo llenaba. Hombre expresivo, apasionado, se mantenía firme; se diría incluso que acrecentado, victorioso ante las ingratas circunstancias. Cruzó una fugaz mirada con Paula y su pensamiento voló a un pretérito imborrable: cogido de la mano de Aurora y enternecido con el fondo rumoroso de las olas. Se desvaneció la dulce visión y regresó al presente. ¡Y de qué forma! Nadie en sus cabales sonreiría por recibir tan fuerte varapalo ni se frotaría las manos por sufrir esa inequívoca derrota. Quizás condescendía con su irregular y deslustrado sino. Sin Aurora, sin destino, seguro que muy pronto distanciado de su Paula del alma, un fuego alegre chispeaba en sus pupilas. Otro en su lugar lloraría, enrabietado e impotente. Pero él no comulgaba con la vulgaridad. No es que se desternillase o aplaudiese, su orgullo y su entereza le permitían mantener una compostura digna del mayor respeto. Hacía suyo un dicho paradigmático de la flema: si tus problemas tienen solución, ¿para qué preocuparse?, y si no la tienen, ¿para qué preocuparse igualmente? 

«¡Ya no podrá ejercer su digno oficio!».

El ingrato eco seguía martilleando sus oídos. ¿Por qué?, se preguntaba con serenidad. En su madurez no llegaba a entender lo que en el fondo esperaba; peor aún, comprendía menos que cuando era un joven estudiante. Pero el conflicto azuzaba la clarividencia, y asumió por fin, con rapidez de hombre avezado, la inteligente respuesta: la estupidez es inseparable de la condición humana. Reina en cualquier ámbito, sin importar cultura, sociedad, nación, raza, espacio o tiempo. Con variantes y proporciones diferentes, permanece por doquier, circunda el planeta por todo paralelo y meridiano definiendo un mundo necio. 

Sin más que aguardar, se disponía a abandonar la sala con el rostro altivo, el orgullo intacto y el innecesario consuelo de unas palmaditas en el dorso de un abogado cabizbajo. Cogido del brazo por su adorada hija, aspiraba una fragancia paradójicamente victoriosa. Ni siquiera se alteró un ápice al constatar que no se presentaran los esperados amigos. Restó importancia al hecho: tendrían sus obligaciones... En verdad la comprensión se había encarnado en el doctor Quiroga. ¿O ex doctor? No, no suena bien ni es justo. Era merecedor de honra, aun habiendo sido privado de la legitimidad para ejercer su digno oficio. Su pasado justificaba la perpetuación del respeto. Además, la injusta justicia cometía otra barbaridad. Otro dislate –consideraba él– para emporcarla más y seguir desnivelando la balanza. Su raudo pensamiento no armonizaba con su paso lento; Paula, a su vera, se dejaba llevar por el digno representante de Esculapio. Justo al salir, creyó reconocer el dorso de una mujer que se alejaba haciendo oscilar su hermosa melena roja. Y pasó veloz, ante sus ojos abismados, un hermoso recuerdo. 

Su señoría, concentrada e impertérrita, daba paso a la siguiente causa, rienda suelta a una perfecta y bien engrasada máquina judicial. 

Todo había sido fruto de recientes acontecimientos. Cuatro años atrás, más o menos al año de que Aurora abandonara el hogar, comenzó a entregarse a una actividad novedosa para él, reconocida y denostada, eficaz e inoperante, variable y no por ello innecesaria. Y desde entonces se había dado por entero a ella; en la acción sindical ocupaba buena parte de su tiempo, tal vez para no obsesionarse con malos pensamientos, quizás para resolver cuestiones perpetuadas, o puede que por ambas razones. Decidió implicarse y complicarse con asuntos que le parecía necesario afrontar. Debían ser extirpados los males endémicos que atenazaban a una sanidad pública lastrada por la incompetencia. De ello había hablado largo y tendido con Saladino Barreiros, un viejo enfermero retirado, que fuera gran amigo de su abuelo Emilio y que tenía un enorme bagaje a sus espaldas. Se había forjado en refulgentes quirófanos y en oscuros pabellones psiquiátricos. Para sus jóvenes convecinos era don Saladino, o don Dino, y para los de su quinta simplemente Dino. Múltiples consejos útiles y orientaciones impagables le había proporcionado en sus frecuentes e intensivos encuentros. Incluso lo adiestró para afrontar la muerte ineludible sin temor, con una última demostración práctica al llegar su noche decisiva, plácida y calladamente. Un ejemplo a imitar. Aunque Barreiros no le incitó expresamente al activismo, siempre le desaconsejó la estólida indiferencia, la pusilánime postura de permanecer cruzado de brazos ante escarnios y atropellos. Sin aspavientos, pero sin resignación, era su lema; una variante de: cortesía sin dejar la valentía. 

