Un enfoque inquebrantable en la utilidad y el cumplimiento normativo es la causa de muchas de las "monstruosidades" de la medicina contemporánea. El estilo arquitectónico brutalista [arquitectura brutalista]* es una analogía apropiada para la agenda moderna de la salud. En un rechazo vigoroso del "arte de la medicina", hemos puesto un énfasis especial en la utilidad.
El uso de evidencia para impulsar la toma de decisiones médicas debe ser elogiado, pero siempre habrá más para proporcionar una atención médica adecuada que leer estadísticas en una revista o seguir algoritmos clínicos.
En definitiva, cabe apostar por una medicina más humana, inteligentemente humana, apoyada en la técnica y en la evidencia científica, por supuesto, pero sin descuidar el componente de arte de la más científica de las humanidades.
Durante las últimas décadas hemos asistido a desatinos estructurales en los edificios sanitarios, sobre todo en los centros de salud. Se han construido algunos tan pequeños que limitan la movilidad y, por el contrario, otros tan grandes que los usuarios se pierden en ellos. Ahora abundan los desproporcionados en relación a los recursos humanos y/o la población asignada. Y no entramos en el capítulo del mantenimiento porque no pararíamos de señalar carencias y chapuzas. Son fruto de la falta de planificación o de la pura improvisación; un indicador de vergonzosa irracionalidad basculante (de la cicatería al despilfarro), que entraña incomodidad e inseguridad para profesionales y pacientes. Sorprenden los contrastes en los centros de salud: edificaciones minúsculas para albergar un equipo de salud numeroso y enormes construcciones que acogen tres o cuatro profesionales. ¡Andamos por los extremos! Además, sin atender a un modelo arquitectónico o patrón funcional.
Olvidando lo estético, asistimos a una variedad inconcebible de edificaciones con predominio de aberraciones arquitectónicas. Desde centros aislados con caprichosas formas a extraños adosados, desde bajos de edificios de viviendas a anexos de complejos ajenos (verbigracia el anexo del antiguo Hospital Xeral de Vigo y futura “Ciudad de la Justicia”). En general, para todos los (malos) gustos...
Y si, en general, los exteriores no suelen ser hermosos, los interiores tampoco iluminan nuestras pupilas (o acaso alarman cuando favorecen el hacinamiento). Por eso seguimos admirando a los clásicos, que seguían patrones establecidos en la construcción de edificios, aprovechando sus ventajas: rapidez y eficacia, familiaridad y adaptación, facilidad de manejo o de movimiento y, por encima, ahorro en costes. Diseñar centros de salud en planta baja (no gasto de ascensor, no riesgos de caídas…) y luminosos (menos luz eléctrica), como los que vemos en Portugal, sin ir más lejos, son claves en este sentido.
La arquitectura sanitaria debe avanzar, eludiendo el repulsivo fenómeno del feísmo, pero sin dejar de mirar atrás...
Remontémonos tres décadas. Un centro de salud acaba de ser inaugurado. Es uno de los primeros en el medio rural galaico. Cuatro médicos y dos enfermeros aguardan por sus pacientes. Y en esto, llega sin previo aviso un comité del servicio de salud. Hablan entre sus miembros y recorren las instalaciones, ignorando a los sanitarios. Y cuando se disponen a marchar, un médico los aborda sin protocolo, dirigiéndose a quien parece encabezar aquella delegación.
–¡Buenos días! Soy el doctor Estupefacto –le da la mano–. Es que me ha sorprendido que no haya lavabos en las consultas.
–¿Lavabos en…? –interroga el jefe de aquella representación, que resultó ser el señor Estirado, director provincial de salud.
El director provincial se aparta en corro con los demás para deliberar. Y después de unos minutos de intercambios de palabras y miradas entre ellos, se acerca al doctor Esupefacto para darle su autorizada respuesta:
–Es que no son consultas…, ¡son despachos!
–Son consultas –ratifica el atónito galeno–. Aquí se van a hacer exploraciones.
