Un artículo de Diario Médico se nos presenta con el epígrafe «Los hospitales no están hechos para ancianos... aunque son los que más los frecuentan», y en él se habla de un programa para evitar que los ancianos salgan del hospital peor de lo que entraron. Porque “un hospital es un entorno hostil para todos los pacientes y más aún para los mayores”, y hay que minimizar sus efectos perniciosos sobre las personas que, por necesidad, son hospitalizadas.
Se habla de pérdida funcional en mayores hospitalizados, y se señalan las causas: inmovilización prolongada, uso indiscriminado de pañales, entornos desorientadores (la arquitectura sanitaria influye) y rutinas rígidas que alteran el sueño. Por eso el programa se articula sobre tres estrategias: identificación precoz del paciente frágil; prevención del deterioro funcional mediante movilización temprana y fomento del autocuidado; y prevención del delirium.
Si no queda en pura teoría, sea bienvenido este programa preventivo a aplicar en varios hospitales de Madrid, que bien podría hacerse extensivo a todos los hospitales.
Mozart: Sinfonía n.º 34, Final: Allegro vivace
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