Una conversación habitual podía ser esta: 

–Si usted supiera, don Saladino, qué desencantado estoy de mi profesión. Me llamó desde muy joven esta excelsa tarea y, pese a todo, sigo sintiendo su inefable atracción. Al principio, la ilusión de un comienzo; la asimilación de las normas y la obediencia ciega a directores y gerentes; la asistencia a cursos de formación teórica con poca o nula aplicación práctica, a costa de ocio y dinero. Y como premio: más papeleo para robarle tiempo a la ciencia... Mire usted que disponía de una ayudante para las tareas burocráticas y me la retiraron de la noche a la mañana, sin previo aviso. Imagíneme ahora en la consulta, solo, haciéndome cargo de todo lo que supone la actividad médica de un sistema público en extremo masificado. ¡Degradante! Sí, don Saladino, no le miento; nuestra Administración sanitaria raya el cinismo. Créame que desearía dedicarme a otra cosa o, simple y llanamente, descansar por tiempo indefinido; me siento fracasado. Soy médico de profesión, y no hace mucho lo fui de vocación. 

–Ten la seguridad de que no eres un fracasado; sólo fracasamos cuando nos malogramos como personas. Yo que trabajé durante mucho tiempo en el terreno de la psique lo sé bien. Y aun teniendo constancia de tu fortaleza, desearía que me transmitieses tus inquietudes, en confianza, aunque sólo sea como desahogo. Sabes que fui amigo íntimo de tu abuelo Emilio; le debo mucho y me duele verte desazonado. Mis libros de enfermería, de sueros, de inyectables, de vendajes, y los de psiquiatría, son tuyos. Mi casa es tuya. Mi experiencia te la brindo. ¡Cuenta siempre conmigo! ¡Y confía en ti mismo! No te rindas jamás, querido David. No hay que tirar la toalla, la victoria es posible. Nos enfrentamos a un Goliat, enorme de cuerpo pero de enana inteligencia. Debes luchar por tus derechos y por tu dignidad, pero sin excesos, sin dejar de reír, que nada en este mundo merece la total entrega. 

David tomó buena nota, asimiló los sabios consejos del viejo. El ánimo que le infundía era impagable, su vetusta luz disipaba juveniles sombras. Y así un buen día decidió comprometerse a fondo y permitió que su nombre fuese en la lista del Sindicato Profesional, en un discreto séptimo lugar. Ese año lograron una decena de representantes, los suficientes para acceder a negociaciones capitales. Los problemas eran muchos: masificación de los consultorios, burocracia desmedida, deficiente organización interna, falta de personal de apoyo, imprecisa delimitación de funciones...; males que se habían enquistado tanto que parecían insalvables para el sistema imperante. Las voces oficiosas no eran oídas, las representativas se acallaban; situaciones dramáticas se ignoraban, toda queja se desatendía. No obstante, como decía don Saladino, no había que resignarse. Ya iba siendo hora de comenzar a trabajar, con alegría y entusiasmo, por el bien de los profesionales y de la sanidad. Y, desde luego, por su propio beneficio, sin egoísmo reductor. 

Paula le aconsejaba no buscarse complicaciones. Tenía un puesto privilegiado, con sus inconvenientes pero bien ubicado, en un distrito costero, con la ventaja de disponer de placenteras panorámicas para amortiguar las desazones del espíritu. Si no lo llenaba de satisfacciones, si no le permitía realizarse plenamente, si no le proporcionaba la dicha de quien trabaja a gusto, disponía al menos de un aceptable sueldo a fin de mes, una estabilidad en el presente y una garantía de futuro. Y podía compatibilizar ejercicio público con actividad privada. Razones poco convincentes para el doctor Quiroga, cuya conciencia no se dejaba aquietar con deleitosos argumentos sostenidos en el mero cotejo; además, consideraba que su ocupación pública le hurtaba las horas suficientes. Por comparación no iba malparado, en lo substancial sí. Durante años se había lamentado en silencio y mediante la pluma, enviando escritos a la prensa general y especializada. Poco más; participara en alguna concentración de protesta, manifestación reivindicativa o comisión profesional, sumándose así al discreto clamor de un irrecuperable pasado. En adelante había que plantearse la acción efectiva, y ni Paula ni nadie deberían impedírselo. Era una necesaria añadidura a su currículum vitae.