Aunque parezca sorprendente, el doctor Estupefacto le tiene que explicar al señor Estirado que en ese centro sanitario se van a hacer exploraciones físicas. Que habrán de palpar barrigas, tocar lesiones cutáneas, hacer tactos rectales…, y que por ello precisan lavarse las manos, como medida elemental de higiene o preventiva básica. Entonces vuelve a reunirse el director provincial con sus acompañantes y, tras otra deliberación, regresa con la nueva para hacérsela saber el médico.
–Bien, tomamos nota para que se instalen los lavabos.
Por inaudito que le parezca al lector, ésta es la transcripción de un hecho real relativamente lejano en el tiempo. Pero durante las tres décadas posteriores hemos asistido a otros desatinos estructurales en los centros de salud, frutos de la falta de planificación o de la pura improvisación. Errores por o carencias, como la señalada, o por excesos. Trabajé en un enorme centro de salud rural, proyectado en dos plantas, con el propósito de que la segunda dispusiese de laboratorio y de despacho para el veterinario municipal; más de dos décadas después, esa planta sigue inutilizada. Es un ejemplo de irracionalidad, de disparate, entre otros muchos dislates, que incluso acarrean inseguridad; y también de despilfarro en este caso, por el gasto excesivo que conlleva una construcción de tamaño desproporcionado.
Sorprenden los contrastes en los centros de salud: edificaciones minúsculas para albergar a un equipo de salud numeroso y enormes construcciones donde van a trabajar tres o cuatro profesionales como mucho. Lo nuestro son los extremos. Además, cuando éramos ricos, en torno a algunos centros de salud se construyeron “unidades de salud” periféricas, que pronto se vieron con dificultades (o imposibilidades) para poder mantenerse. No nos centramos aquí en la estética (en este sentido, ya nos hemos referido a la arquitectura sanitaria AQUÍ), sino de racionalidad del espacio arquitectónico. Y la racionalidad arquitectónica en materia sanitaria, salvo excepciones (un ejemplo AQUÍ), brilla por su ausencia.
Y aunque hay centros de salud y centros de salud, en general son feos y carecen de aparcamiento, de modo que son incómodos de ver y generan molestias.
@goroji Muchos hospitales (y centros de salud) ponen a uno enfermo. Acaso por la conjunción de inadecuado diseño y escasez de calor humano.
Sirva esta entrada como llamada a la sensatez en la construcción de centros de salud: los justos y necesarios, del tamaño adecuado, con la dotación imprescindible y el mantenimiento preciso. Ni más ni menos.
Un bello edificio que, tras ampliaciones y añadidos arquitectónicos sucesivos, se convirtió en un auténtico engendro, hasta ser desechado como centro sanitario.
En una entrada previa, hablamos del –hasta hace poco– hospital de referencia de la ciudad de Vigo, inaugurado en 1955 oficialmente como Residencia Sanitaria Almirante Vierna y popularmente conocido como "El Pirulí". De cómo en la nueva época democrática pasó a llamarse Hospital Xeral-Cíes. Y de cómo, tras ampliaciones y añadidos arquitectónicos sucesivos, que habían llevado a la desaparición de los elementos primitivos (escalinatas centrales, zonas ajardinadas laterales y gran espacio abierto en torno al edificio), se había acabado convirtiendo, a ojos de cualquiera mínimamente sensible a la belleza, en un auténtico engendro.
¿Motivos? Podemos apuntar lo que se decía: era poco funcional y se trataba de un «edificio enfermo».
En su lugar, pero en un espacio muy distante, fue construido el nuevo centro hospitalario, envuelto en la polémica (deficiencias arquitectónicas, organización, problemas de acceso, gestión privada, aparcamiento), con el nombre de Hospital Álvaro Cunqueiro (HAC). Por cierto, en honor del gran escritor gallego -y en gallego-, cuestionado en Madrid, por su pasado falangista, y no rechazado en la ciudad de Vigo, donde vivió y falleció, ni por los nacionalistas más radicales. Paradojas de este país enrevesado, pero ésta ya es otra cuestión.
Cualquier parecido con la imagen anterior es pura coincidencia. Quien se propuso lograr que el primitivo hospital quedase irreconocible, a fe que lo consiguió.
A lo que íbamos. ¿Y qué pasa con el antiguo y monstruoso edificio hospitalario? Pues que fue reclamado por los jueces, para ubicar en él la Ciudad de la Justicia. ¡Qué extraño!, se dirán algunos; lo que no vale para Sanidad, sirve para Justicia. Lo que leen: finalmente el "El Pirulí" va a renacer como "Torre de Justicia". Y lo mejor de todo: el arquitecto elegido para su transformación va a recuperar la dignidad del edificio original. No es broma, aunque parezca de chiste. Pueden leerlo AQUÍ.
Quién lo diría: el hospital primigenio era mejor que el adefesio en que derivó.
Me parece escuchar en la lejanía a las piedras que conforman el viejo hospital diciendo en vano aquello de "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy". O remedando a Manrique: "Porque a nuestro parecer, / aquella obra primera / fue mejor". Y, por otro lado, a los sordos irrresponsables de nuestras construcciones sanitarias repitiendo sin cesar: "Nosotros solo entendemos de chapuza, improvisación y picaresca". Definitivamente, no tenemos remedio.
ADENDA. Aun no siendo comparable, ya vimos cómo el edificio del Hospital de Maudes, en Madrid, acabó siendo aprovechado para albergar la sede de la Consejería de Transportes e Infraestructuras.
La arquitectura es el gran libro de la humanidad.
Victor Hugo
Los romanos elaboraban todas sus construcciones siguiendo modelos que les habían funcionado, o que civilizaciones anteriores, como la griega, habían perpetuado según órdenes clásicos*. De modo que seguían patrones establecidos, basados en la proporción áurea** (razón áurea, número áureo o divina proporción), con variaciones ornamentales o de tamaño. Esto suponía muchas ventajas: rapidez y eficacia en la construcción, familiaridad y adaptación (sobre todo cuando los ciudadanos se encontraban alejados de su lugar habitual), facilidad de manejo o de movimiento y, probablemente, un importante ahorro en costes. Lo hacían con templos, teatros, anfiteatros, puentes, viviendas civiles y construcciones militares, ateniéndose a prototipos que habían demostrado su solidez y su funcionalidad, sin renunciar a la belleza. Todo un muestrario de buen hacer constructivo.
Y muchos siglos después, todo ha cambiado en la construcción de edificios públicos.
Centrándonos en la arquitectura sanitaria, nuestros modernos hospitales son proyectados cada cual de una manera, sin seguir modelos de solidez y funcionalidad contrastadas, de algún modo paradigmáticos, sin atender siquiera a cánones estéticos –quién sabe si al amparo de un falso vanguardismo– ni seguramente a costes. Algunos han sido levantados con tanta prisa, por decisiones políticas apresuradas u oportunistas, que al poco tiempo asistimos a una dolorosa necesidad: "curar la arquitectura sanitaria". Porque hay edificios hospitalarios que solo de verlos ponen a uno enfermo***; también los hay con trazados laberínticos y entornos poco acogedores. Otro tanto se puede decir de los centros de salud destinados a la atención primaria. De modo que si uno está familiarizado con un determinado hospital y se va a trabajar a otro se encontrará desconcertado, incómodo, al menos durante una larga temporada de adaptación.
Sin renunciar a la innovación, y siendo consciente de la evolución de los edificios hospitalarios, prefiero un tipo de edificio sanitario consistente, funcional, fácil de mantener y a ser posible hermoso, que a diferentes tipos de hospital que, en demasiadas ocasiones, se evidencian frágiles, complicados, de costoso mantenimiento y difíciles de mirar (aunque bien es cierto que esto puede depender de gustos o del cristal con que se mira). Ni todo tiempo pasado fue mejor ni evolucionar significa siempre o en todo momento mejorar. Los estudiosos del tema recomiendan abordar la proyección de edificios hospitalarios centrándose en el cometido de los mismos y sin descuidar su adecuada ubicación. Pero de lo que propongan técnicos o expertos en arquitectura sanitaria a lo que aprueben los gestores sanitarios hay un mundo, con materiales de construcción (madera, piedra, hierro, hormigón, ladrillo, aluminio) y esfuerzo humano de por medio.