El primer año no hubo grandes sobresaltos; podríamos decir que le sirvió de rodaje. Puesta al día en la legislación pertinente, receptor de problemas y puntos de vista de los compañeros, mediador en la resolución de algunos trámites, asistencia a juntas... En fin, no un período de quietud sino de movimiento poco acelerado. El segundo prometía mayor dinamismo, con la perspectiva de plantearse algún conflicto que no llegó a concretarse. No se inició ninguna lucha reivindicativa, pero acaeció un evento estimulante: Raquel. Pelirroja, escultural, ciertamente atractiva, no pasaba desapercibida ante las miradas masculinas. Acudió al Sindicato para asesorarse y escuchó casualmente las excusas que le daba la secretaria; el asesor jurídico no estaba esa tarde de viernes y la citaba para el lunes. David se prestó con amabilidad a asesorarla en lo que pudiese, sin constatar previamente la belleza de la joven médica. Al hacerlo creyó que se le alteraba el metabolismo. Desde que Aurora eligiera su propia senda, había llevado una vida casi monacal, con esporádicas salidas nocturnas limitadas al palique con amigos, moderada ingesta etílica y recreaciones fantasiosas, sin exceso alguno y por supuesto sin carnales desenfrenos. Por eso se sentía tan azorado, falto de práctica y torpe en el trato con el sexo «débil». Si fuese otra, quizás la tratase con seguridad, como a una colega; siendo como era un bombón exquisito, le costaba verla como tal y, de hecho, la consideró al instante objeto de deseo. Repentino machista, espontáneo sátiro, a quien una metamorfosis de erotismo transformaba súbitamente. El sindicalista no pudo solucionar la cuestión que Raquel planteaba, pero, sin que él mismo supiese bien cómo, logró una cita con ella para esa misma noche. Tal vez con la excusa de recabar información y poder asesorarla cuanto antes. Bueno, especulaciones aparte, ese viernes cenaron juntos, conversaron, se fueron a bailar y siguieron hablando de temas profesionales. Con discreción por ambas partes, fueron por otros derroteros: lugar de residencia, inquietudes, entorno, familia, vida pasada... Quedaron para el sábado. Se siguieron viendo casi a diario, rieron juntos, intimaron, llegaron a lo que tenían que llegar, creyeron enamorarse, decidieron llevar una vida en común y, como se suele decir, fracasaron. Sin que merezca la pena entrar en más detalles, a los cinco meses se dijeron adiós y permanecieron como amigos, si es que pueden permanecer como tales quienes se entregaron. Baste decir que la decisión fue de la bella pelirroja y que, por su parte, David, poco dado a ir de flor en flor, pese a su temperamento pasional, hubiese continuado la convivencia. Estaba a gusto, cumplía como compañero y como amante, pero a ella le faltaba algo. Quizás algo inefable y connatural con la condición humana. 

El abatimiento tuvo doblegado a Quiroga cuatro o cinco meses; parecía condenado a una soledad no deseada. Pero no; aunque largo, era un bajón transitorio. Como en otras ocasiones, se repuso plenamente y consiguió liberarse de las amorosas cuitas para centrarse nuevamente en sus quehaceres. Volvía a sonreír en la consulta en pro de la buena comunicación con sus pacientes y a pesar de las dificultades a las que día a día se enfrentaba, y retomaba su labor sindical con más fuerza si cabe. Se adentraba en el tercer año de sindicalismo, dispuesto a llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias... 

–Ya es hora de que asumas mayores responsabilidades –le dijo Demetrio, el secretario general del Sindicato–. Ocuparás la presidencia de tu sección. Luciano nos abandona; ayer me presentó su renuncia. Cuestiones personales.

Parecía agrandarse el orgullo en el holgado pecho de Quiroga. Se le presentaba una oportunidad única. Tendría más actividad, más responsabilidad, más poder de decisión. En definitiva, más posibilidades para introducir su estilo.