En arquitectura sanitaria, seguridad, lo primero; y practicidad, por supuesto. Y si es posible, belleza. ¿O es mucho pedir?
Arquitectura Hospital:
Diseño y estructura arquitectónica Hospitales
***
Centros sanitarios: edificios donde se brindan cuidados de salud
La arquitectura es la ordenación de la luz; la escultura es el juego de la luz.
Antoni Gaudí
La arquitectura es un razonamiento del espacio. Corpus Barga
Reflexión anexa sobre la arquitectura
Siendo un profano en arquitectura, al contemplar una obra arquitectónica priorizo los volúmenes, las proporciones y la luz; creo que determinan su belleza subjetiva. Por eso me horroriza ver enormes edificios sin proporción de sus elementos, con pequeños vanos o mínimas ventanas y una luz que brilla por su ausencia. Sucede en la arquitectura en general y en la arquitectura sanitaria en particular.
Vigo es una ciudad urbanísticamente complicada, consecuencia de muchos años de construcción indiscriminada. Mi amada ciudad, que tantas veces hemos traído a este blog médico-melódico (basta entrar en la etiqueta específica: Vigo), fue llorada por el arquitecto Xaime Garrido a causa de su arquitectura perdida ("Vigo, la ciudad que se perdió"). Incomprensibles o interesadas decisiones llevaron a la desaparición de edificios emblemáticos, que fueron sustituidos por otros de escaso o nulo valor artístico, como se puede apreciar en el vídeo "Arquitectura perdida".
El caso que ahora traemos no obedece a intereses especulativos, sino de modernidad y en teoría estratégicos
El viejo hospital, antigua Residencia Sanitaria Almirante Vierna (y popularmente conocido como El Pirulí), actualizado como Hospital Xeral (o Xeral-Cíes, por formar un complejo con el Policlínico Cíes, un edificio circular independiente), deja de ser la referencia hospitalaria de la ciudad al estar siendo sustituido por el moderno "Hospital Álvaro Cunqueiro" (nombre elegido en honor al famoso y admirado escritor gallego, cuya figura es paradójicamente cuestionada por el nuevo gobierno de Madrid por dar nombre a una calle de la capital del Estado). Hasta aquí todo bien. El antiguo hospital había ido creciendo de manera monstruosa hasta hacerse irreconocible y estéticamente chocante. Se necesitaba algo más funcional. Pero el Hospital Xeral estaba situado en un teórico centro de la ciudad y el nuevo hospital está ubicado en la periferia y no bien comunicado. No entraremos en valoraciones estéticas sobre el nuevo centro sanitario de Vigo, el Hospital Álvaro Cunqueiro. Pero hemos de reconocer la dificultad de acceso al mismo, consecuencia una vez más de la falta de previsión. Lo saben bien quienes conocen el entramado viario de la ciudad de Vigo y su problema de tráfico rodado. Y quienes han sufrido la dificultad de acceso han hecho su queja; algunos incluso por no poder llegar a pie. La prensa la ha recogido publicando el plano de acceso (por ahí debiera haberse empezado). Orientarse por sus interminables pasillo tampoco parece tarea fácil, por lo que se ha dispuesto personal para orientar a los pacientes. De modo que, de momento, hemos de afirmar lo siguiente:
Llegar al nuevo hospital de Vigo y acceder a sus servicios trae a más de uno de cabeza.
Esto te pone la cabeza mala - Los Van Van
***
Adenda.- Y aparte de que el acceso al nuevo hospital de Vigo sea dificultoso, al poco tiempo de su apertura ya aparecen otros problemas: inundaciones, goteras, roturas, aparcamiento, materiales pobres, carencias básicas, inseguridad...
Como anexo a la entrada sobre el Hospital de Jornaleros (o de Maudes) de Madrid, un bello ejemplo de arquitectura sanitaria, edificio de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, me permito anexar dos fotos que he realizado con posterioridad. Se las debía a Marina Lapteva, mezzosoprano y amiga.
(Pinchar en imágenes para ampliarlas)
Para sonorizar la presencia de un gallego en Madrid, nada mejor que el terceto «Desengáñate Rosiña» de la zarzuela La chula de Pontevedra, de Pablo Luna.
El
antiguo Hospital de Jornaleros u Hospital de Maudes, situado en Madrid, es uno de
los testimonios de Antonio Palacios(Porriño 1876 - Madrid 1945), probablemente el mayor arquitecto gallego, en la ciudad de Madrid, habiendo tenido como colaborador en esta obra -al igual que en otras- al arquitecto
vasco Joaquín Otamendi. En cierto modo, la colaboración
Palacios-Otamendi me recuerda otra unión inspiradora de índole músical, concretamente
zarzuelística y galaico-valenciana: Soutullo-Vert (Reveriano Soutullo y
Juan Vert).
Entre obras de Antonio Palacios en Madrid debemos recordar: el Palacio de
Comunicaciones (también junto a Otamendi), el Círculo de Bellas Artes, el
primer Edificio en Paseo de la Castellana, la Casa Matesanz en la Gran Vía y el Banco
Español del Río de la Plata, además de su contribución al Metro de Madrid (diseño
de interiores de primeras estaciones, organización de los accesos, estética de
primeras líneas y logotipo en forma de rombo).
Y
fuera de Madrid, cabe citar algunas construcciones del arquitecto galaico:
la Casa Consistorial de Porriño (su localidad natal), el Teatro García Barbón
en Vigo, el Templo Votivo del Mar en Panxón-Nigrán, la Iglesia de la Vera Cruz en O Carballiño, El Edificio de Viviendas
del Paseo de Sagasta en Zaragoza, diversos edificios en Málaga… (ver enlace
abajo)
Pero
centrémonos en el Hospital de Jornaleros o de Maudes.
Se
trata de un conjunto de edificios ubicado en el distrito de Chamberí y
construido en la antiguoa aldea de Maudes. La idea de su
construcción partió de Dolores Romero y Arano, viuda del empresario ferretero
Curiel y Blasi, que creó en 1906 una sociedad benéfica en honor a San
Francisco de Paula. Comenzó su construcción en 1909 y finalizó en 1916, estando destinado desde entonces a dispensar asistencia sanitaria gratuita a
jornaleros. El conjunto arquitectónico presenta fachadas de piedra caliza y
recubrimientos decorativos de cerámica, siendo evidente la hermosura de su
aspecto.
Un
hospital de beneficencia edificado con la dignidad arquitectónica de un
palacio. No podía ser menos con el formidable arquitecto de apellido
palaciego. Compárese la obra de Palacios con los bodrios modernos de hormigón
financiados por todos los contribuyentes. No hay palabras. No.
(No en todo
hemos mejorado, ni mucho menos.)
Después de cumplir su cometido, de ser utilizado como hospital de guerra durante la contienda civil, y de servir de hospital militar tras ella, cayó en el abandono a finales de la década de 1960, llegando incluso a amenazar de derribo. Perdidas totalmente sus funciones, afortunadamente fue salvado y declarado Monumento Nacional en 1976. Una de tantas paradojas decisorias. Rehabilitado y
restaurado, el edificio que había sido hospital alberga hoy la sede de la Consejería de la Comunidad de Madrid de
Transportes e Infraestructuras.
Es una suerte haber salvado el Hospital de Jornaleros,
aunque recuperado para una función completamente diferente parezca una burla a la
historia.