Mientras caminaba por el larguísimo pasillo del juzgado vizanés se proyectaba en el interior de su mente un vertiginoso filme. ¿Qué estúpido impulso lo había llevado a complicarse? Admitiendo los inconvenientes, puede que hubiese dramatizado sobre su vida laboral, sobre su digno oficio. Entraba cada mañana en su consultorio, realizaba el cotidiano papeleo, despachaba a los usuarios (casi siempre los mismos), incluso se solazaba con alguno de los que acudían menos, y se marchaba para casa, a comer, a una hora prudente, sin ataduras extras. Realmente, era un privilegiado. Otros, menos afortunados, tenían que ampliar la jornada, por necesidad o por imposición. ¡No! ¡No! ¡No! Luchaba su mente contra intromisiones inmorales. Debía pelear por los demás, olvidar todo egoísmo. Con todo, lo hacía en su propio beneficio; si el prójimo está bien, uno mismo se beneficia. ¡Tantas conversaciones para nada! ¡Tantos encuentros inútiles!... Y llamadas a deshora, y escritos baldíos, y mentiras enmascaradas. Atrás quedaban inconvenientes: alteraciones del humor, crispación, irritabilidad, insomnio, palpitaciones, arritmias, generalizado malestar, cansancio psicológico, ¡un sin vivir! Rostros abotargados, aspavientos amenazadores, respiraciones ruidosas, puñetazos en la mesa, malos modos, para que el mundo siguiese girando de la misma manera estúpida. Pensó que desvariaba. Monstruos humanizados –o humanos monstruos– le acechaban como a los alcohólicos que sufren el terrible delirio. Él no bebía como para llegar a eso.

El tercer año fue duro, muy duro, pero no lo suficientemente traumático para visionar enormes bocas con cientos de afilados dientes. Se tornaba de rojo hasta el aire. Hubiese deseado un azul celeste, o un violeta, o un verde esmeralda. Cualquier color relajante le convenía, o tan siquiera un ocre tolerable. Y en cambio todo parecía salpicado de sangre. ¿Por qué? Él no había matado, aunque más de una vez estuvo tentado. Ni siquiera engañado. No se había dejado sobornar, no era un corrupto. Más bien era un ingenuo. Incluso bueno. ¡Sí! Su conciencia estaba limpia. Era hombre honesto y no merecedor de ningún tormento. Así que debía mantener la calma y el orgullo... Y dignamente llegó al umbral del aire libre.

–¿Qué tal estás papá? –le preguntó Paula con ternura.

–¡Bien, hija! ¡Bien! –respondió él con escasa convicción–. No debes preocuparte, saldré adelante. Ya me buscaré la vida como sea.

Con un gesto entremezclado de preocupación y confianza, Paula se sumió en un inteligente silencio, impidiendo que se precipitasen las palabras que fluían tranquilas por el cauce interno. La joven tomó el puesto de conducción de su automóvil, abismada en el propio pensamiento; a la derecha iba David asido al hilo del suyo, camino de un hogar al que, en el fondo, no desearía llegar nunca... Tenía cinco años, y ya a tan tierna edad sintiera la atracción extraña. Posiblemente vio en el médico de Colindia, el pueblo de su madre, un ejemplo a seguir; tan seguro, tan respetado, tan importante. Era el menor de tres hermanos, el único varón (¡mucho le hubiese gustado haber tenido un hijo! Paula era una buena hija, pero...), y su niñez corrió dichosa. Sólo la esporádica intromisión de monstruos, como los que se le acababan de aparecer en el juzgado, anubló la adolescencia, antes de dar paso a cristalinos días de juventud. Su vocación surgió espontánea; sus padres, cariñosos y discretos, jamás lo condicionaron; bastante hicieron en su modestia con financiarle los estudios. Llegó el amanecer con el encuentro de Aurora, la misma que después lo volvería a meter en nubes borrascosas. Paula, su actual apoyo, era un arco iris de nueva luz. Don Dino, el viejo consejero, a quien echaba de menos en este trance, merecía salir a escena. Dio un salto hasta el pretérito reciente y tropezó con su último amor: Luisa. Apareció como un ángel, cuando más lo necesitaba. Ya había olvidado a Raquel, ¡qué remedio! Morena, delgada, profundos ojos negros, de belleza más serena. Le devolvía la seguridad y la energía que necesitaba. Desde entonces, con fuerza renovada, puso todavía más ahínco en su labor sindical. La amó cuanto se puede amar y alcanzó la dicha más inmensa. La dicha efímera... Fue precisamente en Colindia, en ese aparente paraíso de sosiego, donde la magia se truncó. Iba a presentársela a su madre cuando aquel loco motorizado la privó para siempre del aliento. Los ojos de David se humedecían al evocarla, testificando que, por haches o por bes, todo tiene su fin. Pero la vida tenía que seguir, y ese último obstáculo también hubo de superarlo... ¿Y ahora, sin trabajo? Le daba igual; el futuro debía ganarlo a pulso, por propia iniciativa, sin intermediarios, sin depender de terceros, confiando en uno mismo.