La fantasía de Palacios
Antonio Palacios, arquitecto de Madrid Un paseo por las obras que dejó en la capital hispana el arquitecto galaico, a quien los madrileños parece que quieren hacer suyo
Nota.- Vídeo añadido posteriormente, por eliminación del anterior
Falta el "Hotel Florida", cargado de historia, que fue derribado
y que se cuenta entre las joyas arquitectónicas demolidas
***
Una noticia de prensa recoge la
alerta de carencia de puertas de emergencia en centros de salud. Un hecho ya comunicado hace años, como
otros concernientes a la seguridad, sin que haya recibido una respuesta
favorable, como suele ser habitual. Es como si te dijeran: “¡Tranquilos, que no
pasa nada!”. Ahora se reitera la notificación de tan grave deficiencia tras un
foco de fuego en uno de ellos. Y la
respuesta de los responsables de la seguridad del centro, de los usuarios y los
profesionales (en este caso más de éstos, porque pasan la jornada laboral
dentro de la edificación), parece limitarse a que “cumplen con la legalidad
exigida”. En definitiva, es de esperar que todo siga igual, hasta que se produzca una
desgracia y lleguen los clamores. Entonces,
sólo entonces, se lamentará el infortunio y se tomarán las oportunas medidas por
la vía de urgencia. Pero con seguridad que nadie, absolutamente nadie, entonará el mea culpa. Porque
aquí el que manda parece estar impune ante toda negligencia o error, por grave
que sea.
Centro de Salud y PAC Calle Bolivia, Vigo
Del centro que funciona como PAC
(Punto de Atención Continuada), antes “Servicio Especial de Urgencias”, que
provoca un manifiesto rechazo de los usuarios por ser totalmente obsoleto (y dejando la estética a un lado, que también tiene delito), ya
se comunicaron los siguientes problemas:
1) Deficiencias estructurales:
Carencia del necesario espacio.
Insuficiente luminosidad.
Escasísima aireación.*
Ofrece pocas facilidades para la adecuada
limpieza.*
*La ventilación es muy importante para prevenir la propagación de infecciones respiratorias, como la limpieza (y desinfección) para evitar contagios.
2) Problemas de seguridad e higiene:
Carencia de salida de emergencia, con el agravante de que
los únicos ventanucos de los dormitorios
tienen rejas.
Hacinamiento de pacientes, debido a la limitación de
espacio.
Insuficientes dispositivos antiincendio.
Inexistencia de servicio de protección personal o guardias
de seguridad.
Desde luego, la normativa es
confusa (en el ámbito sanitario como en otros) y se halla muy dispersa, no sé si
interesadamente, pero a buen seguro que las normas básicas de seguridad de
edificios públicos no se cumplen. Por ello estos centros de salud tendrían que estar cerrados,
por el riesgo que corren quienes los utilizan. Pero no hay manera… Seguimos
inmersos en la improvisación y la chapuza.
Por cierto, no encuentro un apropiado vídeo ilustrativo sobre la seguridad en edificios públicos, ni una canción relacionada con el tema. Aunque estoy seguro de que me disculparán por esta carencia. Y para compensar, una canción...
Me siento seguro– Mocedades
***
La seguridad de las personas implica protección de su salud.
Real Decreto 2816/1982: Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas
Real Decreto 393/2007: Norma Básica de Autoprotección de los centros, establecimientos y dependencias dedicados a actividades que puedan dar origen a situaciones de emergencia
La obligación de los poderes públicos de garantizar el derecho a la vida y a la integridad física, como el más importante de todos los derechos fundamentales...
Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana [post.]
Otras normativas: autonómicas, provinciales, municipales.
En cualquier caso, hay regulaciones de diferentes aspectos: espacios, protección frente a inundaciones e incendios, salidas de emergencia...
El pasado día 15 de febrero mi madre tuvo una caída casual y sufrió una fractura de fémur. Se le derivó a urgencias donde, tras ser valorada, le dijeron que había que operarla cuando hubiera un hueco. Fue trasladada a una “sala de observación”. Una sala mixta de 20 camas, es decir, hombres y mujeres en una estancia donde no existían divisiones entre camas, ni unas tristes cortinas. Pacientes aislados por gripe A con pacientes de traumatología. Tras 48 horas en urgencias mi madre seguía esperando cama, y finalmente la operaron, eso sí la llevaron al quirófano desde “la plaza de toros” nombre que los usuarios han puesto a esta sala.
Es denigrante como familiar y como profesional de la salud que soy (enfermera con 19 años de experiencia), que derechos tan básicos del paciente como el de la “intimidad” se menosprecien de esta manera. Es una vergüenza y un despropósito cuando además hay un montón de camas cerradas. ¡Para que luego nos vengan a decir que los recortes no afectan a la calidad!