Ya en casa, cesó la atropellada rememoración. Volvió a ver monstruos en las paredes, de crestas imponentes, colas poderosas, ojos de fuego y bocas insaciables, enormes como cráteres. Casi estaba dispuesto a dejarse devorar, consciente de que sería inútil huir hacia ninguna parte. Enseguida recuperó la entereza, sacó fuerzas y se dispuso a comer algo para no perderlas; comer o ser comido, he ahí la cuestión. Y siguió remembrando la causa decisiva de sus negras circunstancias... ¿Cómo que las autoridades eran intocables? ¿Cómo que nadie podía oponerse a sus propósitos? ¿En una democracia? ¡Vamos! Él fue el principal instigador, a salvaguarda de amenazas, al amparo de intrigas, libre de temores. Convenció a los compañeros del Sindicato Profesional para declarar la huelga. El descontento era generalizado, el malestar creciente, la situación límite. Sólo bastaba mover un dedo y la movilización sería masiva. Con el éxito por descontado, la victoria aguardaba a la vuelta de la esquina. Llegó el momento, la hora decisiva... E incomprensiblemente pocos acudieron a la cita. ¡No es posible!, se dijo y se dijeron los compañeros. ¡Indecencia! ¡Cobardía! ¡Traición!... ¡Putada! Las autoridades aprovecharon la coyuntura para reclamar la ilegalidad de la convocatoria, basándose en intrincadas cuestiones técnicas (en contra de lo que aseguraba el juez, la legislación era descaradamente opaca). Quedaban unos pocos corderos, miserables, a merced de lobos sin entrañas, y, medrosos, presentaron sus excusas más rastreras, suplicando clemencia a los devoradores. A la postre, obtendrían el perdón condicionado. Un pequeño castigo, una multa asumible, una merma de derechos que no fuese excesiva, era admisible por todos. Por todos... excepto por él. El doctor Quiroga no daría su brazo a torcer, ni se dejaría subyugar sin más. ¡Antes la muerte!, aunque parezca exageración. No fue el patíbulo, pero en cierto modo fue su ejecución; la imposibilidad de ganarse el pan, la muerte en vida. ¿Qué podría hacer? ¿Echarse a la calle con su guitarra, rasguearla y canturrear como los bohemios ambulantes? ¿Solicitar ayuda a cualquier organización independiente y caritativa? ¿Implorar misericordia a la Iglesia? ¿Pedir sin vergüenza? ¿Robar con atrevimiento? Para desesperar, hundirse o estallar. Bastaba ponerse la soga al cuello, echarse al vacío o, lo más fácil en su caso, una inyección letal. O, por el contrario, tomar un apropiado cuchillo, hacerse con una pistola o una bomba de mano y llevarse por delante a cualquier dignatario. Resignarse o, vengativo, desahogarse. Al final se impuso el sabio consejo de don Dino: nada merece la total entrega.

En el crepúsculo, Vizana seguía hermoseando. El dorado fulgor del horizonte, en ese bello extremo occidental, proporcionaba tal encanto y misterio a las colinas (¡lomos de dinosaurios dormidos!, dijo alguien) que rodean la lujuriante bahía, que afloraban los mejores pensamientos. No era un día propicio para actos de violencia, aunque ésta, caprichosa, suela desentenderse de la meteorología; dormían los monstruos, plácidamente. Lo era, en cambio, para entornar los ojos, dejar sentir la brisa acariciante y escuchar el murmullo aquietante de las olas. Para refugiarse en los adentros, recrearse en la belleza y soñar con otro sol. Para seguir soñando sin su digno oficio.

[2004, abr. Lejos del desaliento]

Una vida de héroe, Richard Strauss
(IV. Campo de batalla del héroe y V. Las obras de paz del héroe)