Este escrito pone de manifiesto deficiencias en la calidad estructural, pero que no son sólo de ahora, sino que vienen de largo. Se pueden leer en este blog algunas pinceladas al respecto de la calidad en materia sanitaria, entrando en la pestaña "Calidad en salud". Ya hemos visto aquí la importancia que tiene el ambiente o el medio en la relación médico-paciente, la relevancia de las consultas y de las salas de espera, señalando la conveniencia de que éstas estén compartimentadas y aquellas insonorizadas; y nos hemos referido a las diferencias en los centros de salud, en particular por su adecuada o inadecuada estructura material. Respecto al hospital hemos de hacer la misma valoración. Pues en situaciones como la expuesta, de gente hacinada como ganado, queda claro que no se dan las condiciones estructurales requeridas para una buena calidad en salud. Y como esta situación en particular está relacionada con la gestión sanitaria, cabe deducir que la misma tampoco es la deseable, de modo que procede revisar las actuaciones gestoras y aplicar las oportunas medidas correctoras, los cambios necesarios que exige el ciclo de calidad. Porque los pacientes tienen derecho a espacios sanitarios dignos, que sean agradables y que preserven su intimidad. Una cuestión casi nunca valorada en este país, poco dado al cuidado de los ambientes.
Plan de alta frecuentación en urgencias hospitalarias
El hospital de referencia de la ciudad de Vigo, originalmente Residencia Sanitaria Almirante Vierna y desde 1983 Hospital Xeral de Vigo (también denominado Hospital Xeral-Cíes), popularmente conocido como “El Pirulí”, fue comenzado en 1949 e inaugurado en 1955. Obra del arquitecto Martín José Marcide, era entonces el primer rascacielos de Galicia y el segundo
edificio más alto de España, después de la Torre de Madrid. Fue construido en un momento político en el que primaba lo colosal sobre lo funcional, para formar parte de las residencias sanitarias del Seguro Obligatorio de Enfermedad, pero conllevó una declarada destrucción patrimonial. Sin embargo, tenía una aceptable estética que sufrió constantes alteraciones. Tras ampliaciones y añadidos arquitectónicos sucesivos, que han llevado a la desaparición de las escalinatas centrales, de las zonas ajardinadas laterales y del gran espacio abierto en torno al edificio, se ha convertido, a ojos vista, en un edificio horroroso, en un auténtico engendro.
Su empeoramiento evolutivo es difícil de describir. Pero comprueben en imágenes el aspecto inicial, con la presencia de jardines en el frente...
CENTRO DE SALUD. Estructura física y funcional para el desarrollo de la atención primaria, donde presumiblemente se trabaja en equipo y en base a “objetivos”, que vino a sustituir al tradicional ambulatorio, donde la actividad era individual y sin objeto. Claro que de la teoría a la práctica… No hay un solo tipo, sino muchos tipos, difiriendo en tamaño, distribución de espacios, materiales, dotación, etc., no siempre acordes con el lugar donde se ubican ni adecuados al fin para el que se proyectan. (Relacionada: AMBULATORIO)
Leo sobre la inauguración de un gran centro de salud (14 de octubre de 2011) en una pequeña población rural de unos 7.000 habitantes. Según se informa, el edificio es luminoso, tiene consultas amplias que disponen de un lucernario y buena ventilación, suelos de tarima de madera y puertas macizas que evitan los ruidos, y además está rodeado de zonas verdes. Dicen que se puede trabajar con luz natural y que, mires donde mires, se ven jardines y árboles.
No puedo más que exclamar: ¡He ahí un medio de trabajo adecuado! Porque al comprobar otros muchos oscuros, con consultas cutres, para nada acogedores, no insonorizados, sin aireación y rodeados de puro cemento, me pregunto si de verdad son dignos de llamarse centros de salud. Los hay tan mal ubicados que ni son construcciones independientes, sino bajos de edificios de viviendas; coexisten todas las variantes posibles. Lástima que en esto, como en otras cosas, no haya unos mínimos criterios de homologación.
Falta un modelo de centro de salud que sirva de referencia...